Cámaras Telemétricas (y V): Opinión y experiencias

Cámaras Telemétricas (y V): Opinión y experiencias
Facebook Twitter Flipboard E-mail

Después de cuatro entregas llegamos al cierre de esta serie, que espero que haya servido para dar a conocer a fotógrafos los más recientes esta vital parte de la historia de la fotografía que, con sus momentos altos y bajos, nunca ha dejado de acompañarnos desde hace muchas décadas.

En este capítulo voy a dejar los datos objetivos y a contaros mi opinión y experiencia personal. Obviamente está igual de abierto a crítica que el resto de artículos que, de hecho, han tenido un feedback estupendo, tanto positivo como negativo.

Para ello os voy a resumir cómo llegué a tener una Leica M8, por qué disfruto haciendo fotos con ella, pero también por qué no siempre la elijo a para salir a la calle y suelo completarla con otros equipos.

Como conocí a vuestra cámara

Tras haber pasado por compactas, réflex y últimamente CSC, tenía claro que quería conseguir una cámara cómoda de llevar a cualquier lado, con un sensor lo más grande posible (esencialmente, para minimizar la profundidad de campo a una apertura determinada), con un buen juego de controles manuales (no puedo vivir sin una rueda de aperturas), y que me facilitara la vida al máximo en cuanto al enfoque manual.

De Vuelta a Casa

De Vuelta a Casa. Leica M8 + Zeiss Biogon 35mm f/2. Foto: Alberto P. Veiga

  • Sensores grandes: Lo máximo disponible en la actualidad en formato CSC es el tamaño APS-C. En réflex tenemos mucho donde elegir, tanto en formato APS-H (1.3X) como en formato de 35mm, pero el tamaño y el peso se resienten.

  • Enfoque manual: Las réflex tienen el problema de que el tamaño del visor es proporcional al del sensor, así que para conseguir un buen enfoque manual lo ideal es buscar un pesado cuerpo full-frame. Los visores electrónicos de las CSC no tienen esa limitación, pero las ayudas al enfoque no siempre son cómodas de usar, y suelen ser bastante intrusivas.

Así que, sin querer, llegué a las telemétricas: una Leica M8 se puede conseguir por un precio de entre 1500 y 2000 euros, según sus condiciones y tu pericia buscando, y por unos 300 más podemos plantearnos un objetivo de entrada. En total, podríamos hablar de entre dos y tresmil euros para un equipo (químico o digital) bastante completo, sin irnos a la gama más baja ni a la más alta.

Con este esfuerzo económico, similar al de un equipo réflex de gama media/alta, tendremos un equipo de sensor relativamente grande (APS-H), una de las monturas con mejor gama de objetivos manuales, y una capacidad de enfoque manual bastante interesante.

Además, podemos evolucionar hasta equipos potentísimos (Leica M9, y algunos objetivos míticos); y si no es así no habremos perdido bastante, ya que estos equipos se deprecian bastante poco con el tiempo.

Por último, su look retro, su tamaño reducido y su poca sonoridad hacen que mucha gente la ignore (acostumbrados a la imagen del paparazzi de potente teleobjetivo), y para los que sí se fijen en ella, los años han conseguido darle un cierto carácter de icono de diseño que puede cambiar un “a mí no me saques” en un “qué cámara más bonita”. Perfecto, ¿no?

Las utopías tienen la manía de no serlo

welcome to the pleasure dome

Welcome to the Pleasure Dome. Agfa Isolette III MK2 (formato medio). Foto: filtran

Algunos me han preguntado por qué, teniendo este juguete, ¿por qué a veces me gusta callejear con una “simple” Micro 4/3? Para bien o para mal, mi herencia digital juega aquí en mi contra.

Para empezar, después de usarla bastantes meses, tengo una cierta relación amor-odio con su pantalla, que tiene una calidad tan baja (en comparación a cualquiera que encontremos a la venta hoy en día) que me da la sensación de estar trabajando con carrete, por aquello de tener que esperar al revelado en casa para saber si ha salido bien la foto. Tener una pantalla mejor implica necesariamente Leica M9 y un porrón de euros.

