Cuando menos te lo esperes el verano se te habrá echado encima y, con suerte, más pronto que tarde estarás preparando la maleta para irte de viaje. Y claro, en ella no puede faltar tu cámara para inmortalizar tus vacaciones. Lamentablemente, puede que el resultado de tus fotos no sea el que esperabas por falta de pericia o muchos otros motivos. Para ti ahí van algunos de los errores más habituales en la foto de viajes y consejos para remediarlos.
A menos que seas de los que piensa que con el móvil tienes suficiente (aprovechando que los nuevos modelos cada vez hacen mejores fotos), seguro que tu cámara es una de tus mejores amigas cuando estás de viaje. Además, si eres un buen aficionado a la fotografía, puede que te apasione tratar de captar la esencia de los lugares que visites. Por eso no está de más repasar este listado de errores que hemos preparado y tratar de aprender para no incurrir en ellos.
No planificar el viaje
Si no tienes información previa sobre los sitios que vas a visitar puedes encontrarte con problemas desagradables. Por ejemplo, imagina que visitas el famoso Taj Mahal en una hora en la que el sol está justo detrás del edificio haciendo que tus fotos queden arruinadas por el exceso de luz. Dependiendo de tu forma de viajar puede que no esté en tu mano decidir el momento de la visita, pero si la foto es tu prioridad sí que deberías haberte informado al máximo para organizarte. Gracias a Internet podrás conocer los horarios del lugar, las normas para hacer fotos, la orientación del edificio, las horas de salida y puesta del sol… Además, considera también buscar en Google Imágenes o Flickr ideas para fotografiar el lugar que te puedan servir de inspiración.
Llevar demasiado equipo
O demasiado poco. Éste es uno de los grandes dilemas de la planificación del viaje. ¿Nos llevamos todo el equipo o sólo lo justo? Aquí el consejo es complicado ya que es un tema muy subjetivo y depende de una decisión personal: ¿Ir muy cargado para asegurarnos la mejor calidad y tener a mano todo lo que podamos necesitar en un momento dado? ¿O viajar menos cargado y, por tanto, más cómodo aunque tengamos que sacrificar versatilidad y calidad? La decisión debe ser tuya, pero para tomarla deberías considerar si estás dispuesto o no a ir muy cargado a todas partes y si ello puede conllevar que dejes de hacer fotos en algún momento. En ese caso, te recomendamos un equipo reducido que puedas llevar cómodamente a todas partes.
No ir preparado con tarjetas de repuesto
Aunque no sea mala idea comprar una de esas tarjetas de memoria de gran capacidad (por ejemplo ésta de 32 gigabytes) no caigas en la tentación de pensar que como caben más fotos de las que vas a hacer no necesitas llevar nada más. Las tarjetas de memoria suelen ser muy fiables pero siempre pueden fallar o extraviarse. Por eso, siempre es mejor llevar varias de menor capacidad que una sola por muy grande que sea. Incluso, teniendo en cuenta lo poco que abultan, no está de más que lleves tarjetas de sobra por lo que pueda pasar.
Lo mismo pero con las baterías
Sí, puede que en condiciones normales tu cámara aguante sin ningún problema un día entero haciendo fotos pero ¿y si no sucede así? Una batería de repuesto para la cámara debería ser una de tus primeras compras de material una vez que tengas tu cámara. Por otro lado, aunque no te den problemas y la batería te aguante la jornada completa, ponla a cargar al llegar a tu lugar de descanso aunque aún no esté agotada. De esta forma te asegurarás que al día siguiente tendrás las dos baterías preparadas para la acción.
No proteger bien el equipo
Por supuesto, es importante llevar el equipo en buenas condiciones. Una bolsa o mochila adecuada es importante para evitar posibles daños pero tampoco podemos olvidarnos de esos pequeños detalles relacionados con los accesorios que pueden ser la causa de perder las fotos que hayamos hecho: proteger las tarjetas llevándolas siempre contigo, en un tarjetero adecuado y con la pestaña de protección activada una vez que están llenas. Además, si es posible te recomendamos hacer copias de seguridad diarias, ya sea en un portátil o tablet o directamente en la nube.
