Desmontando (o no) mi teoría sobre sus imágenes, esa fue la sensación que experimenté el pasado sábado durante la tertulia con Chema Conesa moderada por el equipo de la escuela Too Many Flash en Madrid. Si hay algo que un fotógrafo debe hacer es no dejar de asistir a las pequeñas clases magistrales que de vez en cuando nos regalan profesionales de la fotografía, algo que en su caso fue una auténtica gozada.
Conocer de cerca lo que se esconde detrás de algunas de sus fotografías, saber cómo empezó en el periodismo gráfico, su método de trabajo e incluso lo que disfruta a día de hoy comisariando exposiciones, todo ello de forma distendida, observando que detrás de su obra hay humildad y mucho respeto por la profesión.
Cuando visité su exposición, como os comenté a través del post publicado en su momento, salí de la muestra absolutamente maravillada por la fotogenia que había visto en sus personajes retratados. Chema Conesa nos contó que se hace una imagen mental del fotografiado, de las sensaciones que le provoca su persona para después plasmarlo en unas fotografías que por un lado les representan y por otro mantienen su sello como autor.
Retratar a los personajes como son
Chema Conesa no hace "beauty", trabaja siempre con la verdad. Quizá sea ahí donde radica la fotogenia de la que hablaba, de esa bajada de guardia del personaje que hace se proyecte su alma, su verdadera esencia. Como las imágenes de primer plano en colores neutros tomadas con una cámara de antaño, donde los fotografiados ya cansados de esperar por la lentitud del proceso fotográfico, terminaban por mostrarse a sí mismos lejos de la cara de posado, momento en el cual Chema Conesa tomaba la imagen.
Hay que partir de la base que los trabajos de Chema Conesa son encargos para prensa. Nos contó cómo siempre ha sido esa persona que representa a un medio pero que va detrás del periodista, que se informa antes sobre el personaje que va a fotografiar pero que va configurando la sesión de fotos durante el momento de la entrevista, pensando dónde colocar al retratado, buscando que hay detrás de él. Los lugares son impuestos y, por tanto, en ocasiones se debe improvisar sobre la marcha, utilizando el entorno o colocando su famoso cromalite, el mismo que puede verse en las fotos del Dalai Lama porque el fondo de la habitación de hotel no le convencía.
En el caso del retrato de Antonio López, nos contaba cómo el azar ayudó a hacer que algo anecdótico como el gesto de llevarse el pañuelo a la cara por una motita de polvo en el ojo, terminase contagiándose de la imagen que el pintor proyecta, de su personalidad pesimista con lo que le rodea. Más distendidos eran los retratos de su serie "Locas pasiones" para un suplemento dominical, aquella donde los personajes salían ataviados según lo que les habría gustado ser. De ahí la fotografía de Camilo José Cela con un kimono.
Su estilo o sello o como queramos llamarlo, se ve en sus fotografías gracias, no sólo a su instinto como fotógrafo, sino a la preparación de las mismas. La sublime fotografía de Felipe González en La Moncloa, vino inspirada de algo que quedó grabado en su niñez con la famosa frase de que Franco velaba por los españoles, la cual trasladó al presidente de gobierno plasmando esa idea que tenía desde niño. Se fraguó desde el exterior, habiendo colocado un flash en la habitación para tomar la imagen mientras la periodista Rosa Montero hacía la entrevista.
¿Por qué ha tardado tanto en exponer su trabajo en un espacio de arte?
Nos habló también de porqué había esperado tanto para hacer una exposición. Por un lado el hecho de que sus fotografías son para prensa, están expuestas en los medios escritos y no atienden a estar colgadas en las paredes de una galería. Él mismo quedó sorprendido al verlas expuestas a gran tamaño. Por otro lado, los costes de impresión, los cuales pudieron ser asumidos gracias al Premio de Cultura concedido por la Comunidad de Madrid.
Anécdotas aparte, la coherencia de Chema Conesa en su manera de hablarnos de la profesión, humilde, cercano, inteligente, hicieron que el tiempo pasase volando durante la tertulia. Todo un placer que espero se repita en próximas charlas organizadas por Too Many Flash. Podéis encontrar la información en su página web. Hasta entonces nos quedamos con el buen sabor de boca que nos dejó el fotógrafo murciano.
Fotografías Too Many Flash