Los buenos libros de fotografía cuentan historias. Los buenos libros los tienes guardados en tu biblioteca para volver a verlos cuando te llaman o cuando los recuerdas. 'Como la casa mía' de Laura Carrascosa Vela nos cuenta la historia de Xirou Xiao. Y siempre que lo abres puedes descubrir cosas nuevas.
Me encanta ir a las librerías. Siempre tengo que pasar. Y me voy directamente a la sección de fotografía. Ahí encuentro muchas cosas que llaman mi atención. Y otras que no termino de entender. Es imposible conectar con todo. Y aunque haya gente que no entienda tus gustos, me gusta decir siempre lo que pienso.
Porque un libro de fotografía te tiene que entrar por los ojos, es un lenguaje visual que te conquista con la mirada. No tiene que gustarle a todo el mundo, no tienes porque estar de acuerdo con los demás. Solo tienes que tener criterio y saber explicarlo. Y a veces te gusta sin más.
Es lo que ocurre con 'Como la casa mía', un libro de Laura Carrascosa Vela (1993), una fotógrafa y creadora audiovisual afincada en Madrid que con su segundo libro, publicado en la editorial Dalpine, consiguió ser finalista a Mejor Libro de Fotografía del Año en la categoría nacional de PhotoEspaña 2020.
En los tiempos que corren, y con las agendas que tenemos, solo hemos podido hablar por las redes. Y así hemos podido hacer una pequeña entrevista, después de leer el libro, que nos acerca a su forma de entender la fotografía.
'Como la casa mía' de Laura C. Vela
Hace tiempo llegó a mis manos 'Como la casa mía', un pequeño libro de fotografía con una portada color mandarina. La autora, Laura Carrascosa Vela, nos lo ofreció. Y me sorprendió desde el primer momento. Es un libro intonso, con los bordes sin contar. Las páginas tienen muy poco gramaje. Y lo que para muchos supone un problema se convierte en un recurso narrativo imprescindible que te invita a pasar más tiempo con él.
Un buen libro de fotografía es una buena historia. Es una sucesión de imágenes que funcionan como palabras. Siempre que abro sus páginas me detengo en sus disparos, no necesito los textos. Luego empiezo a leer y compruebo si mi primera visión ha sido la correcta. Huelga decir que muchas veces me equivoco.
Con la lectura completa siempre descubres más cosas, las letras y las fotografías son una mezcla perfecta cuando aportan fuerza a la historia. Hay que huir de las frases pedantes, los sentimientos ajenos y las palabras que solo se encuentran en los diccionarios. Y creo que entonces es cuando te das cuenta de que el libro que tienes entre las manos merece la pena.
El título del libro lo encontramos solo en el lomo. Una vez lo abrimos descubrimos la fotografía de una ventana, el reflejo de una casa en los cristales. Y sabemos que vamos a ver una historia íntima. Una chica que señala a un árbol de mandarinas y luego vemos cómo lo huele... Es el secreto de la edición, donde los fotógrafos se hacen.
El libro es una deriva hacia el interior de la protagonista, una migrante china. Durante tres años y medio, Laura acompaña a Xirou en la búsqueda de una forma de estar en el mundo, construyendo una identidad en continua adaptación.
Es la historia de Xirou en España. Es un libro sobre la amistad en el que tienes todas las pistas a través de las manos de Xirou y los ojos de Laura. Y tienes que buscar los textos, ver a trasluz, abrir como una casa cuando el texto está escondido, jugar con las páginas para encontrar cosas que puedes haber perdido en una primera lectura.
Así que aprovechamos el ofrecimiento e hicimos una pequeña entrevista por internet para conversar sobre el libro y los temas que nos apasionan.
Una pequeña entrevista
En tu currículum vemos que has estudiado filosofía y fotografía y observamos que es frecuente la relación en muchos autores. ¿Cuál es la relación que estableces entre la filosofía y la fotografía?
Desde pequeña he estado interesada en las palabras y las ideas. En expresarme, en darle vueltas a las cosas, e incluso en obsesionarme con ellas. Creo que buscaba entender el mundo y a las demás personas. Pertenecer, sentirme parte, reflejarme en ellas y verme. Tenía un diario y a veces reflexionaba sobre una única palabra o una frase que alguien me había dicho.
Más tarde descubrí que hay cosas que no se pueden expresar con palabras: el asombro de los primeros cuerpos que ves y fotografías al detalle, la sensación de las últimas horas de la tarde cuando cae el sol, la manera en que alguien te mira, el verde intenso después de la lluvia… Me gustaba llevar conmigo cámaras pequeñas y relacionarme con otras personas o contar a través de las fotos.
