Hay muchas formas de trabajar con una cámara al hombro. Hay muchas formas de enfrentarse a la realidad. Algunos quieren documentar lo que ven, otros entender la realidad, hay quien se la inventa... Pero lo importante de la fotografía, lo que la diferencia de todo lo demás, es que es obligatorio estar ahí, donde sucede todo. Y como fotógrafo tienes que saber qué hacer para conseguir la mejor imagen posible.
Es muy importante saber qué actitud tomar con una cámara. El mundo a veces te desarma y si te dejas llevar por los sentimientos puede que no consigas contar nada. A raíz de una conversación recordé que cada uno tiene una forma de responder en la fotografía. Cada uno utiliza la cámara como puede para lograr las imágenes que quiere. Y la forma de hacerlo nos llevará a ser de una forma u otra. Nunca mejores o peores. Aquí se define el estilo de cada uno.
Se puede hacer una lista de las formas de utilizar la cámara. Hay quien responde igual con ella que sin ella. Otros les puede dar hasta vergüenza llevársela a los ojos. Existen fotógrafos que dejan de sentir, la cámara les sirve de armadura; o la utilizan como capa de invisibilidad... Yo la transformo en un escudo.
La cámara como escudo
Yo soy tímido. Y parece que es algo incompatible con la fotografía. Dudo mucho y me cuesta acercarme a la gente (aunque con el tiempo y gracias precisamente a la fotografía voy cambiando). Me gusta confiar en la gente y evito lo que hacen muchos en las redes, trato de evitar opinar sobre alguien o algo si no conozco el tema o a la persona (es difícil conocer sus circunstancias). Procuro ser educado y seguir la máxima de evitar hacer lo que no me gustaría que me hicieran.
Todo esto trato de trasladarlo a la fotografía. Intento fotografiar como soy cuando hago mis trabajos personales. Y que todo tenga una explicación. Por supuesto puedo fallar por falta de tiempo, por cansancio o por cualquier motivo. Soy una persona antes que una máquina. Así que tengo sentimientos. Me muevo por emociones y dependo muchas veces de la motivación.
A lo largo de mi vida profesional me he tenido que enfrentar a situaciones muy duras. Y la cámara estaba conmigo. Tenía la responsabilidad de contar lo que estaba sucediendo. Sobre todo quería hacerlo. En muchas ocasiones era consciente de que si no tuviera una cámara yo no podría estar ahí. La fotografía me ha dado mucho.
En muchas ocasiones era consciente de que si no tuviera una cámara yo no podría estar ahí. La fotografía me ha dado mucho.
Así que con el tiempo he ido aprendiendo y dando forma a mis máquinas para lograr que fueran como yo necesito. Y mis Canon, Fuji, Sony se han convertido en escudos que me protegen. Me dejan acercarme a la realidad, me dejan sentir los golpes pero impiden que me haga demasiado daño. Tengo rasguños, a veces heridas profundas. Pero nunca han dejado que me muera, que me hunda y las guarde en la mochila.
Así tengo la fuerza para acercarme a las cosas, dejar que me toquen la fibra sensible y ser capaz de responder con mis disparos. Con esta defensa puedo acercarme a la historia que quiero contar. Puedo emocionarme, empatizar con las personas y evitar derrumbarme ante la realidad. Muchas veces no te lo puedes permitir.
La protección del escudo fotográfico
El mundo duele. Hay gente que disfruta haciendo daño a los demás (no hay más que leer algunas reacciones furibundas en muchos medios y redes sociales. La experiencia sirve para tratar de entenderles. En la calle, en la vida, te das cuenta de todo lo que hay fuera. No hace falta irse muy lejos. Muchas veces solo hay que vivir el día a día, para comprenderlo.
Una de las veces que me derrumbé como fotógrafo fue en la República del Chad. Estaba cubriendo con políticos españoles y ACNUR la situación de los campamentos de refugiados de la guerra de Sudán. Cruzamos en avioneta toda la frontera. El plan era cambiar de ubicación los campamentos y llevarlos cincuenta kilómetros al interior para evitar que los soldados secuestraran a los niños y violaran a las mujeres que vivían ahí...
En el primer campamento, sin agua potable pero con Coca Cola a venta, nos rodearon todos los niños. Allí vivían 5000 personas. Y solo querían que les diésemos la mano. Y no pude parar de llorar. Me tuve que ir detrás de una tienda. Pero así no podía contar nada con mi cámara. Estaba ahí gracias a ella. Fue uno de los momentos en los que me di cuenta de que sería incapaz de ir a una guerra. Pero comprendí que si no hacia fotos mi presencia no tenía sentido. Me escudé con mi vieja Canon EOS 1 y me lancé.
El mismo día me quedé bloqueado pero hay cosas que contar y recordar para evitar que vuelvan a pasar. Y la fotografía es perfecta para conseguirlo.
Otra ocasión dura fueron los atentados del 11M en Madrid. Me tocó cerca. Vi todo. Y no pude sacar la cámara. Demasiados sentimientos. El mismo día me quedé bloqueado pero hay cosas que contar y recordar para evitar que vuelvan a pasar. Y la fotografía es perfecta para conseguirlo. Así que pude ayudar a fotógrafos extranjeros a recorrer los escenarios del horror para medios internacionales. y con el tiempo colaboré con una revista cultural, 'Cuadernos de Sornabique', para contar lo que sentí. En muchos lugares lloré pero tenía por fin mi escudo.
Y puedo contar mil cosas más, pero quiero recordar lo que me ayudó la fotografía y la protección que me dio para enfrentarme a la cruel enfermedad que se llevó a mi padre. Mi escudo me permitió contar lo que estaba sintiendo, me secaba las lágrimas. Y sobre todo y ante todo me permite recordar cada minuto de aquellos días. Es bonito tener recuerdos pero, como dice Cristina García Rodero, lo mejor es poder robárselos al tiempo.
Muchos piensan que la fotografía solo consiste en técnica, en conseguir fotos sin ruido. Pero es mucho más. Es una forma de vida ¿Cómo utilizas la cámara?
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