Llamar la atención de los ladrones
Lógicamente esto no influirá en el resultado de las fotos, pero es un consejo sin precio para salvaguardar tu equipo de los amantes de lo ajeno. Llevar un equipo demasiado “cantoso” y/o una bolsa que llame la atención de los ladrones es poco recomendable. Si no se puede evitar (como en el caso del equipo que usemos), al menos conviene guardarlo en una bolsa o mochila que no vaya diciendo a gritos “dentro llevo una cámara cara ¡róbame!”.
No llevar la cámara siempre contigo
Por dos motivos, el primero es que siempre deberías estar preparado para inmortalizar cualquier momento del viaje. El segundo es relacionado con lo que decíamos antes. Las cámaras suelen ser un elemento muy codiciado por los ladrones con lo que por seguridad es mejor llevarla siempre con uno. Por supuesto, totalmente prohibido dejar la cámara en el coche. Y menos en verano cuando dentro de un vehículo se pueden superar temperaturas de 50 grados.
No conocer tu equipo a fondo
Da igual que sea una cámara semiprofesional que una compacta "normalita". Conocer tu equipo bien es muy importante para saber hasta dónde es capaz de llegar. Por ello, comienza leyéndote el manual y haz muchas pruebas para saber hasta que ISO puedes llegar a usar sin que el ruido estropee las fotos, si es mejor subexponer o sobrexponer, o si su ráfaga es capaz de captar escenas con gran movimiento.
Usar una cámara que te supera
Al hilo de lo anterior, utilizar un equipo que no sabes manejar es una mala idea. Es cierto que disparando en automático la mayoría de las veces podrás obtener fotos muy decentes, pero si quieres ir un escalón más allá deberás conocer bien la técnica fotográfica y dominar tu cámara para obtener lo mejor de ella. La idea es que domines la técnica para olvidarte de ella cuando hagas fotos y centrarte en la creatividad.
Pensar que tu cámara no sirve para esas fotos
Ansel Adams, el famoso fotógrafo norteamericano, decía que "lo importante no es la cámara, sino quien está detrás de ella". Y nada más cierto. Como ya sabes, incluso con un smartphone se pueden hacer grandes fotos porque la creatividad está por encima de la técnica.
Disparar a lo loco
No pensar antes de disparar es un error muy común del simple aficionado. Por ello, para mejorar tus tomas debes tomarte el tiempo necesario para evaluar la luz, moverte hacia donde obtengas la mejor cobertura de la escena, encuadrar con calma componiendo bien el plano y calcular la relación perfecta de velocidad, diafragma e ISO.
No saber elegir el momento adecuado
Al hilo de lo anterior, es importante elegir las mejores condiciones de luz para cada toma y eso puede que sea en ciertos momentos del día. Como decíamos al principio, es posible que no puedas elegir el momento ni volver al sitio otro día, pero si está en tu mano debes aprovecharlo. En todo caso, piensa que las mejores horas del día son la mañana y el atardecer, cuando la luz es suave y los rayos del sol llegan en un ángulo de unos 45 grados. Por contra, ten en cuenta que las peores horas son las del mediodía, cuando el sol está arriba del todo y su luz provoca sombras muy duras.
No aprovechar la ráfaga de la cámara
Sin abusar de ella, disparar en ráfaga puede ser un elemento muy útil para captar situaciones en las que haya algún tipo de movimiento o acción. Así, utiliza esta modalidad para obtener varias tomas de una misma escena entre las que luego puedas escoger la más atractiva.
