Hasta ahora nunca me he dedicado profesionalmente a la fotografía de bodas. Sin embargo, tengo varios buenos amigos que sí la practican, y cuando coincidimos siempre tienen anécdotas curiosas e interesantes que no dudan en compartir conmigo. De hecho, uno de ellos me contó hace unos días una historia que, al igual que a él, me dejó un regusto bastante amargo.
Mi amigo, que, dicho sea de paso, es un profesional reputado que ha conseguido vivir exclusivamente de la fotografía, tiene un equipo fotográfico de «primera división». Posee cuatro cuerpos DSLR profesionales, tres de ellos con sensor de formato completo, y más de una decena de ópticas de enorme calidad, así como todos los accesorios que se le presuponen a un profesional de la fotografía. Pero, curiosamente, su reputación y profesionalidad han sido puestas en tela de juicio varias veces por algunos familiares de sus clientes debido, al parecer, a que sus cámaras no son lo suficientemente grandes.
Además de ser profesional, debes parecerlo
Cualquiera que se tome la fotografía en serio y le dedique tiempo, sea un profesional o no, sabe que la cámara solo es una herramienta. Importante, claro que sí, pero una herramienta al fin y al cabo. Las fotografías las hace el fotógrafo, pero parece que hay personas que no están al corriente de esto. Mi amigo me confesó hace unos días, bastante desesperanzado, que a pesar de su dedicación y profesionalidad, y aunque sus clientes siempre han quedado satisfechos con su trabajo, se ha visto obligado a lidiar con comentarios desafortunados que ponían en duda su profesionalidad tomando como único argumento el tamaño de su cámara y sus ópticas.
Cuando pronunció estas palabras pensé que me estaba tomando el pelo, pero no. Hablaba completamente en serio. Al parecer, en varias ocasiones algún familiar de las parejas que le han contratado para inmortalizar su boda le ha preguntado qué cámara estaba usando, y al conocer que era un modelo con sensor Full Frame lo ha minusvalorado diciendo algo así: «¿Full Frame? Yo tengo una como esta. Pensaba que los fotógrafos profesionales usabais cámaras profesionales». Toma ya.
Mi amigo, muy educado él, me contó que en todas las ocasiones que ha oído esto, a menudo con más personas delante, solo ha podido callarse y simular que el comentario no tenía importancia. Y las primeras veces no la tenía, pero a fuerza de escucharlo una vez tras otra ha conseguido ir minando su moral hasta el punto de llegar a plantearse cambiar su equipo fotográfico por otro más grande y voluminoso que parezca «más profesional». Sencillamente, por las apariencias. Por su imagen.
Actualmente está valorando seriamente la posibilidad de hacerse con una Pentax 645Z y nuevas ópticas para esta cámara, un desembolso que en este momento le viene fatal, pero que la próxima vez que le pregunten acerca del tipo de cámara que está utilizando le permitirá responder: «¿Esta cámara? Una formato medio». Sus fotos, posiblemente, seguirán teniendo la misma calidad. Las seguirá haciendo él, y al tamaño en el que suele imprimir la diferencia entre un sensor Full Frame y otro de formato medio no es importante. Pero posiblemente sus clientes se sentirán satisfechos al ver lo voluminosa que es su cámara y comprobar que se trata de un modelo «profesional».
Imagen | 古 天熱
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