De nuevo, vuelvo a revisitar la obra de un autor de esos cuyas imágenes me hacen renovar mi fe en esta disciplina. Un fotógrafo cuya carga simbólica apoyada en lo poético, a la vez que su impecable técnica, hacen que disfrute de todas y cada una de sus estampas. La fotografía de Herbert List se etiqueta como metafísica, por esa instrospección mirando hacia el interior, no obstante me ha interesado esa consideración como uno de los mejores en representar el homoerotismo.
Para comprenderlo mejor, todos reconocemos las imágenes de Robert Mapplethorpe donde el cuerpo masculino desnudo se convierte en objeto de deseo. El homoerotismo aplicado a las bellas artes es esa representación del deseo de naturaleza homosexual, y ha estado presente siempre a través de la mitología clásica como inspiración para la pintura, la escultura o las artes escénicas.
Herbert List bebió de las ideas surrealistas que tuvieron lugar en esos primeros años del siglo XX, especialmente del pintor De Chirico, lo cual es palpable gracias a sus primeras fotografías. Existe un simbolismo atrapado en ellas, decadente y crítico. Hay una fotografía que lo ejemplifica muy bien, en ella aparece un pez en un pecera situada con el mar de fondo.
Este fotógrafo alemán comenzó trabajando en la empresa de su padre, pero cuando emigró a Londres abrió su estudio fotográfico, comenzando con ello a colaborar con revistas tan importantes como Vogue, Harper's Bazaar y Life. A su vuelta a Alemania siguió con la publicación Heute para también realizar encargos para la agencia Magnum. Todo ello le llevó a obtener un portfolio poblado de caras conocidas de las cultura de la época, como Picasso, Miró y Pasolini entre otros muchos.
Pero volvamos a ese homoerotismo del que hablábamos dentro de su fotografía. Sus imágenes más interesantes son aquellas donde aparecen personajes masculinos, desnudos en la mayoría de las situaciones, enfocados desde una naturalidad alejada de esa fuerza que por ejemplo plasmaba Mapplethorpe. Jugando con la plasticidad de los cuerpos en exteriores, las imágenes son de una belleza y una tranquilidad formal que las convierten en un producto muy fácil de asimilar.
Apoyado siempre en la luz y el blanco y negro para transmitir a través de encuadres perfectos, sus imágenes son pura inspiración para quienes encuentran en lo ordenado una manera más fácil de asimilar la fotografía. No existe caos, todo aparece colocado en su lugar. Incluso las sombras. Belleza y melancolía unidas en una obra atemporal. Aunque algunas de estas composiciones las podemos ver en este post, os aconsejo que visitéis el espacio de Magnum dedicado a su arte.
Curiosamente List dejó la fotografía para dedicarse al coleccionismo de obra, principalmente pintura italiana de los siglos XVII y XVIII, llevándole a viajar por las más prestigiosas colecciones. Un final inmerso en el arte, cerrando el círculo que le había llevado a conocer, décadas atrás, el mundo a través de su cámara.