Llega septiembre y por lo tanto los colegios, universidades y escuelas empiezan a abrir sus puertas para repartir conocimientos. Y en lo que respecta a la fotografía no debemos olvidar nunca una cosa. Todos, absolutamente todos los fotógrafos, somos y seremos alumnos. Nunca dejaremos de aprender. Por lo tanto vamos a buscar cómo debería ser el alumno perfecto de fotografía.
Llevo más de 20 años detrás de una cámara. Siempre la he utilizado como escudo protector. Es mi armadura contra la timidez y la mejor forma que he encontrado para expresarme en el mundo. He aprendido desde que era niño. Mi gran escuela fue la adolescencia con Vicente López Tofiño. En la edad adulta tuve otro periodo importante de aprendizaje por motivos que no vienen al caso. Hoy en día sigo asistiendo a talleres y demás para no dejar nunca de evolucionar.
Y tengo que reconocer que no he sido siempre un buen alumno. De hecho algunos de mis maestros, que ahora son amigos, me han confesado que era de todo menos bueno. Con el paso de los años he cambiado y creo saber qué es lo que busca un profesor de fotografía cuando quiere enseñar su experiencia. El alumno tiene que querer aprender (parece obvio pero mucha gente lo duda).
El buen alumno de fotografía
Ahora que también soy profesor he conocido alumnos de toda clase y condición. Y tengo algo muy claro: la edad da absolutamente igual. He enseñado a jóvenes con sangre de horchata y gente de 80 años capaces de aguantarme cuatro horas cada semana. La edad no es importante en absoluto.
Tenemos que ser conscientes como alumnos de nuestros conocimientos. Muchas veces los alumnos se apuntan a talleres con un nivel excesivo para ellos. Y en vez de reconocer su error, se enfadan con el profesor y ponen caras largas durante las clases. Esto es poco menos que una pesadilla para el docente. Sería perfecto conocer el temario antes de apuntarse y ver si realmente lo dominamos o no. Más duro es para el alumno cuando el curso está por debajo de sus conocimientos. Por eso hay que informarse bien antes de apuntarse.
El buen alumno es una esponja. Hay que pegarse literalmente al profesor para sacarle hasta la última gota que quiera ofrecer. Es algo que agradecen. Ver a alguien con entusiasmo, con ganas de preguntar y experimentar y olvidándose durante una hora o dos, o tres, del teléfono móvil. Si el fotógrafo que está enseñando ve interés por parte del que está aprendiendo todo será más fluido.
El buen alumno nunca debe ser un vago redomado. Alguien al que nunca se le olvide hacer los ejercicios que le ha pedido el profesor. En fotografía es fundamental la práctica. He conocido gente que no trabaja, que va a una escuela privada porque se la han pagado sus padres para que haga algo y nunca han entregado un ejercicio. Eso sí, son modernos y presumen de saberlo todo.
Esa actitud no sirve. Si te mandan un trabajo de práctica y realmente quieres aprender, lo suyo es hacer dos. Y decírselo al profesor por si tiene tiempo de mirarlo. Eso sí, tampoco hay que pasarse llevando una manzana todos los días a su mesa. En ningún momento estoy hablando de ser un pelota, como se decía antes.
El buen alumno de fotografía no se contentará solo con lo que aprende en clase. Nunca entenderé a los que solo leen lo que les mandan en el colegio o en la universidad. De todo podemos sacar provecho. Si nos recomiendan un libro o un autor nosotros lo entenderemos como una obligación. Es así de sencillo. Nunca será un camino fácil.
Cuando eres alumno de fotografía vives, a mitad del curso, una crisis. De repente te das cuenta de que no sabes nada. Y tienes miedo a coger la cámara. Es por toda la información que estás recibiendo. Es una sensación normal pero no debemos dejar que nos domine. La mejor receta es el trabajo incansable.
Porque ser fotógrafo cuesta. Y hay que luchar día tras día, disparo tras disparo. Solo así sacaremos provecho al curso al que nos hemos apuntado. Y sobre todo muchos se darán cuenta de que la fotografía no es conseguir likes. Es una forma de vida. Y si no es nuestra fuente de ingresos, una de las aficiones más exigentes que se conocen. Nunca será solo darle a un botón.
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