Siento fascinación por esos proyectos que consiguen dar la vuelta al mundo por su carácter simpático y creativo. Un ejemplo es el que nos compartió Alfonso hace unos días gracias a Cardboard BOX OFFICE. Casi siempre enfocados en un ambiente familiar o incluyendo a mascotas, estas series consiguen despertar la empatía del público a base de sonrisas.
El proyecto que os comparto, mantiene ese aspecto familiar pero a la vez se engrandece al tratarse de un fotógrafo profesional, cuya esposa fue diagnosticada de cáncer en 2003, el cual comenzó a fotografiarse ataviado únicamente con un tutú para hacerla sonreir antes de sus sesiones de quimioterapia.
Soy una firme defensora de que los males deben plantarse cara con risas, por ello este trabajo despertó mi interés nada más conocerlo. La fotografía unida a una de mis creencias ante las enfermedades, sin duda tenía que hablar de ello.
Ya sea con ayudante o mediante autofotos, Bob Carey recorrió buena parte de los lugares más emblemáticos de Estados Unidos para fotografiarse con un tutú rosa. El resultado no dejaba de ser efectivo sólo para su esposa sino que cualquiera que vio (y sigue viendo) aquellas fotografías, siente una mezcla de alegría y ternura al mismo tiempo. ¿La fotografía como terapia? Podría ser.
Editó más tarde un libro, "Ballerina", el cual sirvió para la posterior The Carey Fundation, destinada a ayudar a mujeres con cáncer. En su página web podéis ver parte de las fotografías del proyecto, así como echar un vistazo, de paso, a sus demás trabajos, aunque no cabe duda que éste que nos concierne es de los más interesantes, tanto visualmente como por trasfondo.
De corte púramente conceptual en cuanto a su forma, grandes espacios, una persona como eje central, quizás no habría adquirido el valor que tiene si no fuese por su carácter terapéutico. Pero no estamos aquí para cuestionarlo desde ese punto de vista, y menos cuando tenemos detrás una verdadera prueba de amor de un marido a su esposa. Nada más que añadir.
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