No utilizar el formato RAW
Como ya sabrás, los archivos en crudo son el equivalente al negativo en formato digital, por lo que ofrecen la máxima calidad de imagen y permiten su revelado posterior. En el caso de los viajes, disparar en RAW es especialmente útil para luego modificar ajustes como el balance de blancos que quizá, con la inmediatez del momento, no haya sido el correcto. Además, también es recomendable seleccionar el modo que permite guardar además una copia en JPEG a máxima calidad. Así nos aseguramos que, en el caso de que la tarjeta tenga algún error (que nos obligue a tratar de recuperar los datos) tengamos más posibilidades de rescatar las fotos.
Pensar que un trípode es insustituible
Si viajas ligero, probablemente dejarás el trípode en casa o lo sustituirás por uno pequeño o de esos con pinza para agarrar la cámara a cualquier lado. De todos modos, siempre está la opción de usar elementos del entorno para apoyar la cámara (poyetes, elementos de mobiliario urbano como las papeleras…) o sujetarla con la mano pero apoyándote en todo lo que puedas para estabilizar la toma. Cualquier apoyo es una ayuda para evitar trepidaciones.
Componer imágenes sin fuerza
Como decíamos, es importante tomarte tu tiempo para componer la foto. Por supuesto, hay que evitar errores básicos como poner la línea del horizonte en medio de la foto, pero también intentar incluir elementos que añadan interés a la foto, ya sea en primer plano o como elemento central de la composición. Por ejemplo, es muy común fotografiar paisajes o ciudades sin que haya ningún elemento principal lo que suele resultar en fotografías insulsas.
No acercarse a las cosas
Asistir como espectador desde lejos, no involucrarse en la foto es otro error común en las fotos de viajes. El conocido Robert Capa solía decir que "si tu fotografía no es lo suficientemente buena, es porque no estabas lo suficientemente cerca". Así que el mejor consejo es que te muevas, te acerques, te alejes, te involucres con el entorno en definitiva.
No hacer fotos a la gente
Involucrarse, como decimos, es importante, quizá lo que diferencia a los turistas de los viajeros. Hacer retratos de la gente que vas encontrando en tu viaje puede ser una experiencia que lo haga inolvidable. Así que interactúa con ellos, charla, pídeles permiso para hacerles fotos y obtendrás imágenes únicas.
Preguntar antes de disparar
Si ves la posibilidad de hacer un buen retrato si que el sujeto se dé cuenta (eso que llamamos un robado) no lo pienses dos veces. Si te pillan y se enfadan siempre podrás disculparte y pedir permiso después. Si lo hicieras antes se perdería el momento espontáneo.
Empeñarte en retratar un lugar sin gente
Tratar de captar ese monumento tan conocido sin que nadie se ponga en medio y estropee la foto suele ser complicado hoy día, sobre todo con el auge de los dichosos selfies. Para lograrlo siempre puedes recurrir al trípode y emplear técnicas como una exposición larga en modo bulb o la toma de varias imágenes que fusionar posteriormente para “borrar” a la gente. Claro que son cosas que exigen ciertos conocimientos y dominio de la técnica y no están al alcance de todos. Por ello, deberías plantearte que una figura puede aportar interés a la foto e incluso mejorar una toma que, de otro modo, quizá podría resultar poco interesante.
No contar una historia
Tras regresar de tu viaje y revisar tus fotos, puedes encontrarte con una bonita colección de postales de los típicos monumentos. Pero lo mejor de los viajes es que son una experiencia única e irrepetible, así que lo ideal es realizar una especie de reportaje que refleje buena parte de los momentos vividos, las costumbres y los personajes de los sitios visitados. Recuerda que la fotografía es el arte de captar el momento, así que aplícate el cuento. Por eso, sin desechar las fotos tipo postal, también deberías incluir algunos retratos tuyos (o vuestros si vas acompañado) y fotos de los mejores momentos, las anécdotas vividas, lo que comiste, etc.
No madrugar
Ya lo hemos dicho, las mejores horas para hacer fotos son por la mañana y por la noche, lo que implica que a esas horas hay que estar despiertos y preparados. Para captar un amanecer impresionante no tendrás más remedio que pegarte el madrugón, aunque estés de vacaciones. Puede que un día las nubes te arruinen el plan, pero en la mayoría de los casos te merecerá la pena.
