Yoshihisa Maitani es el hombre que de la mano de Olympus firmó un hito en el mundo de la ingeniería fotográfica gracias a la Olympus OM-1 y su modelo 'NASA'. Durante los 70, este equipo fue el rey absoluto del mercado y se consolidó como una sólida y miniaturizada opción profesional junto a la Nikon FM2, contra la que compitió mano a mano.
La creación de la línea OM
Todo toma forma en la mente de Yoshihisa Maitani, el ingeniero amante de las cámaras que desarrolla en Olympus el sistema OM. En 1948 teniendo Maitani 15 años, se interesa por las telemétricas de Leica, comprando una Leica III con la que dá forma a su pasión inscribiéndose en el taller de fotografía de su instituto y obteniendo cuatro patentes de cámaras al año siguiente.
En 1956 ingresa en Olympus como ingeniero y nueve años después empieza a trabajar en el desarrollo del sistema Olympus OM, que se desarrolló como un equipo que pudiera emplearse en todos los campos de la fotografía. creando en 1972 sienta las bases del proyecto.
En 1973 crea la Olympus OM-1, la que es más allá de toda duda la cámara de 35 milímetros más pequeña y ligera del mercado. Atendiendo a sus especificaciones técnicas, encontramos un equipo de 136x83x50 milímetros y un peso de 510 gramos. En el momento de su lanzamiento, Olympus disponía de un parque de 30 objetivos y 12 pantallas de enfoque intercambiables, lo que la convirtió casi instantáneamente en el equipo predilecto por cualquier profesional.
Es una cámara diseñada para resistir el uso a lo largo de los años, discreta cuando se necesitara realizar fotografía callejera y versátil para ser usada en cualquier entorno y tipo de fotografía, desde deportes hasta macrofotografía.
Entre los hitos de la OM-1 se encontraba ofrecer una mayor profundidad de campo que las Hasselblad 500/500CM de 6x6 con un tamaño mucho menor y con un peso de 510 gramos en comparación a los más de 2 kilogramos que pesaba la línea 500 de la firma sueca.
Extraordinario visor óptico
El pentaprisma de la Olympus OM-1 bebió directamente de los visores de Leica, en concreto de la M3. Yoshihisa Maitani creía que la simbiosis del visor con magnificación x0.92 de la cámara alemana en conjunción con 50 milímetros era perfecta, por lo que consiguió exactamente la misma magnificación y un 97,5% de cobertura de la imagen. Todo esto fue posible gracias a un visor gran angular junto a un pentaprisma excepcional, consiguiendo proyectar un 30% más del total de la imagen que el resto de SLR del mercado en 1973 convirtiéndose en un hito en la historia de la ingeniería fotográfica.
No debemos olvidar que estamos hablando de un equipo extremadamente compacto para su época, por lo que la inclusión de este excepcional visor propio de cámaras más caras o de mayores dimensiones era todo un reto durante los 70. Tal fue su repercusión que se ha seguido empleando en todos los equipos desde 1973 hasta nuestros días, siendo superado por la Leica R8 en el 96 la Leica R9 en el 2002 a costa de un tamaño y pesos más altos.
Contacto entre la NASA y Olympus
El romance de la NASA con Olympus comienza con el desarrollo de los primeros trasbordadores espaciales. Anteriormente, en misiones como la Mercury, Gemini 2 o la Apolo 11, la NASA había empleado mayormente setups de cámara Hasselblad (550C y Electric Data) en conjunción con objetivos Carl Zeiss (Planar 80mm ƒ/2.8 y Biogon 60mm ƒ/3.5). Las emulsiones elegidas para captar el espacio fueron, entre otras, la monocromática Panatomic-X y las coloridas Kodak Ektachrome SO-68 y Ektachrome SO-121.
Con el desarrollo de los trasbordadores, la NASA se plantea comprar tres Olympus OM-1 para documentar estas nuevas misiones. El objetivo era disparar con ƒs intermedios para conseguir toda la profundidad de campo posible, disparando a velocidades lentas que podrían trepidar la fotografía. Para solucionarlo, la NASA se centró en el uso de grandes angulares y una técnica de toma fotográfica que describiremos a continuación.
La decisión de usar grandes angulares por parte de la NASA coincide en 1980 con uno de los mejores momentos de Olympus si hablamos de cristalería ya que el parque de Zuiko eran variado, de altísima calidad, compactos y ligeros. Entre los más destacados encontramos...
- Zuiko 21mm ƒ/2, con 250 gramos tenía una profundidad de tan sólo 44 milímetros.
