Kevin Carter, Greg Marinovich, Ken Oosterbroek y Joao Silva fueron los integrantes de uno de los clubs más respetados en fotografía. Su objetivo inicial era documentar la guerra en Sudáfrica y entre todos terminaron cubriendo los conflictos por todo el mundo.
Hemos hablado poco en Xataka Foto de los integrantes de este club y creemos que ya va siendo hora de conocer un poquito más la trayectoria tanto personal como profesional de alguno de ellos, empecemos por Silva.
¿Quién es Joao Silva?
Joao Silva nació en 1966 en la capital de Portugal, pero debido a su pronta marcha a Johannesburgo, Sudáfrica, es fácil encontrar sitios que sitúan ahí su lugar de nacimiento. Con 20 años ya estaba trabajando como fotógrafo para un periódico sudafricano llamado Alberton Record y en 1991 empezó a colaborar paraThe Star, un periódico de Johannesburgo.
Su interés por los conflictos bélicos se entienden si nos fijamos en la situación que vivía Sudáfrica desde 1948; el Apartheid fue un sistema de segregación racial que provocó numerosos enfrentamientos bélicos, entre ellos la interminable Guerra de la Frontera de Sudáfrica (o Guerra del Arbusto) que consiguió acabar con el régimen racista en 1994.
La guerra en Sudáfrica y el Bang Bang Club
En los estertores del Apartheid la crueldad de las batallas se incrementó, a los conflictos raciales entre negros y blancos se sumó también una guerra no declarada entre los partidarios de Mandela y los zulúes separatistas. Entre 1990 y 1994 un grupo de fotógrafos decide cubrir las zonas en conflicto y crean el llamado Bang Bang Club. A Kevin Carter, Greg Marinovich, Ken Oosterbroek y Joao Silva se unieron ocasionalmente otros fotógrafos como James Nachtwey o Gary Bernard.
Originalmente el grupo se llamó The Bang Bang Paparazzi, pero fue cambiado al nombre con el que lo conocemos ahora porque los fotógrafos sentían que la palabra paparazzi representaba mal su trabajo. La primera parte del nombre es la onomatopeya con la que los residentes sudafricanos se referían al conflicto cuando hablaban de esto con la prensa.
El 18 de abril de 1994, durante un tiroteo entre la Fuerza Nacional de Mantenimiento de la Paz y los partidarios del Congreso Nacional Africano en el municipio de Thokoza, el "fuego amigo" mató a Oosterbroek y lesionó gravemente a Marinovich.
Actualmente Greg Marinovich y Joao Silva son los únicos miembros vivos del grupo. Juntos han publicado un libro titulado The Bang-Bang Club: Snapshots from a Hidden War que sirve como herencia y testimonio de un momento histórico.
En el libro podemos leer: No queríamos ni hablar sobre esa época. Y cuando nos decidimos a hacerlo, fue un viaje de descubrimiento. Las preguntas sobre nuestros actos eran muy complejas, más allá de cuánto los hubiéramos racionalizado. Aún hoy no podemos liberar del todo la rabia y la amargura que nos invade cuando recordamos. Es parte de nosotros, de nuestro país. Lo que descubrimos que nos unía como grupo era que cuestionábamos la moralidad de nuestro trabajo, que había momentos y lugares en los cuales había que bajar la cámara y dejar de ser fotógrafos.
Algo que se ha criticado profundamente a este grupo no fue solo su arrogancia ante aquellos fotógrafos que les pedían incorporarse a la cooperativa y a los que miraban por encima del hombro con un no por respuesta, sino a que da la casualidad que el Bang Bang Club consiguió documentar casi todo lo que ocurría en Sudáfrica, incluso los últimos momentos de Ken Oosterbroek, pero no consiguieron ni una sola fotografía de los crímenes de estado, de los asesinatos de la población a manos de los los parapolicías y paramilitares blancos.
