Así, literal, sin concesiones, José María Mellado puso fin al ciclo artístico de una serie de obras destruyéndolas a mazazos en una suerte de performance catártica. Un acto que a más de uno habrá llevado a pensar que el fotógrafo almeriense está loco, que se podría haber dado otra salida a esas fotografías y que es injusto que unas imágenes cuyo coste rondaron los 1500 euros terminen hechas añicos.
Para ponernos en situación, hay que explicar que esas fotografías destruidas no podrían haberse donado, ni regalado ni haber sido vendidas, puesto que algunas de ellas son copias de exhibición y otras ofrecían desperfectos por algún rasguño o similares. Teniendo en cuenta que a un comprador se le garantiza que de una obra sólo existen cinco copias más las dos pruebas de autor, como apunta José María Mellado, sería injusto y muy poco ético que estas imágenes siguiesen un curso en el mercado del arte.
Dicho esto, o se comía con patatas sus propias fotografías o se inventaba una acción performativa, ordinaria para mi gusto, pero efectiva a ojos del marketing como artista. Porque un acto como éste, lo que hace es reforzar aún más su posición como creador. Es su obra y él decide de qué manera darle fin.
Una vez asumido que hay que destruirlas, he de decir que materializar su destrucción de forma tan violenta ha sido una especie de catarsis para mí. YO soy el AUTOR y decido sobre su destino. Y he querido compartir la experiencia en este evento.
Acciones como estas me han hecho recordar a Jorge Rueda y la destrucción de toda su obra mediante la cremación, sin duda un acto mucho más poético y cargado de simbología. Seguro que a vosotros se os ocurren otras maneras de darle fin a estas fotografías, yo, por mi parte lo tengo claro, habría hecho algo acorde con la belleza que desprende la obra de Mellado. Pero aquí, él es quien manda y hay que respetarle.
Fotógrafo | José María Mellado Vídeo | Youtube
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