Se dice que de la puerta del despacho de Ernst Leitz II, el presidente de Leica durante las primeras décadas del siglo XX e hijo del fundador de la compañía, colgaba un cartel que rezaba lo siguiente: «Por favor, pase sin llamar». Quizás no sea cierto, y tan solo forme parte de esa leyenda que pretende revestirle de un aura de bondad. O es posible que sí sea algo real y coherente con lo que os voy a contar en este post.
La familia Leitz no solo ha estampado para siempre su huella en la historia de la fotografía; también lo ha hecho en la de cientos de personas que, gracias a Ernst Leitz II y a Elsie Kuehn-Leitz, su hija, pudieron mantenerse con vida durante los primeros compases del Holocausto. Durante las primeras décadas del siglo XX una parte importante de los empleados de Leica eran judíos, y, al parecer, su jefe entendió rápidamente qué debía hacer cuando los nazis se hicieron con el poder en Alemania.
Leitz decidió enviar a tantos empleados y colegas judíos como pudiese a trabajar a sus oficinas en Francia, Reino Unido, Estados Unidos y China con un objetivo: ayudarles a escapar de la Alemania nazi. Al parecer, no tardó mucho en recurrir a esta treta para poner a salvo a tantos ciudadanos judíos como pudo, fuesen o no empleados o conocidos suyos, en una maniobra muy similar a la que todos conocemos gracias a «La lista de Schindler».
Es posible que ya conozcáis esta historia, y también que ya hayáis visto el vídeo que os voy a recomendar a continuación, pero está adquiriendo nuevamente relevancia en Internet durante estos últimos días, y merece la pena recuperarlo para que aquellos que no conozcáis esta interesante historia estéis al tanto. El vídeo está en inglés y carece de subtítulos, pero si os defendéis medianamente bien en este idioma, merece mucho la pena que le dediquéis los apenas diez minutos que dura.
Vía | Leica Rumors
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