Emmet Gowin es una de esas personas que cuando habla no podemos dejar de emocionarnos, sabe transmitir con palabras, con frases certeras que erizan el vello, pero también lo hace a través de su obra, gracias a su universo más inmediato, el de su familia y sobre todo su esposa.
Esta mañana tuvimos la suerte de asistir a la presentación de la que será una de las exposiciones más importantes dentro del festival de PHotoEspaña 2013. La sala Mapfre de Azca acoge de nuevo la obra de un autor como ya nos tiene acostumbrados, ofreciendo así la oportunidad de ver de cerca las imágenes de fotógrafos influyentes dentro de la historia.
Emmet Gowin, nacido en Virginia en los años 40, vertebra su trabajo fundamentalmente en tres grandes bloques. Su familia y su mujer; la naturaleza (viajes) y las fotografías aéreas. Particularmente, y lo extiendo al resto de público porque así me han hecho sentirlo tanto en la rueda de prensa como en los pasillos de la exposición, nuestra mirada se detiene especialmente en aquellas imágenes más íntimas.
La exposición
Su esposa es uno de los grandes pilares en los que se asienta su trabajo. Es la musa perfecta, la que le ha ido acompañando durante las últimas décadas cuyo paso del tiempo es expresado a través de su piel. Un cuerpo al que le pesan sutilmente los años, bellamente. Son las imágenes que atrapan, que te hacen detener la mirada, en silencio, contemplando como él la contemplaba.
Fotografías de algunos viajes también están presentes en la muestra. En concreto hay imágenes de Matera, pueblo de Italia donde habita el silencio, al igual que lo hacen las paredes que conducen a Petra, inmortalizada asimismo por el fotógrafo americano. Todas ellas tratadas con ausencia de color, algo que remarca más esa idea de lugares para el recogimiento.
Hecha con lente de una cámara de 4 x 5 pulgadas en un aparato de 8 x 10, dando como resultado una imagen circular que refuerza la idea de intimidad, de estar mirando por una mirilla y que utilizó en una serie donde su principal protagonista fue su hijo Isaac.
La naturaleza, los bosques, los parques forestales, tienen también cabida en la obra de Gowin. Algo que nos conduce a la obra de Robert Adams, pero que en su caso se nos presentan con imágenes de cierta estética, se nos antojan más bellas. Como apuntaba el comisario de la exposición, Carlos Gollonet, con esas tomas no emite juicios, no es un activista, pero sí investiga esos espacios devastados por la acción humana.
Llegamos a las fotografías aéreas. Para mí las menos interesantes, salvaguardando algunas donde las texturas se convierten en motivos abstractos de gran plasticidad que incluso parecen salir de la fotografía para obsequiarnos con bocados de realidad. En esta línea nos encontramos con unas tomas encargadas por la Fundación Mapfre, esta vez a color, donde refleja algunos paisajes de Andalucía desde el aire.
Y terminamos con imágenes experimentales utilizando tono de oro sobre papel salado para la impresión, más cercanas a la pintura pero muy sugerentes en su resultado. También aquellas dedicadas a las mariposas nocturnas, diferentes, entroncadas con efectos en la línea del lightpainting.
En resumen
Una exposición para todos los gustos donde se ve la mirada de su autor en todas las fotografías. Donde se aprecia su gusto por el silencio. Por los momentos capturados. Por la intimidad de la que todo el mundo habla. Por su capacidad para transmitir emociones más allá de las palabras. Su buen ojo componiendo y su sentido estético. Por todo ello es una muestra para no perderse y para encontrar inspiración entre sus retazos de vida en calma.
Hasta el 1 de septiembre de 2013. Visitad la web de la Fundación Mapfre porque como siempre los contenidos son muy completos.
Fotógrafo | Emmet Gowin Foto de portada | Nancy, Danville (Virginia), 1969 Gelatina de plata © Emmet Gowin, cortesía Pace/MacGill Gallery, New York Más info | Fundación Mapfre