Abusar del flash
Es muy común ver a los fotógrafos principiantes que disparan en automático y se ven sorprendidos por el flash de su cámara al desplegarse porque hay poca luz. El resultado además no suele ser bueno porque el flash es un elemento difícil de controlar y con un alcance limitado. Por eso es mejor desactivarlo como norma general y sólo activarlo cuando lo vayamos a necesitar, por ejemplo para usarlo como luz de relleno, una alternativa muy interesante.
Disparar con flash a superficies reflejantes
Al hilo de lo anterior, también es habitual que los no iniciados hagan fotos a cuadros o espejos con el flash y se encuentren con que la superficie les devuelva el flashazo. Se puede evitar en parte disparando de lado en vez de frontalmente, pero es casi mejor intentar no utilizar el flash y tirar de ISO.
Perder el tiempo mirando tus fotos
Dedicar mucho tiempo a revisar las fotos en la LCD de la cámara justo después de hacerlas no suele ser una buena idea. Aparte de gastar batería (la pantalla es lo que más consume), puedes perderte algo interesante que esté pasando por delante de tus narices.
Enseñar las fotos a todo el mundo
O compartirlas inmediatamente en redes sociales. Lo mismo que lo anterior, además de reducir la autonomía, te hace perder un tiempo que podría ser muy valioso. Piensa que siempre tendrás tiempo de hacerlo por la noche, antes de irte a dormir, y disfruta del momento.
No ser original
Fotos bonitas de la Torre Eiffel hay millones en Internet. Por eso, lo ideal es explotar al máximo nuestra creatividad para obtener imágenes que sean únicas. Busca un punto de vista diferente, experimenta con encuadres arriesgados, aprovecha una luz especial, haz fotos de superficies que reflejen… En definitiva, intenta crear fotos originales y creativas que no sean lo mismo de siempre.
No respetar las normas
Si visitas un sitio en el que está prohibido hacer fotos será por algo, así que cumple las normas. Si lo que está prohibido es usar el flash lo mismo. Si no sabes desactivarlo y sigues haciendo fotos como si no fuera contigo la cosa, es que directamente eres un zoquete.
No tener paciencia para esperar al momento adecuado
Buena parte del tiempo que el fotógrafo emplea para hacer fotos lo pasa observando el entorno, sus gentes, etc. Por eso hay que moverse para estar en el sitio justo en el momento adecuado. Volver a los sitios si cuando estuviste por primera vez la luz no era adecuada o ser paciente para esperar al momento justo. Quizá hasta que el sol se haya puesto del todo o hasta que por esa pintoresca escalera que encontraste baje una chica vestida con vivos colores que dé mayor interés a la imagen.
No aprender de los errores
Aunque sobre la marcha veas fotos que crees que no merecen ser conservadas, dales una oportunidad y no las borres hasta que no las veas en pantalla. Y cuando lo hagas, intenta averiguar porqué el resultado no ha sido el esperado, si la causa es que no dominas suficientemente la técnica o hay otra razón. En definitiva, un poco de autocrítica sirve para mejorar en el futuro.
No estar preparado
No tener la cámara a mano y lista para captar ese momento único es imperdonable en quien se considere fotógrafo. Así que, procura llevar la cámara al cuello, encendida y sin la tapa. Si ves algo interesante, dispara lo más rápido que puedas, aunque luego te prepares para una segunda toma en mejores condiciones si es que esto es posible. Aprovecha el momento y capta lo imprevisible de la vida y estarás en proceso de lograr grandes fotografías.
Y eso es todo. Es posible que algunos de los errores aquí expuestos te hayan parecido pueriles porque ya seas un fotógrafo con cierta experiencia, pero quizá otros sí puedan serte útiles. Así que esperamos que te haya merecido la pena la lectura.
Foto de portada: Marcela Escandell
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