Tras acabar con los elementos técnicos que diferencian a las DSLR de las cámaras de vídeo profesionales, toca entrar quizás en el capítulo más importante. Todo lo tratado hasta el momento es cosa de técnicos de imagen, aunque deberían ser comprendidos por todo aquel que quiera realmente entender las capacidades de una cámara, para con ello tener mejor criterio a la hora de la elección de la herramienta adecuada, y de paso evitar los cantos de sirena que abundan en la red.
Ahora toca un capítulo que afecta a todos: desde el operador de cámara al etalonador. Veamos en detalle las principales diferencias en términos de ergonomía y funcionalidades.
Ergonomía: diferentes opciones, pero todas más cómodas.
Cuando las DSLR dieron el salto al vídeo con la 5D Mark II, muchos operadores vieron en ella una respuesta perfecta a sus plegarias. Y es que, por aquel entonces, el formato habitual era el tipo ENG, cámaras enormes y pesadas, pensadas para ser llevadas al hombro. Ideales para informativos, pero un auténtico horror para steadicams y para las espaldas de los operadores.
Sin embargo, la 5D Mark II, y aquí sin duda alabo su aparición en el mercado, supuso una revolución para el sector de vídeo también. Uno puede ver con facilidad como las cámaras de Canon de la serie Cinema, a excepción de la Canon 1D C, se han visto ampliamente influenciadas por los diseños DSLR, pero a su vez incorporan un grip y un soporte superior necesarios para grabar vídeo. Eso, junto a botones dedicados a las muchas funciones que luego explicaremos, es lo que la hizo si cabe aún más famosa entre los profesionales: su facilidad de uso.
Sony tardó un poco a responder a los cambios de diseño que el sector estaba experimentando, pero recientemente con la FS7 hemos visto como Sony tiene una respuesta contundente a las Canon C. Un grip que puede situarse más lejos, un visor que va directamente al ojo y un soporte de hombro con soporte para barras de 15mm incorporado: poco más se puede pedir. No obstante, la colocación de los botones es algo menos ideal. Aún así, se han puesto un paso encima bajo mi punto de vista, con una cámara que incorpora directamente lo que Zacuto ofrece en opción para las Canon C.
Las DSLR al principio parecen ideales, pero pronto te das cuenta de que las cosas excesivamente ligeras son tan difíciles de estabilizar como las increíblemente pesadas. Luego si quieres monitor en forma de ondas, otro aparato más. Montas un rig, y acabas con fácil 3-4 kilos. He estado ahí, no lo digo por nada, y eso con una minúscula Panasonic GH2. Sí, hay cosas que puedes hacer sin rig. Pero son más bien pocas.
Exponiendo con precisión: Monitor en forma de ondas.
A la hora de exponer en fotografía estamos acostumbrados al uso del exposímetro y en el mejor de los casos, una suerte de histograma en directo. No obstante, debido a la complejidad del vídeo, dichos métodos son mucho menos que ideales. Además, en productos narrativos o cualquier otro tipo de producto donde podamos controlar la luz, la exposición no viene definida por el exposímetro, sino por nuestro control de la misma.
Para exponer de forma precisa y controlar nuestras luces en vídeo, lo ideal es emplear el monitor en forma de ondas. Lo que un monitor en forma de ondas nos muestra son valores de intensidad de luz en el eje Y y en el eje X tenemos el punto del fotograma donde se sitúa dicha intensidad, medida en IRE.
La escala IRE va de 0 al 100, donde el 0 es un negro puro (también conocido como super black) y el 100, un blanco sin detalle. Como mencionaba antes, se emplea esto por un motivo principalmente: debido a la compresión del vídeo, la exposición es fundamental clavarla en la toma, ya que cada perfil de color va a resultar en distintos valores IRE.
Los perfiles de color en estas cámaras suelen poderse modificar con varios parámetros, de nuevo modificando la lectura que el monitor en forma de ondas va a hacer de la escena. Por si fuera poco, en los manuales suele venir especificados ciertos valores de interés, como el gris medio o la zona para los blancos, con su valor IRE, para afinar aún más en caso de usar un cierto perfil estándar.
Vamos a poner un ejemplo sencillo. En un perfil, los blancos pueden comenzar en IRE 65 y en otro, en IRE 80. Lo que esto supondría, es que en el primer caso, hay mucha más información para las altas luces, grave problema del vídeo generalmente para hacer un buen degradado hacia el blanco. Dicho perfil daría mucho mejor degradado hacia el blanco que el que comienza en IRE 80 (suponiendo misma cámara y códec). Es lo que de hecho ocurre con los perfiles planos tipo LOG.
Con todo esto, el monitor en forma de ondas nos otorga un control excepcional de la exposición. Algo necesario, pues recordemos que en vídeo para obtener una amplia latitud en la exposición, dependemos de los perfiles planos de color, que luego deberemos modificar en etalonaje. Este grado de control nos permite evitar errores que de otra forma, sería fácil cometer. Y existen muchos más usos para el monitor en forma de ondas, pero mejor no complicarnos más.
