Ya planteamos en otra ocasión preguntas que habría que hacerse antes de comprar una cámara, pero dando un paso más allá y ante la cascada de presentaciones de nuevos modelos, nos surgen las dudas acerca de si deberíamos o no renovar nuestra cámara digital.
A pesar de que nos encontramos contentos con nuestra cámara, tras un tiempo (cada vez más corto) no podemos evitar mirar de reojo los escaparates y comprobar lo atractivas que resultan las últimas cámaras que incorporan la última generación de tecnologías. No la necesitamos, porque nuestra cámara es más que suficiente para lo que queremos, pero ese afán consumista nos suele invadir como una fiebre y es inevitable estar tentado.
Vamos a repasar cinco preguntas que habría que hacerse (con sinceridad) antes de lanzarnos a olvidar nuestra querida cámara en el cajón y renovarla con un modelo más grande, más completo y más caro.
¿Mi cámara funciona correctamente?
Si es así, si está cuidada y no tiene medio millón de disparos, es probable que aún nos dure bastante tiempo, así que podríamos aún aguantar un tiempo con ella, aunque no tenga entre sus características grabación de vídeo (no lo echamos en falta hasta que se generaliza en los nuevos modelos). Es probable que la batería haya perdido capacidad, pero es tan fácil como adquirir una nueva, compatible y barata, para seguir dándole vida extra.
¿Conozco todas las funciones de mi actual cámara?
Si la hemos usado con profusión y nos hemos preocupado por conocerla completamente (leyendo incluso el aburrido y extenso manual de instrucciones), es probable que sí. Aunque seguro que todavía podemos encontrar nuevas características a las que sacar partido.¿Hemos logrado total compenetración con nuestra cámara?
Si tras un largo tiempo con ella, somos capaces de dominar con perfección el manejo y hasta casi sabemos el resultado de una instantánea incluso antes de verla en la pantalla LCD, es probable que tengamos una excelente compenetración con la cámara. Algo difícil de conseguir, que requiere tiempo y debería ser un punto a tener en cuenta antes de renovarla.¿Se nos ha quedado obsoleta y nos limita a la hora de crecer como fotógrafo?
Si hemos exprimido al máximo nuestra querida cámara, echamos en falta tener vídeo, poder ampliar nuestras fotos a tamaño valla publicitaria (o al menos tamaño póster grande), tenemos un zoom corto (en compactas), hemos perdido la funda (sic) y ahora, además, no disponemos de la nitidez, el balance de blancos o la ausencia de ruido que nuestra progresión nos va marcando, entonces podremos plantearnos renovarla. Si se trata de una réflex, no deberíamos descartar complementarla con accesorios nuevos, como un flash, o nuevos objetivos de más calidad, que seguro prolongarán la vida de nuestra cámara.
¿Hemos probado un modelo nuevo de un amigo y nos hemos quedado boquiabiertos?
Entonces es probable que las diferencias de resultados nos hagan pensar en que quizás las últimas tecnologías en las nuevas cámaras han avanzado tanto que nuestra cámara se ha quedado obsoleta. Esto es irónico, porque seguramente no sea así, aunque no por ello podemos evitar querer renovar nuestra cámara aunque sólo sea por capricho, por coleccionismo por querer subir un peldaño y pasar de una compacta a una réflex, o de una réflex básica a una semiprofesional.
Fotos | E3 y Eduardo Cavasotti
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