Ya sabemos que nuestras fotos son uno de nuestros bienes más preciados pero, ¿realmente hacemos todo lo posible por protegerlas?
Cualquiera que lleve tiempo manejando ordenadores sabrá que lo que tenemos en nuestra máquina no dura para siempre: los discos duros se estropean, los sistemas de ficheros se corrompen y siempre estamos pendientes de agentes externos (virus, troyanos, fallos del sistema, etc.) o errores humanos. Obviando el medio por el que han llegado a nuestro ordenador, veamos qué posibilidades tenemos para hacer copias de seguridad.
Discos ópticos
Es el método de copia de seguridad más común y más extendido. Los discos ópticos son baratos, relativamente duraderos y fáciles de manejar, y prácticamente cualquier ordenador tiene hoy en día una grabadora de DVD.
Su principal desventaja es que con el tiempo se han quedado escasos de tamaño: un CD tiene 700Mb, y un DVD estándar (de simple capa) tiene 4.7Gb. Como alternativas tenemos los DVDs de doble capa (8’5Gb) y los BlueRay (25Gb), aunque estos últimos tienen aún precios muy altos, y el coste por Gb es posiblemente el mayor de todos los medios que vamos a estudiar.
Con respecto a la duración, puede variar entre varios meses y varias décadas, según la calidad del disco y las condiciones de almacenamiento. En general sería aconsejable tener siempre al menos dos copias de cada uno, y comprobar periódicamente que los datos siguen accesibles.
En resumen, es un método perfectamente válido y aconsejable para quién trabaje con ficheros JPG, y siempre que se tenga cierta disciplina a la hora de cuidarlos y mantener los datos.
Discos duros externos
Otros dispositivos de uso común son los discos duros externos, normalmente por interfaz USB 2.0. Aunque la inversión inicial es algo mayor que en el caso anterior, por un precio razonable podemos tener discos de entre 500Gb y 2Tb, relativamente rápidos, duraderos y cómodos de usar, y a la larga cada Gb nos saldrá más barato.
En este caso, además, podemos hablar de una copia de seguridad viva, que podemos modificar dinámicamente y actualizar con el tiempo. También, nos permite transportar muchos datos entre varios ordenadores, y trabajar con ellos sin necesidad de volcarlos al ordenador.
Si vamos a hacer un uso intensivo del disco, es aconsejable que tengan el interfaz Firewire 800 (oficialmente, IEEE 1394b-2000), que ofrece el doble de velocidad que el USB 2.0, y permite trasmitir datos entre discos externos sin pasar por el ordenador. Por supuesto, es necesario que nuestro ordenador tenga dicho interfaz, lo cual es común en los Mac de Apple, aunque no tanto en otras marcas.
Su principal inconveniente es su fragilidad: los discos duros son muy sensibles a los golpes, y hay que ser muy cuidadosos si los transportamos frecuentemente. Incluso aunque estén permanentemente encima de la mesa, tienen partes móviles que se desgastan con el tiempo y, con el uso, y en cualquier momento pueden comenzar a dar fallos.
Uniéndolo todo, los discos externos son un método recomendado para quién trabaje con un cierto volumen de datos (especialmente si se trabaja en RAW o con vídeos), y para quién quiera poder acceder rápidamente a imágenes antiguas, aunque manteniendo siempre el consejo de tener al menos dos copias de cada foto en discos distintos.
En el siguiente post veremos soluciones más avanzadas, orientadas especialmente a profesionales de la fotografía.
Fotos | Maria Juárez, Alejandro Zamora y Oscar Carballal de nuestro grupo de flickr
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