Por otro lado, tenemos también disponible el monitor en forma de ondas en nuestros programas de etalonaje favoritos y también en algunos de montaje. Gracias a ello, es fácil comparar tomas exteriores donde al variar la luz hemos tenido que variar la exposición, para que si no coinciden, los hagamos coincidir, aunque lo suyo sería hacerlo todo bien desde que se graba.
Este elemento es muy complejo de explicar y de entender de forma teórica, pero increíblemente fácil de utilizar de manera práctica. Algunos monitores externos y grabadoras como las Atomos llevan monitor en forma de ondas incorporado, de forma que se lo podemos añadir a una DSLR.
Zebras, focus peaking, blanco y negro y magnificación.
Cuatro funciones estrella que para mi junto con el monitor en forma de ondas me hacen diferenciar entre una cámara profesional y una que por mucho que se esfuerce, difícilmente puede llegar a serlo. Funciones cada vez más incorporadas en las cámaras que pretenden ser usadas como cámaras de vídeo (Panasonic GH4 por ejemplo), pero ignoradas por empresas como Nikon.
En vídeo el enfoque es más complejo y crítico que en fotografía. Cabe recordar que la nitidez es relativa: una alta resolución en una pequeña ampliación nos da la sensación de nitidez aunque el enfoque pueda no estar donde debiera. Por contra, el vídeo es lo contrario: baja resolución y ampliaciones grandes (TV de 32” o más hoy son lo habitual).
Además tenemos que cambiar de enfoque habitualmente durante un mismo plano, y cuadrarlo no es tan fácil como parece. Para todo ello, la mezcla de focus peaking, blanco y negro y magnificación es una tremenda ayuda. El focus peaking nos ayudará a ver que está nítido.
Es importante que sea calibrable, tanto en color como en su intensidad relativa a lo que considerará enfocado o no. El blanco y negro ayuda a que el focus peaking resalte más. La magnificación, obviamente, nos ayuda a comprobar que realmente estamos haciéndolo bien, ya que a veces una mala configuración del focus peaking puede resultar en un gravísimo problema.
Las zebras por último, cuya intensidad podemos escoger, van a indicarnos, según donde las pongamos (hay dos, zebra 1 y zebra 2, para indicar un punto donde empecemos a tener altas luces y otro donde tengamos quemados por ejemplo), aquellas zonas que empiezan a quemarse. Sirven para identificar brillos o zonas quemadas que pueden suponer un problema, es una forma de ver en imagen de forma precisa lo que ya podemos atisbar en el monitor en forma de ondas.
Y mucho más...
Cuando coges una cámara profesional de vídeo no puedes hacer como con una de fotos, donde es fácil entender todo lo que tienen. Toca leer manual. Recuerdo el menú de las XDCam, por el susto que me llevé al emplearla por primera vez. Más de 70 páginas de menú. Entender todas las opciones que ahí tenías era como sacarse una ingeniería express.
Por lo general, tenemos una serie de opciones enorme en estas cámaras, algunas muy importantes como el balance de negros, una omisión importante en cámaras como la Sony A7s. No quiero aburriros con esto, solo haré un apunte: 37 apartados puedes variar en una gama baja como es la Canon C100 para crear un perfil de imagen a tu gusto.
Y ahora llegamos a ese otro añadido absolutamente vital y que sin duda, es lo que más feliz hace a un operador cuando no tiene ayudante especialmente: filtros densidad neutra integrados. Cualquier que haga vídeo sabe que el número F debería seleccionarlo en base a fines creativos o informativos, la velocidad de obturación salvo rara excepción debe ser el doble de los fotogramas por segundo, y el ISO, el base o el más bajo posible cercano al base.
Este tipo de cámaras tienen ISOs elevados como ISO base, por ejemplo 850, o 2000. Esto hace que grabar a 1/60 sea complicado sin cerrar el F, perdiendo cierta libertad creativa. Pero por suerte para ello tienen los filtros ND incorporados. Podemos variar lo que queramos, grabar a F1.4 en pleno día sin muchos problemas. A veces nos hará falta un ND extra de dos o tres pasos, pero nada de llevar 4 filtros aparte con sus adaptadores, o filtros ND variables que introducen extrañas dominantes de color. Conveniente a más no poder.
Si las excusas en cuanto a calidad de imagen no os parecían suficiente, para mi, es aquí donde están las verdaderas diferencias, las que importan. Y cuando todos estos elementos discutidos se los sumamos, por necesidad en infinidad de trabajos, a una DSLR, tenemos que el precio se parece, se empeora en peso y aún no alcanzamos la comodidad de uso ni ergonomía de estas cámaras de vídeo. Y ojo, que a veces el bolsillo se resiente más con una DSLR en poco tiempo por todo esto.
Nota del editor: este especial es de elaboración propia y no está vinculado a ninguna colaboración con empresas externas. La única intención del mismo es subrayar ciertas diferencias existentes entre las cámaras DSLR y videocámaras profesionales, así como establecer una cierta teoría básica respecto a vídeo.
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