El enfoque automático es una de las ayudas que encontramos en casi todas las cámaras para conseguir fotografías nítidas sin necesidad de perder tiempo en mover el anillo de enfoque, pero en muchas ocasiones esta ayuda se vuelve en contra, no respondiendo a nuestros deseos y enfocando dónde quiere la cámara o simplemente, no enfocando. Estos errores, a veces culpa del sistema de enfoque, pueden minimizarse con una buena configuración del modo AF y teniendo en cuenta cómo funciona el autofocus.
Cómo funciona el autofocus
Podemos encontrar dos tipos de autofocus, el pasivo y el activo, teniendo cada uno sus ventajas y desventajas.
El enfoque pasivo por contraste, uno de los más extendidos en las cámaras digitales, trabaja buscando el contraste entre los bordes de los objetos, moviendo el aro de enfoque hasta encontrar la escena donde las líneas tienen mayor definición. El enfoque por contraste es bastante preciso siempre que tengamos escenas bien iluminadas, objetos con volúmenes o con líneas marcadas.
El enfoque activo que puede ser por ultrasonido, como el presente en casi todas las cámaras Polaroids, o por infrarrojos, que funcionan con la cámara emitiendo una luz y un sensor midiendo la luz reflejada. El sistema de enfoque activo puede trabajar casi a oscuras, pero tiene la limitación de distancia, ya que el ultrasonido y el infrarrojo, a partir de cierta distancia, no son capaces de ser captados de vuelta por el sensor del autofocus. De ser así, la cámara enfoca a infinito.
Porqué falla el enfoque automático
Si el enfoque automático de nuestra cámara trabaja por contraste, muchas son las ocasiones en que el enfoque puede fallar o sencillamente, no conseguir enfocar, escuchando como el motor de enfoque va hacia adelante y hacia atrás sin detenerse en un punto e impidiendo hacer la fotografía.
Las situaciones más comunes en las que oiremos el motor de enfoque sin detenerse son aquellas en las que la iluminación es insuficiente, como puede ser en interiores o de noche, pero también fallará en situaciones de buena iluminación cuando el punto de enfoque coincida con superficies lisas o sin textura, como puede ser una pared blanca, el cielo azul o ropa negra. Otros casos menos frecuentes son situaciones de mucho brillo o cuando tenemos un exceso de líneas cercanas a la cámara y nos interesa el fondo. Por ejemplo, cuando queremos hacer una foto entre los barrotes de una verja o una rejilla metálica.
Para solucionar estos problemas lo más rápido es cambiar la cámara a enfoque manual y usar el anillo de enfoque para ver nítida la imagen en el visor, aunque, en ocasiones, puede ser más rápido buscar un punto bien iluminado en la escena o una línea marcada en el objeto, como puede ser el borde.
Pero no todos los problemas de enfoque son culpa del sistema de enfoque automático, también es importante conocer la distancia mínima a la que es capaz enfocar nuestro objetivo. En ocasiones, nos acercamos demasiado a un objeto para fotografiarlo y si no lo estamos haciendo con un objetivo macro, entraremos en la zona en la que le es imposible enfocar. Para saber cuál es la distancia mínima de enfoque, basta mirar la distancia mínima en el anillo de enfoque. Si vuestro objetivo no tiene distancias marcadas en el anillo de enfoque, buscad alrededor del objetivo hasta encontrar donde os lo indique. Esta distancia mínima de enfoque se mide desde el plano focal hasta el objeto. Cuanto más angular es el objetivo, menor es la distancia mínima de enfoque, siendo común una distancia de entre 25 y 45 cm. Cuanto más larga es la distancia focal, mayor es la distancia mínima de enfoque, siendo común que, con teleobjetivo de 200mm, tener una distancia mínima de enfoque de 90 centímetros o superior. Esta distancia mínima de enfoque depende mucho de la fabricación del objetivo.
El último error que podemos cometer es tener mal configurado el modo AF o no tener el punto de enfoque donde realmente queremos que la cámara enfoque. Para solucionarlo, veamos los Modos AF disponibles y cómo mover el punto de enfoque sin mover la cámara.
