Empiezo esta serie de artículos sobre cámaras clásicas con la Rolleiflex. Una de las cámaras más míticas de la historia de la fotografía, no sólo por los avances técnicos introducidos, sino también por la gran variedad de fotógrafos que la usaron para crear algunas de las fotografías más importantes de la historia.
La Rolleiflex es una de las mejores opciones que tienen los estudiantes y aficionados a la fotografía para acceder al formato medio en película. Me decidí a comprar la Rolleiflex, hace ya casi veinte años, por ofrecerme, a un precio asequible, la posibilidad de trabajar en 6×6, por la gran calidad de la óptica de Zeiss y por tener buena luminosidad en la pantalla de enfoque. Bueno, y para ser del todo sincero, también influyó el hecho de que la Rolleiflex es una de las cámaras más bonitas que se han fabricado.
Rollei y el visor TLR
Paul Franke y Reinhold Heidecke abrieron la fábrica de Rollei en la ciudad alemana de Braunschweig en 1920. Su primera Rolleiflex fue presentada en 1928. En esta cámara adoptaron el sistema de visor TLR (twins lens réflex) que consta de un par de lentes gemelas. La lente inferior se ocupa de la exposición y la lente superior no tiene diafragma ni obturador. Se usa para llevar la luz al espejo interior que la refleja sobre la pantalla de enfoque.
Como la cámara usa película de 6×6 cm. la pantalla de enfoque también usa estas medidas, con lo que tenemos un visor de gran tamaño con todas las ventajas que eso conlleva a la hora de componer y enfocar. Pero también tiene una desventaja: vemos la imagen a la inversa, la derecha está a la izquierda y la izquierda está a la derecha. Esto lo provoca la ausencia de pentaprisma. Esta inversión de la imagen despista un poco al principio, haciendo que movamos la cámara hacia el lado contrario del que queremos, pero en poco tiempo uno se acostumbra y deja de ser un inconveniente.
Una de las cosas más importantes si pensáis haceros con una de estas cámaras es mirar la pantalla de enfoque, evitando claramente las que puedan tener algún tipo de rotura y comprobando siempre la luminosidad. Algunos modelos de Rolleiflex montaban pantallas mejores y otros peores, afectando a la luminosidad del visor. Buscad siempre las más luminosas. Para comprobarlo basta mirar por el visor en un interior poco iluminado y si tenemos problemas para distinguir los objetos, sabremos que es una pantalla poco luminosa y nos dará problemas para el enfoque en situaciones de poca luz.
El reto de la óptica fija
Acostumbrado a mi cámara réflex de objetivos intercambiables, gastarme dinero en una cámara de óptica fija antes que en un objetivo para la que ya tenía, fue una de mis dudas. Le di muchas vueltas y dos cosas me decidieron: la primera, la calidad óptica de la lente Zeiss que montaba. En la Rolleiflex que compré yo, una Tessar que ni siquiera es la mejor que podéis encontrar, ya que Rollei también usó la mítica Zeiss Plannar y una, de una calidad un poco inferior, fabricada por Schneider, denominada Xenar.
La segunda cosa que me ayudó a decidirme por la compra fue pensar que con aquel tipo de cámaras se habían hecho la mayoría de las fotos que me gustaban y que los grandes maestros como Avedon y Capa, sólo tenían su Rolleiflex. Y claro, si ellos podían por qué no yo. Cosas que uno piensa en la juventud.
Pero una vez que tuve la cámara, ni los ingenieros de Zeiss, ni Avedon, estaban allí para sacar la foto. Sólo yo y esa simpática cámara que me miraba con dos ojos. Mi Rolleiflex tiene un Tessar 75mm f3.5 que equivale casi a un objetivo normal en medio formato. En un principio, me pareció que esa distancia focal era corta para sacar un retrato o un detalle y demasiado larga para un interior. La solución mirar por la cámara y moverme al mismo tiempo. Si quería un detalle o un retrato, tenía que caminar y acercarme, si tenía problemas de espacio, tenía que buscar ángulos y puntos de vista que abarcaran el máximo posible. Ese primer año con la Rolleiflex hizo que aprendiera mucho de composición para solucionar el reto de trabajar con una óptica fija.
Más adelante,me enteré de que Rollei también fabricaba modelos con una lente más angular, la Rolleiflex-Wide y otro modelo con una lente más tele, la Tele-Rolleiflex.
Doce exposiciones por carrete
Lo mas atractivo de esta cámara fue el empezar a trabajar en formato medio y la calidad que ello supone. El tema era que por el mismo precio de un carrete de 36 exposiciones en 35 mm., tenía sólo 12 exposiciones. En la actualidad, el rollo de película 120 es un poco más caro que el de 35mm. y las opciones de compra de película se han reducido bastante. Fuji, Kodak e Ilford son las marcas que más opciones nos dan, tanto para color como para blanco y negro. La más barato en color es Reala de Fuji, mi preferida, que encontraréis en tiendas especializadas por unos 20 euros el pack de cinco rollos. Si queréis ser más todo terreno, tenéis la nueva Portra 800 con la posibilidad de forzar hasta 3200 pero con un precio de 35 euros por el pack de cinco rollos. Si lo vuestro es el blanco y negro, encontraréis Kodak T-MAX 100 y T-MAX 400 a 22 euros el pack de 5 rollos. Si queréis comprar rollos sueltos, sólo Ilford ofrece esta opción en el mercado. Toda la gama de película Ilford ronda los 5 euros de precio de venta.
Otra cosa muy interesante de tener solo doce exposiciones por rollo es la necesidad de pensarte la foto y no disparar hasta estar seguro de que tienes lo que quieres, cosa que se me olvida muy fácilmente con la fotografía digital.
Medición de la luz en la Rolleiflex
La mayoría de los modelos de Rolleiflex carecen de exposímetro integrado, por lo que se hace indispensable hacerse con un fotómetro de mano. Si no tenemos fotómetro de mano, tenemos tres alternativas posibles:
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Seguir la tabla de exposiciones recomendadas que tenemos en la cámara.
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Regirnos por la regla del Sunny 16. Si no la conocéis, podéis leer más sobre ella en este articulo que publicamos hace unos meses.
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Usar una cámara réflex para medir la luz y trasladar la medición a la Rolleiflex. Algo un poco engorroso, ya que implica llevar dos cámaras, pero los resultados son aceptables.
Conclusión
En cada una de las Rolleiflex hay una pequeña parte de la historia de la fotografía y cuando hacemos fotos con ellas se puede sentir entre nuestras manos esa historia. Si tenéis una Rolleiflex, no olvidéis tirar un carrete de vez en cuando y si os planteáis haceros con una, pensad que la historia empieza con la búsqueda. Lo primero, preguntad a la familia, igual alguien os sorprende sacando alguna Rolleiflex del armario y, si no tenéis tanta suerte, podéis buscar por mercadillos o en tiendas especializadas de segunda mano.
En XatakaFoto | Diez Razones para volver al carrete
Link | Todas las Rolleiflex clasificadas por año.
Fotografías | José Juan Gonzálvez
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