Siempre me ha fascinado el poder de la imagen como elemento icónico cuando se reproduce y se hace visible y reconocible en la sociedad. Algo así como lo que planteaba Andy Warhol con su pop art y que, este año, ha dado todo el protagonismo al boxeador que en 1987 posó para la cámara de la chilena Paz Errázuriz. Quién le iba a decir que décadas más tarde su rostro empapelaría la ciudad de Madrid para lucir en los mapas y portadas de las guías del Festival de PHotoEspaña.
Me fascina la idea, también, de cómo una imagen que posiblemente nos pasaría inadvertida en una exposición, gracias a su reproducción se convierte en algo apreciado por todos. En este caso nunca sabré si viéndola por primera vez en el Círculo de Bellas Artes me hubiese atrapado. Por ello muchas veces, cuando hay una muestra que me interesa que conozcáis, soy bastante reacia a poneros las imágenes que la conforman. La sorpresa y emoción de ver obra por primera vez es impagable, y si no decidme cuántas decepciones ha habido en la historia con la Mona Lisa.
Advierto, sin embargo, que la fotografía del boxeador tiene mucha fuerza, su mirada habla desde el silencio. Y también admito, que elegir una imagen para que se convierta en el icono de un festival o de cualquier otro evento, es harto complicado, pero la organización ha dado en la diana, porque es minimalista, no tiene elementos que distraigan y se hace directa para quien la observa.
Dicho todo esto, hablemos de la autora de la fotografía. Paz Errázuriz, chilena de nacimiento, tuvo una formación autodidacta que más tarde perfeccionó en 1993 gracias al International Center of Photography de Nueva York. Por ello es que su obra nos transporta al clasicismo de los autores americanos. Hay mucho de Diane Arbus en sus acercamientos a los márgenes de la sociedad, algo que puede verse en series como "El circo" o en la demoledora "El infarto del alma".
Tratar continuamente de construir mi autorretrato, buscarme en los otros que fotografío, apoderándome de algo. Esta situación especular, donde la cámara es mi mejor aliada, me retrotrae continuamente a una identificación y a una ruptura a la vez.
Esta cita acompaña a su serie "Cuerpos". La vejez retratada, cuerpos flácidos de toda una vida cargada a sus espaldas, la belleza de la arruga, la realidad sin retoques. Porque si algo tiene la obra de esta fotógrafa es que se respira verdad. Se palpa. Y, se siente.
Como siempre digo, visitad su web si queréis acceder a sus fotografías o, mejor, dejaros caer por la exposición "Aquí estamos" en el Círculo de Bellas Artes hasta el 22 de julio, siempre y cuando tengáis la oportunidad.
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