Karl Blossfeldt es uno de los fotógrafos más desconocidos pero sus imágenes son muy famosas. Ahora mismo todas las calles del mundo occidental están llenas de sus trabajos. Forma parte de una campaña de los perfumes de Loewe. Y esta marca ha montado una exposición, en el museo nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid, con algunas de sus míticas fotografías.
Karl Blossfeldt es uno de los fotógrafos alemanes de la Nueva Objetividad, una de las corrientes fotográficas más importantes del siglo XX. Surgió a principios del siglo XX y terminó con la llegada del nazismo en 1933. Karl Blossfeldt es uno de sus mayores exponentes. Aunque él no era fotógrafo ni mucho menos se consideraba artista.
Karl Blossfeldt, el maestro de la fundición
Era un chico destinado a la fundición del hierro. Ese era su destino como hijo de un agricultor que quería abrirse mundo en su tierra. Aprendió el oficio de modelista en hierro. Pero notaron sus dotes artísticas y consiguieron que ganara una beca en Berlín para estudiar en el Instituto de Artes y Oficios.
Dicen que allí se empezó a fijar de manera más detenida en los diseños de la naturaleza para crear patrones para los moldes de la fundición. Él, como amante de la naturaleza, quería preservar esas figuras. Intentó mil técnicas pero enseguida se dio cuenta de que con la fotografías podía robarlas al tiempo. Así, las tendría siempre disponibles para dibujar sus patrones.
Intentó mil técnicas pero enseguida se dio cuenta de que con la fotografías podía robarlas al tiempo. Así, las tendría siempre disponibles para dibujar sus patrones.
Poco a poco fue ganando prestigio en las escuelas de Arte y logró convertirse en profesor de Artes Aplicadas en Berlín. Él no utilizaba la fotografía como herramienta de creación, sino como herramienta de formación para ayudar a sus alumnos a tener modelos para sus creaciones. Las fotografías solo eran apuntes de la realidad.
Y lo más importante de todo y lo que le terminó marcando como creador y como fuente de inspiración para los artistas posteriores, hasta llegar a los Becher: era metódico. Sus fotografías eran para él meras fichas para percibir la forma de las plantas, su diseño. Y todo para volcarlo posteriormente en los patrones para la fundición... Sería interesante fijarse en la verjas de la primera mitad del siglo XX y descubrir cuánto deben a la fotografía.
Su forma de trabajar
Muchas de sus fotografías en realidad son macrofotografías. Y en aquellos años no existían cámaras ni objetivos diseñados para tal fin. Esto provocó que él mismo construyera sus máquinas para poder conseguir sus fichas. Todo estaba preparado. La toma era un proyección ortogonal según la geometría euclidiana:
Para obtener las proyecciones ortogonales de un objeto se dan los siguientes pasos. 1. Se sitúa el objeto de forma que sus caras sean paralelas o perpendiculares al plano del papel. 2. Se observa el objeto de forma que las líneas visuales pasen por sus vértices, incidiendo perpendicularmente sobre el plano de proyección, tal y como muestra la figura de la derecha. 3. Para obtener el alzado, se elige el punto de vista que permita observar más detalles del objeto. Por ejemplo, en un coche, una vista desde el frente. 4. Para obtener la planta, se gira 90º hacia arriba respecto a la posición anterior. En el caso de un coche, la planta se obtendría mirando el coche desde arriba. 5. Por último, para obtener el perfil, se parte de nuevo de la posición desde la que se ha obtenido el alzado y se gira 90º hacia la izquierda. En un coche, el perfil coincidiría con la vista desde un lateral.
La técnica siempre era la misma:
- Fondo neutro
- Luz natural difusa
- Cámara de placas de 6x9 o 13x18
El objetivo era conseguir el mejor resultado posible. Así que no le importaba alterar la planta hasta conseguir el mejor aspecto posible para su objetivo final, que sirviera de molde para la fundición. Y por supuesto no buscaba nombres complicados, sino que cada foto se llamaba como el nombre latino de la planta.
Como se ve, su forma de trabajar lo emparentaba directamente con la Nueva Objetividad, que buscaba, mediante la técnica, la mejor forma de representar la realidad. Y enseguida vienen a nuestra cabeza August Sander o Albert Renger-Patzsch. Su fama llegó en 1929 cuando le hicieron una retrospectiva en la Bauhaus y que le incluyeran dentro de esa mítica exposición llamada Film und Foto.
Un año antes publicó uno de los libros de fotografía más famosos de la historia: 'Unformen der Kunst' (Formas originarias del arte). Llegó a publicarse incluso en español.
La exposición en el Thyssen
Este libro, 'Urformen der Kunst' (Formas originarias del arte) se puede ver en una vitrina que hay en la pequeña sala de exposiciones del museo. La visita es gratuita. Solo hay que entrar y subir unas escaleras. A la izquierda de las salas principales. Allí te recibe el olor de uno de los perfumes de la marca que está utilizando sus imágenes para la campaña publicitaria.
Al entrar te sorprende el olor. La verdad es que no sé si es un efecto buscado o dio la casualidad de que una mujer la vio antes de que entrara yo. Hay 40 fotografías. Iguales, idénticas. Pero cada es un patrón perfecto para una clase de diseño. Parece que las gobierna la frialdad, pero contemplar esas copias de época te lleva a un mundo en el que el detalle y la perfección es importante.
Es un trabajo tremendo. Inimaginable para alguien que no era fotógrafo y que llegó a hacer más de seis mil fotografías distintas. Es curioso que ahora formen parte de una campaña publicitaria y que así estén dentro de un museo. Pero es una oportunidad única que no podemos perder.
La entrada es gratuita y podemos verla desde el 6 de septiembre hasta el 5 de octubre de 2019. A lo mejor nos pica el gusanillo y podemos luego buscar algunos de los cuadros más importantes de la historia para ampliar nuestra biblioteca visual...
- KARL BLOSSFELDT: Urformen der Kunst
- Museo Nacional Thyssen Bornesmisza
- Del 6 de septiembre hasta el 5 de octubre de 2019
- Entrada gratuita