La medición, por otro lado, es “casi” ponderada al centro, ya que en realidad tiene una forma ovalada a lo ancho. En condiciones cambiantes de luz (una calle con soportales, donde se alterna luz y sombra) tengo que jugármelas a variar a mano la exposición permanentemente, o a medir y reencuadrar para cada foto. Ahí echo de menos las mediciones matriciales de cualquier cámara moderna, o al menos tener una realmente puntual (como en las Leicas antiguas).

En cuanto al enfoque, es cierto que en ocasiones es simplemente maravilloso, pero también tiene sus problemas: Para empezar, no es fácil si tenemos patrones repetitivos, ya que no hay una manera rápida de saber si el tronco del árbol que estás usando de referencia es del árbol correcto o del que está al lado.

También, y a diferencia de muchas otras cámaras, sólo podemos enfocar al centro, así que nuevamente nos veremos forzados a reencuadrar, perdiendo una de las mejores bazas de su visor: la capacidad de afinar el encuadre primero, y pararnos a ver cómo se monta la escena a su alrededor.

En este punto, muchos fotógrafos clásicos os habréis llevado las manos a la cabeza. Soy consciente de que mis problemas con esta cámara son los mismos que han encontrado y superado algunos de los grandes artistas del último siglo. Ahí apelo al principio de esta sección: no quiero buscarle fallos a las fotografía “de toda la vida” (¡todo lo contrario!), sino poner sus capacidades en comparación su competencia actual.

Entonces, ¿para qué te la compraste, melón?

Cecilia

Cecilia. Leica M8 + Voigtlander Nokton 50mm + flash Strobist. Foto: Daniek Zedda

Porque me encanta usarla, de una manera que no soy capaz de medir con números o tan siquiera con argumentos. Una cámara como esta M8 es una gozada de usar: todo está a mano, y nada te distrae, una conjunción de elementos que cualquier diseñador estaría encantado de afirmar sobre su producto.

Por eso, en este equipo hasta las fotos fallidas me producen satisfacción, porque de alguna manera son tus fotos fallidas, de una manera más personal que los descartes de cualquier cámara con más automatismos.

Una telemétrica es para pararte, disfrutar, buscar la foto, acercarte todo lo posible, pulsar el disparador, y salir, sabiendo que el resultado (sea el que sea) te va a pertenecer a tí, y no a ningún fabricante orgulloso de sus equipos.

En la práctica, y con los datos en la mano, conjuga los factores que ya os resumí al principio de este texto: pequeño tamaño, moderado peso (las Leicas son un tanque), gran calidad y, sobre todo, un mimo al detalle para que enfoque, encuadre y exposición manual sean perfectos y cómodos.

Por eso, creo que es una experiencia de la que todo fotógrafo obtiene algo, que luego puede aplicar al resto de su equipo, más allá incluso de la que pueda sacar de otras cámaras totalmente manuales.

Epílogo

Epílogo. Leica M8 + Voigtlander 15mm. Foto: Daniel Zedda

  • ¿Le recomendaría por tanto a cualquier fotógrafo que se pase a este mundillo?

    No, por lo general: una réflex digital con un zoom todoterreno es más versátil, una compacta o un buen móvil son más llevaderos, y una réflex clásica seguramente será más barata, pero cada experiencia de uso será distinta a la anterior.

  • ¿Le diría a un fotógrafo callejero que complemente su equipo con una telemétrica?

    Siempre que esté en sus posibilidades, sí. Ni aquí ni en ningún otro caso le recomendaría el tope de gama, pero las primeras telemétricas digitales empiezan a tener precios jugosos, y las clásicas mantienen los suyos, con lo cual en cualquiera de los dos casos puedes jugar con ellas unos meses y prácticamente recuperar la inversión.

Con esto acabo mi opinión personal, y con ella esta pequeña serie de cinco entregas, pero por supuesto aquí no acaba la cosa: estamos deseando que uséis los comentarios de estos artículos, o incluso nuestra sección de respuestas para que nos contéis dudas, quejas, experiencias y opiniones sobre estas fascinantes obras de ingeniería que son las cámaras telemétricas.

Foto de cabecera | Alberto P. Veiga (Flickr)
En XatakaFoto | Cámaras telemétricas

Comentarios cerrados
Inicio