Se ha escrito mucho sobre el blanco y negro. Desde la irrupción del mundo digital ha sufrido una serie de altibajos por culpa precisamente de la tecnología. Pero con el paso del tiempo muchos hemos vuelto a sus brazos al descubrir una serie de técnicas y materiales que permiten una calidad superior a la clásica película y los papeles baritados virados. La clave de todo es descubrir cómo debería ser un buen blanco y negro.
Las respuestas son muchas. Y siempre que se puedan justificar son todas válidas. Hay muchas tendencias, desde los que aman configurar el jpeg de su cámara para sacar directamente esa escala de grises reducida, hasta los que siguen los preceptos de Vincent Versace. Y los que no se olvidan de las máximas de Ansel Adams, el padre putativo del sistema de zonas.
¿Por qué en blanco y negro?
Esta es la primera pregunta que nos deberíamos hacer antes de enfrentarnos a la técnica. ¿Por qué queremos hacer un blanco y negro? Mucha gente lo hace por motivos artísticos, que era lo que hacían los maestros, que queda mejor colgado en la pared, que es más fácil... Los grandes maestros trabajaban en blanco y negro porque era más barato, con un procesado más sencillo (se podía hacer en el maletero de un coche o en el cuarto de baño de la pensión) y porque los sistemas de color eran muy poco estables. No le deis más vueltas, en serio. El blanco y negro triunfo por esos motivos. Si el color hubiera sido más económico en los orígenes de la historia fotográfica el blanco y negro sería una anécdota.
¿Quiere decir que el blanco y negro no tiene valor? En absoluto. Creo que es una rama muy importante de ese árbol que es la fotografía. Nos permite fijarnos en la forma. Es un haiku fotográfico, una forma perfecta de quedarnos con la esencia de las cosas y librarnos de algo tan psicológico como el color. Salvo que seas tan barroco como Sebastiao Salgado.
El color despista y se lleva toda la atención. Intenta hacer una buena fotografía en color en la que encontremos un rojo en el fondo de la imagen y no despiste al espectador. En blanco y negro no pasa nada de esto. Tienes que estar pendiente de las luces y las sombras. Y te puedes olvidar de todo lo demás. No quiero decir que sea fácil, desde luego. Pero es más sencillo que el color.
Un maestro del blanco y negro, de la fotografía documental, jamás pudo destacar cuando trabajo en color. Robert Capa lo intentó, pues además le pagaban más en las revistas, pero pocas veces lo consiguió. Sin embargo, su blanco y negro, tan sencillo y directo, siempre nos hace soñar. Y eso que no destacaba especialmente por su trabajo en el laboratorio.
¿En qué hay que fijarse para hacer un buen blanco y negro?
Hace poco hemos leído un artículo de Mike Johnston, en el que el autor reflexiona sobre cuál es la tonalidad adecuada para lograr un buen blanco y negro. Y dice algo que me gusta mucho:
No soy un experto en las muchas maneras de hacer conversiones en blanco y negro, y no me importa cómo lo hagas. Lo que me interesa es el por qué, no el cómo.
Una buena fotografía en blanco y negro no debe salir de ninguna regla escrita. Tiene que salir de dentro y siempre se tiene que justificar sin palabras. Solo con la pura contemplación del espectador. Él es nuestro juez, el que va a decidir si le gusta o no. Yo, por ejemplo, defenderé siempre que una buena fotografía en blanco y negro debe tener al menos un blanco y un negro puros, con una buena representación de grises. Me da igual que sea clara u oscura. Solo le pido una buena escala tonal, que el histograma parta de los negros puros y roce el blanco absoluto.
Y tener claro que hay decenas de técnicas. Y que tenemos que encontrar la que se ajuste a nuestro estilo personal. Hay que actuar con cabeza siempre frente al ordenador. De nada me sirve conocer todos los vericuetos de Silver Efex Pro si no tenemos nada que decir. O utilizar la famosa acción de Greg Gorman, o el proceso de Michael Freeman, si no nos hemos esforzado en el momento del disparo.
El blanco y negro es ni más ni menos que una forma de pensar y actuar en el frente fotográfico. Nuestra misión como fotógrafos es encontrar el camino más sencillo para lograr plasmar una emoción tan artificial como una impresión en escala de grises y que la gente lo tome como cierto.
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