Sonámbulo o poeta, Ralph Gibson se mudó a Nueva York dejando atrás la fotografía comercial para encontrarse a sí mismo como fotógrafo. Una historia, su historia, que nos recuerda a otros muchos artistas y que ha hecho de la Gran Manzana un lugar desde donde poder alcalzar el sueño americano.
Ralph Gibson, aunque dejó los estudios a los dieciséis años y después se alistó en la marina, ya había tenido contacto de pequeño con la industria del cine habiendo participado de figurante para Alfred Hitchcock ya que su padre trabajaba como asistente del director. Un dato que suele destacarse en su biografía y que quizá no aporte nada para entender su fotografía, o sí. Luego veremos.
Sus comienzos en la fotografía
Volvamos a su época en la marina, lugar donde comienza su andadura en la fotografía ya que por azar ingresó en la Escuela Naval de Fotografía recibiendo una formación técnica que le permitió realizar retratos, fotografía aérea y otros trabajos de corte documental. Otro dato que se cuenta en su biografía es que cuando el barco hacía escala en Nueva York, era un asiduo a los clubes de jazz y asistía a lecturas de poesía. Factores que influyen, desde luego, puesto que tenía inquietudes culturales.
Escuchadle con atención, es un vídeo cortito pero dice mucho
Posteriormente esas inquietudes adquiridas le llevaron a plantearse estudiar arte en su ciudad natal, Los Ángeles, pero se mudó a San Francisco donde comenzó a estudiar fotografía para más tarde ser asistente ni más ni menos que de la mismísima Dorothea Lange. A éso se le llama empezar con buen pie. No obstante, una vez cerrada su etapa en la ciudad de los tranvías y las cuestas, volvió a L.A. y empezó a trabajar como reportero.
Esa vuelta a su ciudad le duró poco ya que en 1966 tomó la decisión de trasladar su residencia a Nueva York. Como cuentan, sólo con sus Leicas y con doscientos dólares en el bolsillo, se instaló en el Hotel Chelsea y muy pronto empezó a relacionarse en los ambientes culturales de esa gran urbe que le atrapaba por su fuente inagotable de inspiración. Otro punto que se anotó fue cuando trabajó de asistente para otro de los pesos pesados, Robert Frank.
De la fotografía comercial a su propia visión fotográfica
Poco le quedaba para dar ese salto hacia otro nivel de fotografía más artístico y conceptual. Conoció a Larry Clark y Mary Ellen Mark, se empezó a interesar por la narrativa surrealista e ingresó en un mundo de nocturnidad que le permitió llevar a cabo un trabajo más personal alejado de cualquier ápice que implicase la palabra comercial.
Interesante vídeo puesto que el propio Gibson habla sobre la concepción de un libro
Y de ese modo, como ya hicieran otros autores (historia que me recuerda a Cristina García Rodero y su "España Oculta"), inició el proceso para llevar sus fotografías a un libro que tras varios años en la recámara pudo editar bajo su propia marca Lustrum Press y con una impresión de 3000 ejemplares lograr el reconocimiento que le llevó a ser considerado en los círculos artísticos para exponer e impartir charlas. Dicho libro, como no, se llamó "El sonámbulo" y venía a dar cabida a todas esas inquietudes personales entroncadas directamente con el surralismo que tanto influyó en otros autores, sin tener que irnos muy lejos, Chema Madoz por poner un ejemplo.
Con ese libro comenzaba una trilogía que fue completando con su segunda publicación "Déjà Vu" fruto de un viaje por Europa y del cierre de la misma con "Days at Sea". Tres publicaciones que sin duda reflejan el trabajo sólido de un fotógrafo que se hizo a sí mismo dejando una posible estabilidad para centrarse en aquello que le reportaba más satisfacciones a nivel creativo. Todo esto es muy bonito y asumimos que le tocó vivir (sigue vivo, ojo) una época donde despuntar como fotógrafo artístico, si se era medianamente bueno, era más fácil de alcanzar. A día de hoy, sólo los elegidos lo consiguen.
¿Qué aporta su fotografía?
Y después de todos estos datos biográficos, que están muy bien, no digo que no, vayamos a intentar comprenderle más allá de las palabras. Abrimos una pestaña nueva en el navegador, buscamos su página web y comenzamos a navegar. Pinchamos sobre "Archive" y elegimos "Déjà Vu". Uno de sus trabajos más intensos a nivel visual y emocional.
Ponemos nuestra mirada en su propio punto de vista. La cámara subjetiva de los pilotos de Fórmula 1 se llama así por algo, porque nos hace partícipes de la visión de quien conduce. En muchas de las fotografías de Ralph Gibson sucede lo mismo. Se mete tanto en la escena que nos hace situarnos a muy pocos centímetros del sujeto, podemos incluso tocarlo. En este sentido la fotografía de las gafas es un clarísimo ejemplo.
Vamos a fijarnos en cómo compone, en cómo corta los sujetos y objetos, en cómo no tiene miedo a romper esquemas. Y todo ello sin que nos de la sensación de que toma las fotos al azar, de que no mira tras la cámara. Cada toma parece estar calculada, tremendamente bien encuadrada bajo la mirada de los fotógrafos actuales, aquellos que nos hemos empapado inconscientemente de las imágenes de Gibson, Robert Frank, Eggleston, muchas veces sin saberlo, y que por lo tanto no nos incomoda y comprendemos su manera de disparar.
A día de hoy son muchos los autores que beben de la fuente de Ralph Gibson. Que utilizan su simbología para crear imágenes propias y únicas de su universo interior. De ese universo que late a través de imágenes onhíricas, de nubes, de sombras y claros. Un fotógrafo sólo apto para aquellos que quieran entrar en su mundo, pero que sin embargo es absolutamente recomendable para todos. Pasen y disfruten con su arte. Poco más me queda por contar de este gran maestro de la fotografía.
Fotógrafo | Ralph Gibson