A la hora de hacer una fotografía podemos tomar dos caminos: el de Cartier Bresson, donde todo está medido y calculado; o el de Robert Frank, donde te puedes guiar por los impulsos y romper todas las reglas. Ellos han marcado a más fotógrafos que todos los demás maestros juntos. Lo más curioso de todo es que, según cuentan las crónicas, no se llevaban especialmente bien.
Creo que son los dos fotógrafos que más han influenciado a los que vamos siempre con una cámara al hombro. Y si no son ellos directamente, seguro que estamos inspirados por alguno de sus discípulos. Son dos formas de fotografiar, dos formas de ver la vida radicalmente distintas para conseguir lo mismo.
En mi caso empecé con Cartier Bresson pero con el tiempo quise ser Robert Frank. No es fácil ser perfecto desde el punto de vista formal. Mucho más complejo es mirar con la profundidad de Frank. Uno parece apostar más por las reglas de la composición y otro prefiere dejar libre el pensamiento. Y es muy difícil alcanzar a ambos.
En la sociedad actual siempre será más respetado y comprendido Henri Cartier Bresson que Robert Frank. El primero entra por los ojos, el segundo te obliga a pensar. Los dos son muy buenos pero no pueden ser más distintos. El cerebro contra el corazón.
La enemistad entre los dos grandes fotógrafos de la historia
En mis clases de iniciación de historia de la fotografía siempre he dicho que Cartier Bresson es el fotógrafo que tu familia querría que fueras. Y que Robert Frank hace las fotografías que siempre borrarías del móvil cuando quieres vaciarlo.
Con el tiempo, y si la fotografía te engancha, te das cuenta del camino que quieres seguir. Ninguno es fácil. Uno está más comprendido por la sociedad y el otro permanece un poco en la sombra. Pero si excavas un poco en su trabajo te das cuenta de que la realidad es como el mito de Platón y no tiene sentido que todo sea perfecto porque la realidad no es así.
Henri Cartier Bresson era mayor que Robet Frank. Publicó su libro más importante, 'The decisive moment' en 1952. Solo seis años más tarde apareció 'The americans' de Robert Frank. Y se llevaban 16 años. Y llevaban la misma cámara, una Leica que no hace al fotógrafo, eso está claro.
No creo que los dos tuvieran una vida como la de la película 'Los duelistas' de Ridley Scott. Cada uno seguiría su camino a lo largo de su vida. Pero es verdad que coincidieron en pocas exposiciones. Después de rebuscar por las redes he encontrado una que montaron en la Galería Danziger: 'El corazón y el ojo', remarcando la frialdad de uno y lo emocional del otro.
No hay nada claro pero parece que el propio Cartier Bresson, uno de los fundadores de la agencia Magnum, no quiso que Robert Frank entrara en la agencia, cuando era uno de los mejores fotógrafos de la historia. Hay que rebuscar para verificar si este rumor es cierto. Estoy convencido de que el propio Robert no quería ni de lejos entrar en algo tan cerrado como una agencia.
En una entrada reciente del grupo Full Frame de Facebook (y que ha desencadenado este artículo) he encontrado esta frase:
Cartier-Bresson, sobre todo si tenemos en cuenta su obra temprana, no debería haber trabajado durante los últimos 20 años, o yo al menos lo habría preferido así. Puede sonar muy duro, pero siempre he pensado que es enormemente importante tener un punto de vista. Con sus fotografías quedaba siempre levemente decepcionado porque nunca encontraba en ellas ese punto de vista. Ha viajado por todo el maldito planeta, pero nunca sientes que nada de lo que ocurría ante él le conmoviera, más allá de la belleza o la composición
Dejaba claro que para él, aquello del instante decisivo no era más que una pose forzada de la realidad. Marcada por la geometría y la perfección que en el mundo no termina de existir de una manera tan clara. Nuestras vidas no son siempre hermosas. Y quizás ese es el problema de Bresson y sus seguidores.
Es famosa la frase del francés sobre cómo hacer una fotografía:
Fotografiar es colocar la cabeza, el ojo y el corazón en un mismo eje.
Pero lo que pocos saben es que el suizo decidió responder con otra frase mítica mucho menos conocida pero cargada de razón:
Solo con el corazón se puede ver correctamente; Lo que es esencial es invisible a los ojos.
Una frase que nos lleva directamente a 'El principito' pero que es perfecta para definir los momentos más inoportunos que él nunca se olvidaba de registrar. Como podemos leer en un fabuloso artículo de The New Yorker Cartier Bresson es la mezcla perfecta entre el clasicismo estético y la noticia de última hora. Satisface al ojo pero duerme al corazón.
Son dos formas de ver la vida. Y los dos fueron los genios del siglo XX. Pero de nosotros depende el camino que debemos escoger para desarrollar nuestra afición o nuestro trabajo. ¿Con cuál te quedas tú?