Aunque él sí que ejerció de fotógrafo, su historia nos ha llamado la atención porque como Vivian Maier murió dejando cientos de rollos por revelar que ahora poco a poco van saliendo a la luz. El parecido no va mucho más allá, porque este artista sudafricano sí llegó a tener cierto éxito en la profesión, y a exponer algunos de sus trabajos; sin embargo, Pierre Crocquet fue un casi absoluto desconocido cuya historia merece la pena contar.
Su hermana Jeannine se está encargando de ello a través de las redes sociales, un medio que ha elegido para difundir la historia de Pierre y mostrar el talento de un fotógrafo que falleció muy joven (en 2013 con 42 años) en unas circunstancias bastante extrañas y, sobre todo, muy tristes.
Sus comienzos
La relación de Pierre con la fotografía empezó, como suele suceder, en su juventud cuando su padre le regaló una Voigtlander Vito B a la edad de 16 años. Aquel regalo fue un flechazo para el joven Pierre quien se enamoró de la fotografía y se dedicó a hacer fotos siempre que podía.
Pero Pierre, que nació en 1971 en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) y se crió en Klerksdorp (una ciudad minera al oeste de Johannesburgo), siguió obedientemente los deseos de su familia y se marchó a estudiar Económicas a la Universidad de Ciudad del Cabo dejando apartada su pasión por la fotografía.
Más tarde, en 1996, se marchó a Londres para trabajar en el entonces banco mercantil Chase Manhattan. Pierre pensó que sería un trabajo soñado, pero pronto empezó a odiarlo, tanto que en una carta enviada a su familia contaba: “El dinero que gano aquí es obscenamente alto, pero odio el trabajo y lo que hacen los bancos. No veo que lo que hago sirva para algo significativo y siento que no estoy dejando ningún legado que valga la pena”.
Por eso, un buen día (y con poco más de 30 años) abandonó su rentable puesto de trabajo y se matriculó en la London London College of Printing para hacer realidad su sueño: dedicarse a la fotografía. A partir de ahí comenzó un periodo de unos 10 años en los que regresó a Sudáfrica se dedicó por completo a ella y llevó a cabo prácticamente toda su obra.
Su trabajo de aquello años se centró en retratar la vida en Sudáfrica y en el continente africano, pero a diferencia de otros a Pierre no estaba interesado en mostrar la guerra y la hambruna que siempre han ido asociadas al llamado continente negro.
Tal y como cuenta Jeannine en una entrevista a The Phoblographer, “Pierre estaba más interesado en capturar la belleza en lo ordinario, los momentos de interés en lo mundano: Dos niños en un balancín, un servicio religioso informal al aire libre, boxeadores entrenando junto al mar, una mujer tomando su café de la mañana junto a la cabeza de un cerdo… Cartier-Bresson lo definía como ‘capturar la eternidad en un momento’; creo que mi hermano capturó bastantes de esos momentos eternos.”
Lo cierto es que, como podéis ver, su fotografía tiene un aire clásico, “de la vieja escuela en apariencia y estilo. Es un ‘momento decisivo’ y abrumadoramente centrado en las personas. Tengo miles de negativos de Pierre, que fueron tomados durante un período de diez años. Hay tal vez 20 tomas en total que no muestran personas. Ningún paisaje, ninguna naturaleza muerta, incluso las imágenes que son de la naturaleza, como su trabajo en el desierto de Karoo, contienen pequeñas figuras. La humanidad y todos sus caprichos son lo que lo fascinó”.
Durante estos diez años llevó a cabo varios proyectos que se publicaron en diversos libros. A principios de 2002, descubrió el jazz sudafricano y pasó varios años fotografiando a esos artistas que interpretaban unos sonidos que amaba y que también acabaron inmortalizados en un libro. Algo más tarde se marchó a Karatara, un pequeño asentamiento en decadencia, situado en el borde de un bosque acondicionado para los trabajadores forestales y que, a medida que la industria se desvaneció, se fue despoblando.
“Los que quedan parecen de alguna manera perdidos en el tiempo —cuenta Jeannine—, parte de una era olvidada. Inicialmente, los residentes desconfiaban y sospechaban, y pasó un tiempo antes de que aceptaran ser fotografiados. Sus retratos de esa época son compasivos, empáticos y convincentes.” Aquel trabajo llegó a exhibirse en los EE. UU y Europa con gran éxito, y se publicó un libro llamado ‘Enter/ Exit’.
Su último trabajo
Pero seguramente su proyecto más sonado fue el último, en el que empezó a trabajar en 2009. Se llamaba ‘Pinky Promise’ y documentaba las historias personales de tres pedófilos y cinco víctimas de abuso sexual infantil. Un tema muy delicado que llevó al fotógrafo a sumergirse en el turbio mundo de los delincuentes sexuales y le marcó profundamente: “Me involucro en la vida y la capturo a través de mi lente al mismo tiempo. Me siento atraído por el lado más oscuro de la humanidad, tal vez porque veo el lado más claro de la vida tan brillantemente.”
Aquel trabajo llegó a aparecer en el NY Times, recibió varios premios y se recopiló en un fotolibro que acompañó a una exposición del mismo nombre celebrada en Johannesburgo en 2011, pero el proyecto dejó a Pierre creativamente quemado. Por eso, en noviembre de 2012 comenzó un retiro de seis meses en un remoto centro budista. Aislado del mundo, pasaba el tiempo meditando durante 14 horas al día, sin apenas comer ni hablar.
Dos semanas antes de que concluyera el retiro, comenzó a mostrar signos de angustia mental y paranoia severa y la noche del primero de mayo de 2013, salió del retiro, semidesnudo, caminando por una carretera en la oscuridad y fue atropellado por un coche que se dio a la fuga con sólo 42 años.
Además del dolor y el trauma, su hermana (con la que estaba muy unido) se encontró con el caos de papeleo que acompaña una muerte temprana y un archivo de miles de negativos, así como cajas con hojas de contacto e impresiones. “No tenía idea de por dónde empezar y, sin un plan concreto, comencé el trabajo más simple primero: encontrar una manera de mantener su trabajo visible y vivo”.
“Las redes sociales eran la opción obvia y más rentable —cuenta Jeannie—, así que compartí las imágenes de Pierre en grupos de fotografía en Facebook, Instagram y Reddit. La respuesta siempre fue abrumadoramente positiva y me di cuenta de que el trabajo de Pierre, y la historia que lo acompañaba, llegaban al corazón de la gente.”
“Una exposición puede significar que el trabajo es visto por cientos de personas —continúa Jeannie— tal vez unos pocos miles. Pero en Internet la visibilidad es enorme en comparación con eso. Pierre no tuvo presencia en las redes sociales durante su vida y creo que le sorprendería la cantidad de atracción que ha recibido su trabajo a través de Internet”. Nosotros, cómo no, le damos las gracias por compartir la historia, y le deseamos toda la suerte del mundo.
Pierre Crocquet | Instagram
Fotografías de Pierre Crocquet reproducidas con permiso para este artículo
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