Si hoy podemos disfrutar cada vez más de la fotografía en los espacios de arte, en parte se lo debemos a uno de esos genios que aplicó el dadaísmo y el surrealismo como varguardias también en la disciplina fotográfica. Emmanuel Radnitzky, o Man Ray como se le conoce mundialmente, es una de esas figuras que entre los aficionados a la fotografía es menos conocido, pero que en el arte jugó un papel importantísimo dentro de la Historia.
Por ello, entre tantos grandes maestros como Bresson o Capa, es hora de darle a Man Ray la importancia que se merece. Primero porque descubrimos que no hace falta una cámara como herramienta para crear fotografías, y segundo porque gracias a la psicología del retrato y a las connotaciones más allá de la imagen que nos regaló el surrealismo, apreciamos que detrás de una estampa debe existir algo más que un encuadre bonito.
El americano hijo de inmigrantes rusos que se pasó media vida en París
Como siempre, nos gusta dar unas pinceladas biográficas sobre el fotógrafo. En este caso Man Ray nació en Filadelfia en 1890 fruto de la unión entre dos inmigrantes llegados de Rusia. Cantante preadolescente y bailarín, su interés por el arte nace tras el traslado a Nueva York, lo que en su juventud le permite trabajar en una agencia de publicidad y compaginar sus estudios en la National Academy of Design, comenzando también a frecuentar la galería de Alfred Stieglitz y acudir a tertulias.
Adquiere una cámara fotográfica en un principio para reproducir sus obras plásticas, pero su inquietud hizo que hoy en día tenga su hueco en la historia de la fotografía. Con Duchamp y Picabia creó el Dadá newyorkino, realizando obras experimentales que coqueteaban con todo tipo de soportes para la creación de obra artística. Así es como tras su instalación en París, al ver que su obra no encontraba mercado, empezó a crear sus famosos "rayogramas".
Man Ray: despreocupado pero no indiferente
"Despreocupado pero no indiferente", así reza su epitafio en el cementerio de Montparnasse. Una frase que podríamos aplicar a su obra y a acciones tales como la creación de esos rayogramas. Éstos son creaciones fotográficas que son realizadas sin la intervención de una cámara. Paradójico el hecho de que adquiriese una cámara para documentar sus otras obras y terminase siendo valorado por una serie de fotografías fruto de esas composiciones abstractas (muy estudiadas, eso sí), donde situaba objetos por contacto en papel sensible a la luz que después era revelado.
En un mundo donde la técnica fotográfica es muy relevante a la hora de valorar a un fotógrafo, que con un simple papel se pueda jugar y crear composiciones que después se han paseado por las galerías y museos más importantes del globo, da qué reflexionar. Nos hace ver la importancia de la idea, del concepto, de la transmisión artística visceral, creativa, imperfecta, despreocupada tal vez como Man Ray, aunque siempre realizada con un sentido.
Man Ray: retratos psicológicos de una época
Ese reconocimiento como artista fotográfico le dio oportunidad de realizar retratos a los personajes más relevantes de la cultura de su época. Al mismo tiempo sigue con sus naturalezas muertas y sus pinturas y esculturas surrealistas cuando el Dadá se fractura y comienza su andadura por el maravilloso mundo del Surrealismo.
La búsqueda de la libertad y el placer; eso ocupa todo mi arte.
Las mujeres fatales y sus desnudos son recurrentes en su obra. De hecho gracias a la inspiración de su modelo y amante Kiki de Montparnasse, nació una de sus obras más emblemáticas, "Le Violon d'Ingres", que refleja en una sola imagen todo lo que este creador es para el arte. Porque se respira pintura por esa pose que nos traslada inmediatamente al pintor Ingres, tan admirado por Man Ray, pero a su vez nos mete de lleno en ese juego de dobles lecturas, convirtiendo el cuerpo de la mujer en un gran violonchelo por medio de esas "efes" añadidas porteriomente en edición. Idea, inspiración, creación, diseño, fotografía, pintura.
Man Ray: su aportación a la fotografía
Fundamentalmente su aportación nos lleva directamente a pensar que tras una imagen hay una idea detrás. Man Ray no fue un documentalista. Fue un creador, y como tal, su legado nos hace reflexionar en torno a lo que debemos ver más allá de una imagen. "Le Violon d'Ingres" podría haberse quedado en un simple y bonito retrato de desnudo sino llega a jugar con el concepto de elevarlo a otro nivel.
Esa es la gran aportación que nos hizo, amén de sus solarizaciones y rayogramas. La figura del fotógrafo como creador de composiciones inventadas. Elocuencia, humor, sensibilidad, ingredientes que hacen que podamos contar con los dedos (Chema Madoz) a las figuras que practican este tipo de imágenes. Porque encuadrar la realidad de una manera más o menos efectiva es fácil si se tiene garra, pero darle vueltas a la inspiración para crear estampas surgidas de uno mismo, eso ya es más complicado. Y aquí el señor Man Ray lo bordaba.
Si queréis conocer un poco más sobre su figura os invito a revisitar el texto a propósito de su exposición en la Fundación ICO de Madrid en 2007. También a consultar libros que hablan de su labor como artista en todas sus facetas. Incluso a su cine, como la filmación que os comparto "Les Mystères du Château du Dé" o "L'étoile de mer". Man Ray murió (en 1976) en el París que le dio sus mejores obras, pero afortunadamente todos podemos beber de las fuentes de su legado.
Fotógrafo Man Ray
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