Compartir la afición de la fotografía con un niño, ya sea tu hija, un sobrino o los alumnos de una clase, puede convertirse en un momento de aprendizaje conjunto. La mirada limpia de los niños hace que su aproximación a la fotografía sea sorprendente, tanto en referencia a puntos de vista como en la facilidad de aprendizaje de los aspectos tecnológicos. En esta pequeña guía de 0 a 6 años quiero compartir las posibilidades y experiencias de introducir a los niños a la fotografía.
De 0 a 3 años, aprender a conocer lo más cercano
De los 0 a los 3 años los niños son más protagonistas de las fotografías que posibles autores. Pero si al protagonismo absoluto del niño en multitud de fotografías: nacimiento, primer baño, primeras salidas, aprender a caminar, escupiendo la comida…, le sumamos las fotografías del niño en brazos de abuelos, tíos, sobrinos y demás familiares y amigos, llegamos a tener una cantidad de material gráfico que puede sernos muy útil para desarrollar el proceso de aprendizaje cognitivo.
Hasta los dos años de edad, los objetos y las personas dejan de existir para los niños cuando desaparecen de su campo visual. Si imprimimos copias y creamos un diario fotográfico con los lugares, personas e, incluso, objetos que rodean el entorno del niño, afianzamos la relación del niño con ellos y estimulamos procesos de reflexión interesantes.
Entre los dos y los tres años, la motricidad de los niños está más desarrollada y puede llegar el día de su primera foto o, mejor dicho, puede llegar el día en que apriete por primera vez el botón de una cámara. Dentro del proceso del niño de imitar todo lo que ve, tal vez se sienta atraído por imitar el hecho de hacer una fotografía. En mi caso, pasó un día que estaba disparando con Polaroid caducada y Maria, mi hija, me preguntó si podía hacer una. La situación fue rocambolesca: una cámara más grande que su cabeza y un botón muy duro, pero la intención de mirar y apuntar estaba ahí. Era pura imitación de un gesto visto muchas veces antes. Las fotografías resultantes se convirtieron en un juguete más, que rueda por alguna cajón junto con muñecos, pelotas y lápices.
De 3 a 6 años. Tiempo para jugar
Entre los 3 y los 6 años el desarrollo psicomotor está más avanzado y el uso de herramientas está muy relacionado con la actividad escolar y las manualidades. Este desarrollo de la motricidad fina puede llevarnos a que el niño sujete la cámara y sea capaz de apuntar y disparar con más independencia. Si durante este periodo, el niño se interesa por fotografiar algo, es importante darle la confianza, enseñarle a coger la cámara y dejarle disparar.
En esta edad, el niño aumenta su capacidad de socialización y se enriquece la relación con el padre y la madre. Esto puede dar pie a que el niño sienta interés por las actividades que ve a su alrededor y si nuestra afición es la fotografía, el niño puede querer relacionarse con nosotros formando parte de esa afición. Si se da el caso de que el niño plantee ir a hacer fotos juntos, tenemos la oportunidad de abrirle la puerta a la fotografía y es interesante seguir algunos de estos consejos:
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Buscar una cámara adaptada a ellos en tamaño, preferiblemente compacta y que trabaje en automático. Enseñarles cómo coger la cámara, dónde poner los dedos y, sobretodo, que no tapen el objetivo.
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Confiar en su destreza a la hora de manejar la cámara y, al principio, enseñarles sólo lo básico: encendido, disparo y revisión. Pero darles confianza no significa dejarlos solos con la cámara. La salida a hacer fotos debe plantearse como un juego compartido y en colaboración.
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Revisar las fotografías que va disparando. Ver lo que hace le sirve para aprender y es el momento ideal para hacerle indicaciones de cómo mejorar la fotografía desde un punto de vista de composición. No intentéis corregir al niño mientras hace la fotografía, ya que presta menos atención al contenido, al estar concentrado en el manejo de la cámara.
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Dejar que el niño elija los motivos y no obligarle a hacer fotos. Si estáis interesados en que haga una foto, hacedla primero vosotros y esperad a ver si os imita. Si el niño no sabe qué fotografiar, es el momento de presentarlo como un juego. Podéis plantear fotografiar cosas de un color específico, buscar formas que sepa reconocer como triángulos o cuadrados (las señales de trafico dan mucho juego) o salir a buscar fotografías de un elemento especifico que les suela atraer, como las flores o que esté en su ambiente habitual, como puede ser un parque.
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La mejor indicación que se les puede dar es que se acerquen, y no con el zoom, sino con la cámara. Esto hace que la composición sea más sencilla, que se centren en lo que quieren fotografiar y que los resultados coincidan con lo que ellos piensan que están fotografiando.
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El niño debe ser el que controle la duración de la actividad, cuando esta cansado, pierde el interés y lo mejor es cambiar de actividad y hacer otra cosa totalmente diferente.
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Sacar copias de alguna de las fotografías que el niño ha hecho para poder dar un plano físico a la fotografía, dándole la posibilidad de compartir su trabajo al igual que cuando nos muestra un dibujo.
Conclusión
Como adultos no debemos forzar al niño a introducirse en la fotografía, debe ser el niño el que, en su medida, muestre interés por ella. Puede que entre los 0 y los 6 años el contacto sea ocasional o único. Si se produce, intentemos disfrutarlo nosotros mismos y el niño, seguramente, también lo disfrutará. Explicarle al niño la parte técnica puede ser muy complicado y lo mejor que podemos hacer es estar atentos a lo que fotografía y anticiparnos a configurar el ISO de la cámara o usar los modos de disparo como el Macro para evitar fotografías demasiado movidas o desenfocadas.
Fotografías | José Juan Gonzálvez y María G. G.
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