Aunque soy emocional, siempre tiendo a partir de ideas, textos que subrayo, historias. Y mis proyectos fotográficos se construyen desde ahí.
La búsqueda, el diálogo entre disciplinas y la curiosidad ha sido algo que siempre me ha acompañado. Creo que nuestra motivación a la hora de hacer fotos condiciona la manera en que miramos y va construyendo nuestro discurso personal.
Decía Rilke que leer y escribir nos hace 'encariñarnos con las preguntas' en vez de anhelar respuestas rápidas. Creo que la Filosofía es justo eso, vivir con una actitud de preguntarse, y la Fotografía es estar a la escucha.
En el libro se siente la relación de amistad con Xirou. Sigues la famosa frase de Robert Capa sobre estar cerca de las cosas pero no solo desde el punto de vista físico sino emocional. ¿Cómo te enfrentas a tus proyectos? ¿La técnica en qué punto la sitúas?
(Creo que esto se ha dejado vislumbrar un poco en la pregunta anterior… muy emocional sí!!!)
Me enfrento a mis proyectos partiendo de la curiosidad: algo llama mi atención y me dedico a escucharlo. Más tarde voy descubriendo por qué me ha atrapado, cuánto de mí hay ahí, y qué quiero contar.
En el caso del proyecto Como la casa mía ambas teníamos la misma edad y estábamos en pleno proceso de búsqueda del hogar, el hogar entendido no como la casa sino como mucho más: ese espacio en el que te sientes tú, en el que sueñas, en el que estás segura, arropada, en el que te ven y te nombran.
La carga emocional es muy importante, porque si no conecto no habría proyecto, y si la persona fotografiada tampoco conecta conmigo no habría magia ni continuidad… Mis proyectos son largos: ahora estoy inmersa en otro, ‘Siempre van solos, los bichos’ con el que llevo tres años.
Xirou y yo, después de los años, seguimos siendo amigas y haciendo proyectos juntas. Ella guarda el libro con mucho amor y una especie de orgullo bonito, y eso es lo más bello que me llevo de esta experiencia, porque a veces me surgían dudas... ¿Qué pensará ella de todas las fotos que le hago? ¿Se cansará de mí? Ella me está compartiendo su imagen, su historia... Y yo, ¿qué le doy?
Pero la técnica también es importante. Como mis fotos suelen ser cotidianas y sencillas, necesito una cámara que no sea muy grande para poder llevarla conmigo. También una cámara que no asuste al fotografiado. En mis últimos proyectos he utilizado una Pentax MX con el clásico 50mm y una compacta Rollei AFM 35.
Me gusta mucho el color y sentirme cerca del proceso, así que trabajo con película de 35mm, en analógico. Además, como soy fotógrafa de oficio, me gusta establecer esta diferencia entre los trabajos personales y los profesionales, y dejo el digital, las prisas y la perfección para los encargos.
Ahora me gustaría fotografiar unas ruinas que hay en mi pueblo, y para eso me he comprado una Zenza Bronica de medio formato. ¡Si la crisis me lo permite, compraré unos cuantos rollos y a disparar!
La edición de tu libro te ayuda a acercarte a la historia que nos quieres contar. ¿El fotógrafo se hace en la edición?
Totalmente. O al menos, yo lo veo así. No concibo no formar parte de la edición y secuencia de mis fotos, como tampoco concebiría no hacer el retoque o el color. Me parece algo muy personal, que interfiere totalmente en el discurso…
Hacemos muchísimas fotos y escoger cuáles van a formar el proyecto, en qué orden, de qué manera, cómo se van a relacionar entre sí, cómo van a bailar, lleva muchísimo más tiempo que disparar. Creo que es en ese tipo de decisiones cuando se manifiesta la autoría y cuando la magia empieza a surgir…
Las fotografías sueltas están en silencio: quien nos habla es nuestro mundo -que proyectamos al mirar- y es al conectar unas fotografías con otras cuando empiezan a decir más.
Eso no quiere decir que otras personas no puedan intervenir y colaborar con su experiencia para que el resultado final sea más fino. En 'Como la casa mía', la edición la hicimos Gonzalo Golpe y yo, y gracias a él y a Underbau, los diseñadores, el libro es como es. De hecho, gracias a Gonzalo, vi de qué trataba el proyecto que tenía… Me ayudó a verme.
Así que si queréis disfrutar de una historia de amistad, de una visión oriental en un mundo occidental, de Chavela Vargas y Tanizaki y su 'Elogio de las sombras', y de una edición muy llamativa, no dejéis de buscar en las librerías este libro de edición limitada. Seguro que lo miraréis una y otra vez.
- 'Como la casa mía'
- Laura Carrascosa Vela
- Editorial Dalpine 2019
- PVP: 28 €