Un cambio de punto de vista y la Proyección internacional
Su trabajo en Sudáfrica le dio reconocimiento internacional y Silva fichó por la agencia la Associated Press en 1994. Pero Silva no solo se llevó eso de Sudáfrica, en el libro se recoge una confesión esclarecedora:
“El destino quiso que me encontrara exactamente la historia que estábamos buscando“
“Nos sentíamos culpables. Nos sentíamos buitres. Habíamos pisoteado cadáveres, metafórica y literalmente, para ganarnos la vida. Pero no habíamos matado a esa gente. De hecho, salvamos vidas. Y, a lo mejor, nuestras fotos marcaron una diferencia, mostrándole al mundo la lucha de la gente por sobrevivir, algo que de otro modo no hubieran conocido, o no tan nítidamente. Hubo momentos, como en Soweto, donde fui culpable por no intervenir. Pero yo no tenía la culpa por los miles de hutus muriendo de cólera en el este del Zaire, ni por la policía abriendo fuego sobre civiles desarmados en Boipatong. El sentimiento de culpa quizá tenía que ver con nuestra incapacidad de ayudar. Manejar la culpa es fácil. Superar la incapacidad de ayudar es mucho más difícil, casi imposible. Hoy puedo decir que no sufrimos ni la centésima parte de lo que sufrió la gente de nuestras fotografías. Hoy puedo decir que no éramos responsables: solamente testigos”.
En el blog Martingoni2 nos explican que "en 1994 Silva cubría el conflicto de Afganistán, durante un bombardeo, vio emerger de la polvareda a un hombre que llevaba a su hijo moribundo en brazos y pedía ayuda. Silva los cargó en su auto y los llevó al hospital, donde el niño murió. Hubiera tardado un segundo en sacarles la foto, pero no lo hice. En otro momento, hubiera fotografiado primero y quizá, sólo quizá, habría tratado de salvar al niño después. Nunca me había sucedido antes: de alguna manera, que ese chico muriera delante de mí hacía que todo lo demás pareciera insignificante”.
En 1996 Silva se convirtió en un fotógrafo independiente para el New York Times hasta que en el año 2000 firmó un contrato con este periódico.
Si la década de los 90 fueron una especie de aprendizaje, podría decirse que los primeros diez años del Siglo XXI fue la época de la culminación y del reconocimiento profesional del fotógrafo portugués. En 2005 publicó un libro llamado In the company of God que muestra el conflicto en el golfo y la quebradiza e inestable situación en el país tras la guerra.
En 2006 gana el segundo premio del World Press Photo en la categoría problemas contemporáneos por una imagen hecha en 2005 donde se muestra las condiciones de vida de los reclusos de la prisión de Maula que duermen en el suelo.
En 2007 recibe una mención de honor de nuevo en los World Press Photo, en esta ocasión en la categoría Noticias destacadas, donde vemos el sufrimiento de un marine estadounidense que acaba de ser alcanzado por un francotirador.
Afganistán: un nuevo punto de inflexión
Corría el año 2010, Silva había sido enviado a Afganistán como fotógrafo incrustado en la cuarta División de Infantería. Se encontraban en Kandahar, la segunda ciudad más grande del país, situada a poco más de 100 kilómetros de frontera con Pakistán.
Se encontraba en una de las ciudades con mayor presencia y fuerza talibán de Afganistán. En ese tiempo las tropas de OTAN había conseguido hacerlos retroceder, con esto se evitaba la confrontación directa pero a medida que las fuerzas talibanes se replegaban también se intensificaba el uso de artefactos explosivos improvisados y el florecimiento de minas terrestres. Precisamente fue eso lo que Silva y la reportera de Times Carlotta Gall habían ido a documentar para elaborar este reportaje y “El destino quiso que me encontrara exactamente la historia que estábamos buscando“ tal y como explica el propio Silva en una entrevista concedida a Mens Journal
Silva, heredero de ese grupo Sudafricano que retrató casi todo, decidió no bajar la cámara cuando explotó la mina que ni los rastreadores ni los perros habían encontrado. The New York Times publicó este reportaje con las trece últimas fotografías que hizo el fotógrafo en los momentos previos y posteriores al momento de pisar la mina.
Este atentado ha apartado a Silva del trabajo en la primera línea. La familia habilitó una web para reunir fondos para ayudar al fotógrafo y se sucedieron las muestras de cariño y afecto por todo el mundo, como este emotivo artículo escrito por Greg Marinovich.
En 2013 Silva participó con una retrospectiva sobre su carrera en el espacio Transmission del festival de fotoperiodismo Visa pour l'Image en Perpiñán
Joao Silva | Página web