No es la primera vez que hablamos en Xataka Foto de esta estupenda película dirigida por Richard Linklater. Yo mismo hablé de ella a principios del pasado mes de mayo, antes de su estreno en los cines, para reflexionar acerca de la coincidencia evidente que se da entre la forma en que está rodada «Boyhood (Momentos de una vida)» y los time lapses que tanta popularidad han adquirido entre los fotógrafos, profesionales y aficionados, durante los últimos años.
Lo que ha provocado que vuelva a hablaros de esta película es que ayer mismo tuve la oportunidad de verla. No obstante, mi intención no es ofreceros una crítica cinematográfica. Si os apetece leer una os invito a que echéis un vistazo a alguna de las que han publicado nuestros compañeros de Blog de cine. Lo que voy a intentar hacer es reflexionar brevemente acerca de la influencia de las técnicas fotográficas poco habituales en el cine que están presentes en esta película, y también reconocer la indisimulada forma en que Linklater homenajea a la fotografía como forma de expresión artística.
Boyhood recorre 12 años en la vida de una familia absolutamente normal, pero lo hace a través de una mirada transparente en la que la mayor parte del peso la lleva Mason, el hijo menor. Linklater filmó esta película en tan solo 39 días, pero, y es aquí donde reside su originalidad, repartidos a lo largo de nada menos que 12 años.
Durante los 165 minutos de metraje vemos cómo todos los personajes que desfilan ante nosotros en la pantalla envejecen, pero lo hacen de verdad, sin maquillaje ni efectos especiales. El parecido de este recurso con el de esos time lapses, algunos muy cuidados, en los que somos testigos de la huella que deja el paso del tiempo en una o varias personas es evidente.
Amor declarado hacia la fotografía
Esta es una película sencilla, poco ambiciosa si analizamos una a una sus secuencias, pero que adquiere un calado más hondo y una mayor capacidad expresiva en su conjunto, que es como creo que debe ser contemplada. Los responsables de su fotografía, Lee Daniel y Shane Kelly, permiten que la cámara siga con naturalidad, a veces «cámara en mano», el viaje hacia la madurez de los cuatro miembros de la familia.
En este momento me veo obligado a hacer un inciso para reconocer el magnífico trabajo de los cuatro actores que interpretan a los personajes protagonistas. Tanto Ellar Coltrane, el joven actor que interpreta a Mason, como Lorelai Linklater, la hija del realizador, y, por supuesto, Patricia Arquette y Ethan Hawke, lo bordan. Sus personajes resultan creíbles durante cada minuto de metraje. De hecho, estoy convencido de que Arquette y Hawke serán nominados en la próxima edición de los Oscar.
Aun así, más allá de su aparente sencillez, hay varios planos en exteriores con una fotografía realmente bella, y también varias secuencias minuciosamente planificadas, como ese plano secuencia en el que Mason divaga con una compañera de su clase mientras se desplazan, él, a pie, y ella, en bicicleta.
No puedo rematar el post sin antes mencionar el amor confeso de Linklater por la fotografía, expresado a través de la pasión que Mason siente hacia ella desde su niñez hasta que decide estudiar fotografía en la Universidad. Un bonito homenaje presente durante todo el metraje y que reconcilia al realizador con esa forma de expresión tan presente en toda su filmografía, desde Slacker, su opera prima, hasta la trilogía que inició con Antes del amanecer.
Si te gusta el cine sin aditamentos, puro, formalmente sencillo, pero, a la par, conceptualmente complejo, no permitas que se te escape Boyhood. Es una de esas escasas películas cuya huella perdura.
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