Con frecuencia una terrible catástrofe natural deja paso a pequeñas historias en las que la solidaridad y la bondad consiguen imponerse al dolor. Lo que sucedió a Kazuo Wakabayashi, un japonés de 66 años, forma parte de una de ellas. Este hombre fue una de las personas que perdieron la vida el pasado 27 de septiembre, durante la erupción inesperada del volcán Ontake, situado en la isla de Honshu, la misma en la que se encuentran ciudades tan pobladas e importantes como Tokio, Osaka o Kioto.
Durante las tareas de recuperación de los cuerpos de las 56 personas a las que se llevó por delante la erupción aparecieron también muchos de los objetos que los montañeros llevaban encima durante su visita al volcán. Y entre ellos estaba una cámara bridge de Nikon con cuerpo de color rojo en muy mal estado y repleta de ceniza, precisamente la que Kazuo se llevó consigo para fotografiar el volcán. La prensa local se hizo eco del descubrimiento, lo que permitió a varios empleados de Nikon leer la noticia y hacer algo al respecto.
Al parecer, la cámara del señor Wakabayashi llegó a las instalaciones de Nikon con el cuerpo y el objetivo muy dañados debido a la alta temperatura de la ceniza. Aun así, no solo consiguieron restaurarla y permitir de esta forma que pueda seguir siendo utilizada; también recuperaron las 200 fotos que Kazuo había tomado y que residían en el interior de la cámara.
Después de la restauración, Nikon entregó la cámara a una de las hijas de Wakabayashi sin cobrarle nada por la reparación y recuperación de las fotos. Un detalle que le honra, pero no por el valor material de la cámara, que en circunstancias así es lo de menos, sino por lo que esa cámara y esas fotografías deben significar para los familiares de esta víctima del volcán. Sin duda, es un detalle bonito de una compañía que decidió no hacer «oídos sordos» a un suceso terrible y agradecer así la confianza de uno de sus clientes.
Vía | Nikon Rumors
Más información | Rocket News 24
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