'Perro semihundido' de Francisco de Goya es uno de los cuadros más analizados del mundo. Ha marcado a muchas generaciones de artistas y espectadores del museo del Prado, donde se encuentra. La pregunta siempre está en el aire ¿Qué es lo que vemos? Las respuestas son infinitas, pero gracias a una fotografía que hizo Jean Laurent de la obra en su espacio original en 1874, la solución es muy sencilla. Hay veces que nos gusta complicarnos la vida.
Las 'Pinturas negras' de Goya adornaban su casa de campo conocida como la Quinta del Sordo. Estaba cerca del río Manzanares, por la zona del puente de Segovia, cerca de la sala La Riviera. Era una finca que compró y en la que residió antes de su exilio. En los muros de aquella casa pintó los famosos cuadros que ahora reciben miles de visitas en el Museo del Prado.
Estaban pintadas directamente sobre el yeso seco, sin ningún tipo de preparación. Algunos especialistas afirman que no fueron pintadas para perdurar... Los herederos del pintor vendieron la quinta y un aristócrata francés la compró. Pero antes de derribar el edificio decidió salvar las pinturas.
La técnica elegida para hacer el traslado a lienzo desde el muro se llama strappo, y resultó muy dañina para las pinturas. Algunos cuadros perdieron materia pictórica y esto originó el mito imposible del genial 'Perro semihundido'.
Las fotografías que hizo Jean Laurent en la casa, en 1874, han servido para descubrir cómo eran realmente. Y puede decirse que son un hito en la historia de la fotografía porque es de las primeras veces que se utilizó luz artificial para iluminar una fotografía.
El verdadero significado de 'Perro semihundido' y la innovadora técnica fotográfica
La técnica strappo es muy agresiva y siempre provoca pérdida de información. Y en el caso de 'Perro semihundido', el resultado hizo que los expertos teorizaran mil y una veces sobre el genial cuadro.
Que si era una metáfora sobre la situación política de entonces, que si estábamos ante la representación de la soledad del pintor o un ejemplo freudiano, kantiano... de la enfermedad mental...
Ya en 1996, José Manuel Arnaiz escribió en su libro 'Las pinturas negras de Goya' que la fotografía de Laurent desvelaba todo el misterio.
Si nos fijamos en la fotografía que hizo Jean Laurent antes del levantamiento de la pintura observamos que el perro simplemente está mirando el revoloteo de dos pájaros. Es una escena campestre pintada de forma sensacional.
Goya, si contemplamos sus cuadros, amaba profundamente a los perros y odiaba a los gatos. Los cánidos siempre son amables y los felinos salen siempre ariscos... Así que no hay que darle más vueltas. Solo vemos a un perro en el campo mirando dos pájaros.
La magia de la fotografía de Jean Laurent
Y todo es tan sencillo gracias a la fotografía. Por cierto, 15 fotografías (de los 14 cuadros) que supusieron un reto técnico de enormes dimensiones según podemos leer en el estudio de Raquel Esteban Vega. Las fotografías se hicieron en agosto de 1874.
En dicho estudio, descubrimos que para hacer estas fotografías Jean Laurent utilizó un complejo sistema de luz artificial para registrar las famosas pinturas.
No sabemos si el trabajo se lo encargó Salvador Martínez Cubells, el restaurador del entonces Museo Nacional de Pintura y Escultura, o el barón d’Erlanger, dueño de la finca, que quería venderlas en Francia (afortunadamente nadie las quiso comprar y las donó al Prado).
Los negativos de cristal de 27x36 cm son de colodión húmedo, un proceso que exigía preparar la superficie sensible in situ y revelarla antes de que se secara. Y como estaban en las paredes, no podía sacarlas para iluminarlas correctamente.
Así que utilizó un sistema que ya había probado años atrás el mismo Nadar en Francia y que él estaba experimentando desde hace tiempo, las lámparas de arco voltaico y pila tipo Bunsen:
El funcionamiento del sistema partía de la energía generada por pilas de
Bunsen que transmitían la corriente a lámparas de arco voltaico, también llamadas de carbón, cuya intensidad lumínica era constante gracias a la acción de un regulador que mantenía invariable la distancia entre los dos bornes de la lámpara según estos se iban consumiendo.
Era evidentemente luz continua, necesaria para compensar la oscuridad de las pinturas y del espacio donde se encontraban, además de la poca sensibilidad del colodión húmedo.
Muchas veces la historia del arte toma un camino u otro por diversos motivos ajenos al arte... Todo depende de la interpretación de un autor reconocido o un hecho ajeno a la valoración artística, como el robo que convirtió a la Gioconda en el cuadro más famoso.
En este caso todas las divagaciones no hubieran sido necesarias si alguien se hubiera fijado antes en unas fotografías perfectas que tomó un autor francés que vivía en España y que registró casi todo nuestro patrimonio artístico. Gracias a él sabemos que no estamos viendo la decadencia o el horror, solo a un perro feliz.