Qué modo AF elegir y cuando usarlo
Cuando trabajamos en los modos de exposición en los que no es todo automático (el de color verde) podemos elegir el modo en que el autofoco trabaja y selecciona el plano de la imagen que enfoca. Según el fabricante de la cámara, los diferentes modos AF reciben nombres diferentes, pero de forma general podemos encontrar estos tres modos:
El modo AF único (AF-S para muchos fabricantes y One Shot en las Canon) funciona enfocando la imagen cuando pulsamos el botón de disparo hasta la mitad. Mientras tengamos pulsado el botón el enfoque, se mantendrá a la distancia donde hemos enfocado. Si queremos enfocar en otro plano, debemos soltar el botón y volver a pulsarlo. El modo único está recomendado cuando queremos enfocar objetos o personas que no están en movimiento y, salvo contadas ocasiones, es el modo AF que más os recomiendo.
El modo AF continuo (AF-C para muchos fabricantes y AI Servo en las Canon) se activa pulsando hasta la mitad el disparador y enfocando. Si el objeto se mueve, la cámara corrige el enfoque sin necesidad de soltar el botón. Podéis hacer la prueba seleccionando el enfoque continuo, enfocando un plano cercano y luego apuntando la cámara hacia un lugar más alejado. Oiréis el motor de enfoque y veréis como gira el anillo de enfoque. Todo ello sin soltar el botón de disparo. El enfoque continuo es ideal cuando queremos fotografiar objetos, personas o animales en movimientos ya que los seguirá manteniéndolos enfocados.
El tercer modo AF es el automático (AF-A para muchos fabricantes y AI Foco Focus en las Canon). Es el más problemático ya que la cámara cambia de único a continuo dependiendo de si capta movimiento en la escena. La idea es muy buena, si enfocamos un objeto estático y éste empieza a moverse, la cámara activa el continuo y comienza el seguimiento. Pero en muchas ocasiones, el movimiento se inicia en el fondo de la escena y la cámara lo enfoca, desenfocando el primer término que es el que nos interesa. Este error está muy relacionado con la selección de punto de enfoque en el visor.
Puntos de enfoque
Dentro del visor de nuestra cámara encontramos diferentes cuadros que nos marcan los puntos que podemos seleccionar para indicarle a la cámara dónde queremos que enfoque. Según el modelo, tenemos más o menos puntos y siempre podremos elegir trabajar con todos los puntos a la vez o seleccionar un punto en concreto.
Si queremos que la cámara elija el punto de enfoque la configuraremos en punto zona de AF Automática, Dinámica o Ancho (según fabricante). Como podéis imaginar, este sistema tiene muchos riesgos ya que la cámara elige lo que enfoca, dependiendo de distancias, contraste o de si detecta caras. Para avisarnos de donde está enfocando, ilumina los cuadrados del interior del visor.
Lo más práctico es seleccionar uno de los cuadrados del interior del visor como punto de enfoque. Para ello, configuramos la cámara para que nos deje desplazarnos por los puntos de enfoque, situando uno de los puntos de enfoque sobre el objeto que queremos enfocar, intentando que no cumpla las circunstancias por las que la cámara no enfoca. De todos los puntos que podemos seleccionar, el punto central suele ser el más preciso a la hora de detectar el contraste y las líneas, por lo que es el que os recomiendo que uséis.
La configuración que más uso es el modo de AF en único (AF-S) y el punto central seleccionado. Si tengo que enfocar a una persona o zona situada a la derecha del encuadre, lo que hago es mover la cámara situando el punto central en el ojo o la zona derecha de la fotografía, presionar hasta la mitad el disparador, no soltar el botón y reencuadrar la fotografía. Si hiciera esto con el AF-S o en AF-A la distancia de enfoque cambiaría y se enfocaría el fondo.
En XatakaFoto| Enfocar... Cuando no hay tiempo para enfocar
Fotografías | José Juan Gonzálvez
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