- Zuiko 21 mm ƒ/3.5, con 85 gramos que ofrecía una alta resolución y contraste incluso a máxima apertura.
- Zuiko 21 mm ƒ/2, con 250 gramos y 44 milímetros de largo.
- Zuiko 24 mm ƒ/2 que con 280 gramos es uno de los mejores objetivos en esta focal además de ser muy luminoso.
- I Zuiko Auto-W MC 28 mm ƒ/2 con 245 gramos.
- G-Zuiko Auto-S 50 mm ƒ/1.4 con 230 gramos.
- Zuiko Macro 50 mm ƒ/2 con 200 gramos que ofrecía altísima resolución y bokeh de calidad.
- G-Zuiko Auto-S 55 mm ƒ/1.2, el más luminoso de la lista siendo también el más pesado con un peso de 310 gramos.
La forma definitiva de la Olympus OM-1 'NASA'
La construcción de una cámara para la NASA poco tiene que ver con la construcción para el público consumidor, por lo que la agencia le encomendó a Olympus cuatro modificaciones para la cámara que los astronautas llevarían al espacio.
Los componentes mecánicos serían los más punteros de la firma, empleando lubricantes para las piezas designados por la NASA para evitar que hiervan en el vacío y pueda dañar elementos de alta importancia como las ópticas.
Las cámaras estarán cubiertas de una pintura negra mate especial que no se desgasifique.
Se elimina la cobertura de cuero artificial
La más importante: las cámaras dispararán con el espejo levantado, tanto en tierra como durante las misiones en los trasbordadores, lo que implica una construcción duradera y simplificada respecto a los modelos comerciales.
Con esta última exigencia, el maravilloso pentaprisma que Maitani había creado para la OM-1 quedaba inutilizado por exigencias de la agencia americana.
Workflow de los astronautas con la OM-1
La teoría estaba calculada, pero faltaba la práctica para determinar si los astronautas sabrían sacar partido de la OM-1 empleando velocidades de obturación lentas. Los astronautas son científicos, no fotógrafos, por lo que era necesario entrenarles en el uso de los equipos fotográficos para conseguir instantáneas de calidad.
Estaba previsto por la NASA que los astronautas fotografiaran con el espejo bloqueado hacia arriba, impidiendo que pudieran ver lo que estaban fotografiando. Este asunto no era un problema, ya que debían realizar las fotografías con los brazos pegados al cuerpo y la cámara apoyada en el pecho para minimizar la trepidación todo lo posible. Así, con unas velocidades que iban desde 1/15 a 1/60, un diafragma intermedio entre ƒ/4 y ƒ/11 en combinación con diafragmas intermedios y grandes angulares como los Zuikos 28 y 35 milímetros, se podría fotografiar la misión con algunos de los carretes más lentos del momento, como el Kodachrome 64 K-14 (ASA 80), el Ektachrome 64, Ektachrome 200 y las mejores emulsiones monocromáticas como el Kodak Panatomic-X (ASA 64) y el Kodak Plus-X (ASA 125).
La Olympus OM-1 acortó la abismal diferencia de calidad entre una formato medio y una 35 milímetros convencional, por lo que otra de las ventajas reside en el propio sistema fotográfico, ya que se consiguen 36 exposiciones en lugar de 12 y se trabaja con una cámara más ligera y pequeña.
Una cámara avanzada a su tiempo
En definitiva, la Olympus OM-1 fue una cámara adelantada a su tiempo en peso y tamaño, que miniaturizaba la fotografía para hacerla más accesible al público. Su pequeño tamaño y peso fue el resultado de un ejercicio colosal de optimización de un sistema que hasta entonces era poco más que un juguete y que permitió competir casi de forma directa con las formato medio al salvar gran parte del abismo que las separaba.
Sus ópticas, producto de una labor de investigación y desarrollo por parte del equipo japonés liderado por Yoshisada Hayamizu, rivalizaron con los cristales Nikon, Canon y Pentax en calidad manteniendo un peso y tamaño comedidos tal y como manda la línea OM.
Fue una cámara con una tremenda relación calidad-precio producto de la optimización de cada uno de sus componentes por parte de Yoshihisa Maitani. Lo mismo pasó con las ópticas Zuiko, que actualizó sus esquemas ópticos y sus elementos para mejorar la calidad. Con la simplificación de los mecanismos y mejora de los componentes se mejoraba la producción y se podía vender en el mercado a mejor precio.
Como todo esfuerzo tiene su recompensa, el final feliz de Olympus fue llevar tres de estos pequeños monstruos al espacio.
Fuente y fotografía de portada | El rectangulo en la mano
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