Xavier Miserachs llegó a este mundo en Barcelona, en un momento convulso. Aquel 12 de julio de 1937 España estaba sumida en plena Guerra Civil, pero, afortunadamente, el clima decadente en el que transcurrió su infancia no impidió que desde muy joven se interesase por la fotografía. Posiblemente sus padres, el médico hematólogo Manuel Miserachs y la bibliotecaria Montserrat Ribalta, supieron crear el caldo de cultivo apropiado para despertar en él el interés por la cultura y el arte.
Su primera toma de contacto seria con la fotografía tuvo lugar en el Instituto Técnico Eulàlia, conocido habitualmente durante el régimen de Franco como Centro de Estudios San Marcos. Esta escuela destacaba ya entonces por el alto nivel de sus docentes, y pudo ejercer sobre el joven Xavier una influencia positiva que culminó cuando con 17 años asistió a la exposición «The family of man». Según el fotógrafo y amigo de la infancia Oriol Maspons, aquellas imágenes le impresionaron tanto que decidió cambiar la dirección en la que discurría su vida hasta entonces.
Primeros pasos como profesional
Posiblemente influenciado por su padre, Xavier Miserachs comenzó a estudiar la carrera de medicina. Y, de hecho, llegó lejos porque continuó su formación como médico durante cinco años. Aun así, su auténtica pasión era la fotografía, por lo que decidió abandonar sus estudios de medicina para dedicarse en cuerpo y alma a su afición, un propósito que parecía rondarle desde que en 1952, con 15 años, se hizo miembro de la Agrupación Fotográfica de Cataluña.
Su pericia detrás del visor se hizo patente muy pronto, lo que le condujo a recibir con solo 17 años el premio I Trofeo Luis Navarro en el II Salón Nacional de Fotografía Moderna de la Agrupación Fotográfica de Cataluña, y a exponer pocos años después con Ricard Terré y Ramón Masats en la muestra Terré-Miserachs-Masats I, que se celebró tanto en Cataluña como en Madrid. En cualquier caso, con 24 años decidió abrir su propio estudio de fotografía con la intención de compaginar los encargos que le permitían ganarse la vida con proyectos fotográficos personales con una influenciada muy marcada por el neorrealismo.
De aquellos primeros proyectos fotográficos de autor nació, entre otras obras, la compilación Barcelona Blanco y Negro, un libro que recogía 400 de aquellas fotografías. En ellas Miserachs describía con una ausencia total de artificios el despertar económico que empezaba a experimentar la capital catalana en los años 60. Precisamente, esta es la principal seña de identidad de su fotografía: un realismo muy marcado que pretende mostrar el mundo tal y como es, sin nada que edulcore la percepción que tiene la persona que observa la fotografía.
Del reportaje fotográfico al cine
La marcada influencia del neorrealismo en la fotografía de Xavier Miserachs provocó que buena parte de las revistas con más repercusión en la sociedad de la época, como Actualidad Española, Triunfo, Interviú, La Gaceta Ilustrada o Magazin, entre otras, publicase sus reportajes fotográficos. También el diario La Vanguardia publicó varios reportajes suyos, lo que le permitió afianzarse con una gran solidez en la fotografía profesional.
Además, su trabajo para los medios de comunicación permitió a Miserachs recorrer no solo Europa, sino también Estados Unidos, algunos países de África y una parte del sudeste asiático. Pero su ambición artística y su polivalencia le incitaron a experimentar con otras formas de expresión, por lo que decidió probar fortuna en el mundo del cine. Ejerció como cámara y director de fotografía en dos películas underground dirigidas por sus amigos Enric Vila Matas y Emma Cohen, y se encargó de la foto fija en la película «Juguetes rotos», de Manuel Summers, en 1966. Incluso produjo y dirigió un cortometraje propio titulado «AMÉN historieta muda», aunque su experiencia en el mundo del cine quedó ahí.
La vocación didáctica de Miserachs
Además de su gran interés en la experimentación fotográfica, Miserachs tenía una vocación didáctica muy acentuada. Esto fue lo que le animó a cofundar en 1967 la escuela EINA, en la que ejerció como uno de sus primeros profesores de fotografía. Pero esta no fue la única forma en la que dio salida a su interés por la divulgación y la enseñanza. También escribió tres libros de texto que aún hoy son considerados auténticos clásicos. Uno de ellos, el titulado «Fulls de contactes. Memòries», editado por Edicions 62 en 1998, fue galardonado con el II Premio Gaziel de Biografías y Memorias. Incluso llegó a ilustrar varias obras de otros autores.
Desafortunadamente, Xavier Miserachs nos dejó demasiado pronto. Un cáncer de pulmón acabó con su vida en 1998, cuando tenía solo 61 años. Poco antes había recibido la Cruz de San Jordi que otorga la Generalitat de Cataluña. Él ya no está, pero su obra perdurará y siempre formará parte del legado que nos han transmitido los fotógrafos españoles que han contribuido a hacer de esta forma de expresión el arte que es.
Imágenes | Xavier Miserachs
Más información | Archivo Xavier Miserachs
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