Jorge Rueda expone póstumamente en el Centro de Arte Alcobendas. Ayer visité la exposición tras varios intentos. Me costó ir a verla tanto como lo que me está costando escribir sobre él. Porque, ¿cómo traducir en palabras una obra que sólo puede experimentarse sensorialmente? ¿Cómo hablar de un fotógrafo sin pelos en la lengua ni en su mirada para crear imágenes que aunque manipuladas son infinitamente honestas?
Dicen que es el padre de la fotografía surrealista española, pero hay mucho más en ese concepto de ensoñación, porque no hay un discurso intelectual detrás, sólo son imágenes. Algunas muy lúcidas, otras extremadamente bellas y algunas provocadoras e inquietantes, de esas que dan ganas de mirar hacia otro lado. Son "ciertas fantasías imaginativas" como él decía. Pertecientes a un universo que fue suyo desde los comienzos. Un estilo visual único que sólo cambió en el modus operandi cuando apareció el retoque mediante ordenador.
No es que «una imagen valga más que mil palabras», sino que tiene muy poco que ver con ellas.
Me invento los títulos sobre la marcha, sin otro fin que el de poder identificar cada estampita. Los textos que a veces las acompañan, no son más que adornos expresivos para llenar espacios en mis libros, ofreciéndome más completo.
Y es que cuando te plantas delante de una de sus fotografías y lees el título que se presenta como un escrito absolutamente maravilloso, intentando destripar su significado, queriendo tenerle al lado para que te lo explique todo, y después descubres que no hay dobles intenciones sino que los inventaba como mero acompañamiento inventarial, la cara que se te queda de estoy ante un genio no tiene precio.
Citas irreverentes las tuvo y muchas. Sólo tenéis que darle al play del vídeo que abre el post para conocer algunas. Un artista que mandó desaparecer toda su obra tras su muerte "para que las fieras carroñeras que me acecharon en vida no se aprovechen de mis despojos" y cuyo vídeo "In memoriam" sobre el acto de cremación puede verse en la exposición, era sólo un movimiento más en su extensa lista de actos políticamente incorrectos y valientes.
Jorge Rueda también se dedicó a impartir talleres, fue director de la revista Nueva Lente desde el año 75 al 79 y comisarió varias exposiciones además de participar con su obra en muestras por todo el mundo. En Madrid no se le había expuesto una individual hasta la fecha, ha tenido que ser tras su muerte, pero al menos hemos tenido la oportunidad de disfrutarle.
Porque su obra es para disfrutarla, sin reflexiones preliminares ni posteriores, un recuerdo efímero que se saborea inmerso en un mundo de rosas y verdes, de cuerpos desnudos sin tapujos, de imágenes oníricas debajo del agua, estampitas (como él decía) que tras desaparecer por la puerta se queman, como fueron quemadas sus copias originales. O no, porque yo las vi ayer y aún andan rondando en mi cabeza.
Hasta el 26 de mayo de 2012 en el Centro de Arte de Alcobendas, Madrid.
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