Después de muchos comentarios a favor y en contra del movimiento lomográfico decidí comprobar por mí mismo cómo lo viven sus aficionados. La ocasión perfecta fue un taller organizado en Sevilla (en plena feria, ¡ahí es ná!) por la comunidad Lomography española. En él, además de aprender los fundamentos técnicos de la lomografía, tendría la oportunidad de probar algunas de sus cámaras y, sobre todo, de compartir experiencias con el resto de alumnos.
Nuestro profesor fue Pasquale Carpile, embajador lomográfico en España, y uno de los mejores conocedores de la lomografía a todos los niveles.
Durante el curso tuve la oportunidad de charlar con él, y desmentir el principal mito sobre los analógicos: su afición a estas cámaras no viene ni mucho menos del desconocimiento de lo digital o de una resistencia al cambio, sino por elección personal tras muchos años de fotografía a sus espaldas.
Durante el taller tuve asignadas una Diana F+, un clásico del formato medio, y su versión Mini, con carretes de 35mm, y la posibilidad de trabajar a menores formatos para estirarlos hasta las 72 fotos. Entre las cámaras del resto de compañeros pude ver un poco de todo:
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Alguna LC-A, la de toda la vida, de la que ya hablamos hace muy poco.
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Una Sprocket Rocket, con su super-angular panorámico, que parecía divertidísimo de usar y muy práctico.
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Una Lubitel, que se llevó muchas miradas por su doble objetivo, y que es toda una experiencia de uso para aquellos que no habíamos hecho nunca fotos mirando desde arriba.
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Y, para finalizar, una Horizon, mucho más nítida, profesional… y cara.
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Además de todas éstas, Pasquale llevaba su LC-Wide de incógnito, ya que aún no había sido presentada oficialmente.
Mi carrete con la Mini fue bastante desastroso: desenfocado, desencuadrado, y demostrando que no es una buena idea intentar alternar los distintos formatos si no conoces bien la cámara. La culpa posiblemente fue del fotógrafo, pero espero que os valga como una primera experiencia.
La F+, en cambio se portó muchísimo mejor: el formato 120 aguanta sin despeinarse los errores de exposición, y la nitidez en el centro hace que el viñeteo y la suavidad de los bordes sean un añadido y no un problema (aunque para gustos siempre estén los colores, bien saturados y contrastados en este caso).
Tengo que reconocer que desconozco por completo la película que tenía cargada en ninguna de las cámaras. Será la falta de costumbre.
La sensación en general fue muy agradable: pasé un gran día, y mereció la pena sin lugar a dudas. Normalmente tengo el chip de que cuando no tienes automatismos necesitas hacer un esfuerzo adicional, pero en cambio con una Diana en la mano esto cambia completamente: una vez preenfocado y comprobado si hay o no nubes en el horizonte, lo que te queda es disparar… y por lo general el resultado es sorpendentemente interesante (igual que lo fue, en el sentido negativo, el mi carrete con la Diana Mini).
Durante el curso tuvimos varios momentos curiosos, más de una cara rara de turistas y autóctonos, y al menos dos veces hubo que improvisar una pequeña sala oscura dentro de una chaqueta negra para salvar algún carrete que no se había sacado correctamente. Después de tantos años en lo digital, un poco de artesanía de este tipo resulta, al menos, curioso.
En cuanto al resto de los alumnos, la sensación general fue la misma que yo tenía: que hasta que viésemos los resultados no nos atrevíamos a opinar. Por ello he querido preguntarles a posteriori, y ofreceros algunas de sus declaraciones. Os dejo con ellas, y os adelanto que cerraremos nuestra pequeña temporada lomográfica con una entrevista a Pasquale, que espero que os ayude a desempatar a los que todavía no tengáis un opinión clara.
En cualquier caso, yo os aconsejaría simplemente probar, como hice yo: algunas de estas cámaras son una inversión muy pequeña, y siempre podéis esperar a que haya algún taller en vuestra ciudad, o en alguna cercana.
Mi experiencia fue fantástica. Unicamente había visto fotografías lomográficas por Internet, y la oportunidad del taller en Sevilla me vino de perlas para probarlas y ver que hay oportunidades mil. Aunque nunca había tocado la fotografía analógica, hice el taller con una Lubitel, y definitivamente necesito adquirir una.
Aunque tengo experiencia con reflex digitales, es mi primer contacto con cámaras lomográficas. Me parecia interesante volver un poco a los orígenes analógicos de la fotografía, experimentar con un control mas básico y manual. El resultado me ha sorprendido. Las fotos tienen un carácter muy personal.
Me resultó interesante el taller, ya que desde el punto de vista artístico supone una aproximación diferente al mundo de la fotografía: Poder experimentar las distintas opciones creativas y ver el mundo con una perspectiva diferente.
Más información | Lomography España (eventos y talleres)
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