Si existiera la religión de la fotografía, si me gustara adorar a alguien, mi dios sería Richard Avedon, el mejor fotógrafo de la historia. Sé que es exagerado, pero la fe es ciega. Y tengo motivos para celebrar como un día grande el 15 de mayo. Tal día como este de 1923 nació Richard Avedon.
Nació en la ciudad de Nueva York, en una familia que tenía una tienda de moda en la Quinta Avenida. Rodeado desde pequeño por las fotografías de las revistas de moda que terminaban decorando su pared, parecía predestinado a ser uno de los mejores fotógrafos de moda y el más grande retratista a la altura de los grandes maestros de la pintura. Sí, soy capaz de compararle con Velázquez, con Goya al que tanto admiraba. ¿O pensáis que esos fondos blancos, en el que el personaje está desnudo ante nosotros, no tienen nada que ver con los fondos neutros de los maestros españoles?
Él tenía el don de saber en qué momento disparar. Fue capaz de ver dentro de Marilyn Monroe como nadie lo hizo. Solo espero a que cayera su máscara de actriz y dejar a la vista al ser humano desvalido que era. A Chaplin lo sacó como un demonio que se burlaba de todos cuando fue tristemente expulsado por sus ideas políticas. Y desenmascaró a los duques de Windsor, reconocidos simpatizantes del fascismo, en un doble retrato demoledor sin un ápice de compasión.
Porque admiraba ante todo y sobre todo la belleza. No solo la física, que también, sino todo lo que rodea y simboliza la autenticidad del ser humano. A muchos les puede parecer que alguien semejante se debía comportar como un divo, pero parece que no fue así. Un reconocido fotógrafo español, editor de una de las revistas semanales más importantes de España, tuvo la suerte de llegar a conocerlo. Pero ante el miedo de perder a un mito en su panteón particular, decidió perder la oportunidad. La historia termina bien. Le trató poco, pero reconoció a un profesional y mejor persona.
Un fotógrafo histórico
Su obra te deja sin habla. Te puede cambiar la forma de ver el mundo. Pero te dice mucho que un fotógrafo con todo hecho, con un prestigio inigualable, fuera capaz de embarcarse en una aventura por el oeste para crear un trabajo que todavía hoy sigue marcando tendencia.
In the american west es la biblia para muchos fotógrafos. Amigos que lo tienen abren sus páginas día tras día para tener una guía que les indique el camino a seguir. Son cinco años de trabajo buscando a personas marcadas por la vida en la tierra prometida. Siempre con la misma luz impenitente. Siempre con un fondo blanco contra el que parecen levitar. Ni una sonrisa. Y la sensación de poder contar la vida de cada uno de los personajes que no dejan de mirarte aún después de cerrar el libro.
Un trabajo que comenzó en 1979 y que no gustó a la América de Reagan, que querían creer que la única realidad era el hombre Marlboro. Yo tuve la suerte de ver la serie en tres ciudades. Y no puedo quitármelo de la cabeza:
Fotografiaba al sujeto delante de una hoja de papel de unos tres metros de ancho por dos de alto fijada sobre un muro, un edificio, a veces sobre el lateral de un tráiler. Trabajaba en la sombra porque la luz solar crea sombras, reflejos, acentos sobre una superficie que parecen decirte dónde tienes que mirar. Quería que la fuente de luz fuera invisible para neutralizar su efecto en la apariencia de las cosas.
¿Qué es la fotografía para Richard Avedon?
Siempre digo que cualquiera con esos medios haríamos fotografías para el DNI, pero él sabía mirar dentro de cada uno. La fotografía no es solo disparar, contar con un equipo detrás de impresión y listo. La fotografía es tener cultura, vida propia y unas ganas locas de disfrutar de las cosas.
Parece que estoy diciendo lo que quieren oír los que empiezan en las escuelas de fotografía. Pero Richard Avedon subió a los altares al mismísimo Lartigue, el fotógrafo de la felicidad. Siempre sufrió por su hermana, una de las mujeres más hermosas que conoció jamás pero con una historia trágica que le marcó. Lucho contra todo tipo de injusticias y siempre estuvo al lado de los desfavorecidos, como demuestran sus muchos trabajos políticos.
Una cosa que pocos saben es que su vida está pasada al cine. Y que el actor que lo encarnó fue el mismísimo Fred Astaire. Esa película es Funny Face (Una cara con ángel). Richard Avedon trabajó codo con codo con Stanley Donen, el mítico director de la película. Y el gran bailarín captó todos los matices de un personaje que era capaz de emocionarse en cualquier momento y sacar una cámara para captarlo como nadie.
Un retrato no es una semejanza. En el mismo instante en que una emoción o un hecho se convierte en una fotografía deja de ser un hecho para pasar a ser una opinión. En una fotografía no existe la imprecisión. Todas son precisas. Ninguna de ellas es la verdad.
Él fue de los primeros que sacó a las modelos a la calle, fuera de los estudios fríos. Martin Munkácsi ya lo había hecho en los años 30, pero Richard Avedon construyó historias más vivas. Por primera vez las modelos dejaban de ser meros maniquies para convertirse en las futuras top models que hoy pueblan las revistas de moda.
Y de ahí a su universo particular. Consiguió ser un estilo propio. Nadie era importante hasta que él lo fotografiaba. Ese personaje tenía que estar dispuesto a ser desnudado por sus ojos, sin condiciones, sin tiempo establecido. Seguía las directrices de su mentor Alex Brodovitch
Tus fotos deben tener un discurso, pero grita, no susurres
Richard Avedon es uno de los fotógrafos más importantes de la historia. Para mi es un referente. Y estas líneas son un homenaje para alguien que cambió la forma de mirar. Feliz cumpleaños.
En Xataka Foto| Richard Avedon, el hombre que giró la fotografía de moda y retrató la simpleza