Ayer no fue el mejor día para visitar la muestra. Ubicada en la sala de exposiciones de la Fundación Canal en Plaza Castilla, una de las mejores exhibiciones de esta temporada en Madrid se nos presenta como algo fresco, sí, habéis leido bien, y es que a pesar de que estamos hablando de fotografías presentadas en los años 50, bajo el prisma actual, son de una modernidad aplastante.
En ningún momento sentí el paso del tiempo en las fotografías, deacuerdo que la moda y la fisionomía de los que salen retratados ha cambiado, pero el aire que respiramos al verlas no viene cargado de vicios, es puro, es buen hacer fotográfico, es dejarnos con la boca abierta gracias a una serie de imágenes que no admiten peros.
Magnum, la agencia de fotoperiodismo más importante del mundo, vuelve a maravillarnos gracias al hallazgo de unos embalajes originales encontrados en el Institut Français de Innsbrück. En ellos se encontraron lo que vino a ser la primera exposición "El rostro del tiempo" llevada a cabo por varios miembros de la Agencia en 1955.
La exposición Magnum's First
En esa exposición se pusieron de manifiesto las características propias de un nuevo fotoperiodismo donde se daban cita la genialidad del fotógrafo como artista con los conceptos propios de reportero. Y esa impronta es reconocible en cada fotografía. Ya no se trataba sólo de documentar la realidad sino que además el autor podía elegir cómo contarla.
Por ello nos encontramos en esta muestra con fotografías que conservan un marcado sello propio del fotógrafo. Y por esa misma razón se nos antojan tan actuales. No son fotografías encorsetadas, hay movimiento en el trabajo realizado, hay una manera de crear que nos lleva a quitarnos el sombrero ante algunas genialidades de Ernst Haas durante el rodaje de "Tierra de faraones" o Inge Morath, pura elegancia en la fotografía de calle, que bien nos podría recordar (en la distancia) a Scott Schuman por el estilismo de los fotografiados.
Hay un rostro que deja petrificado a quien lo contempla, nada más comenzar la exposición, a manos de Werner Bischof, del que ya hablamos por su reportaje sobre India. La carita de un niño que mira a cámara con las lágrimas cayéndole por las mejillas y que forma parte de la serie considerada como una de las mejores dentro de la historia del fotoperiodismo. Y es que el nivel ya es alto para acostumbrarnos a los grandes que vendrán después como Henri Cartier-Bresson, con unas intensas fotografías sobre Gandhi consideradas obra cumbre del fotoperiodismo mundial o Robert Capa, que quiso llevar paz a la muestra con unas fotografías de folclore tomadas en País Vasco tras los desastres de la guerra.
Jean Marquis, Marc Riboud y Erich Lessing completan el elenco y lo hacen también con su estilo único de plasmar la realidad de una época. Ya sea en Viena, Hungría o Croacia, la búsqueda de instantes callejeros, los rostros de las diferentes clases sociales, desde una visión más cruda o con tintes más costumbristas, se nos presentan detenidos en el tiempo pero afines a nuestra manera de fotografiar aún en nuestros días.
En resumen
Recomiendo ver la exposición en horas libres sacadas de algún día entre diario, cogiendo el folleto en la entrada y leyendo el párrafo correspondiente a cada autor antes de ver sus fotografías. Hacer el ejercicio de reconocer esas imágenes en las tomas que se hacen ahora. Buscar similitudes. Buscar diferencias. Grabar muy bien en la memoria aquellas que pellizquen sentimientos. Guardarlas. Ir volviendo a ellas de camino a casa. No olvidarlas.
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