A raíz de El árbol de la vida, nuestro lector Santi Pedrosa, nos recomendaba hace unas semanas la película "Moonrise Kingdom", del siempre singular Wes Anderson. He de reconocer que mi experiencia con este director empezó y terminó con "Viaje a Darjeeling", no porque no me atrajese su cine, sino debido a esas circunstancias irracionales que hacen que se te olvide revisar su filmografía aún disfrutándola.
Para "Viaje a Darjeeling", Wes Anderson (sin olvidar al director de fotografía Robert D. Yeoman) ideó un corto que viene a resumir todo (o casi todo) lo que es su imaginario creativo. Si queréis empezamos viéndolo para luego seguir con la película que nos atañe en este post.
Hotel Chevalier es todo lo que Wes Anderson y Yeoman ofrecen condensado en 14 minutos. Un travelling que nos da buena cuenta del espacio de la habitación, unos tonos amarillos y verdes, un momento en cámara lenta, unos diálogos con hueco para el silencio y unos personajes que se distinguen por un elemento que les acompaña durante el metraje, en este caso un Jason Schwartzman que aparece descalzo (como lo haría en "Viaje a Darjeeling") y una Natalie Portman con un palillo en la boca.
Todo esto nos acompaña en "Moonrise Kingdom". Contamos con travellings que nos muestran la casa de los padres de la niña protagonista en un preludio sublime a ritmo de Benjamin Britten, los tonos son cálidos con predominio del amarillo en toda la cinta, hay acciones recurrentes de los personajes, objetos como los prismáticos que son seña de identidad, hay cámara lenta en el momento de más intensidad y hay toques surrealistas.
La fotografía de Robert D. Yeoman
Director de fotografía de películas entre otras de Gus Van Sant, sobre todo se le conoce por su trabajo con el director Wes Anderson. Si bien las películas del cineasta americano van más allá de una disertación púramente estética que implique únicamente a la fotografía, sí es cierto que la imagen es un factor importante a la hora de ayudar a comprender la psicología de los personajes.
Uno de los planos más creativos visualmente de la cinta, colocando la cámara en el techo de la ambulancia
La fotografía de Yeoman es muy limpia. Cada plano parece estar ordenado. Cada elemento situado en su lugar correspondiente. Ello ayuda a narrar las acciones de los protagonistas, su rutina diaria y su manera de presentarse al resto como seres únicos. No hay titubeos de la cámara. Hay movimiento, eso sí, gracias a los ya comentados travellings y a los zooms sobre los protagonistas.
Los colores son parte importantísima en el desarrollo de la película. Como hemos comentado los amarillos y los verdes son signo de identidad en las cintas de Anderson. En este largo se recurre a ellos pero además se introduce el color azul para mostrar a los personajes que no pertenecen al entorno de los protagonistas. Con ello se crea un juego de identidades a través del color muy simbólico y atractivo visualmente.
En resumen
Acercaos a las películas de Wes Anderson desde el disfrute visual gracias a la fotografía de Yeoman. Primero porque estéticamente resultan muy atractivas y, segundo, porque se integra y acompaña perfectamente a la historia de cada personaje a través de las metáforas visuales y sus simbologías. Nos hace recordar a los protagonistas gracias a acciones que se acompañan de la imagen más que de las palabras.
Si no habéis tenido el placer, y digo placer porque es una delicia ver "Moonrise Kingdom", os la recomiendo. Y, si la habéis visto, espero que estas palabras empaticen con vuestra manera de pensar o al menos os hayan hecho reflexionar sobre la cinta.
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