Cuando hablamos de retoque fotográfico o bien pensamos en las aberraciones que se cometen constantemente, o bien en algún maestro del fotomontaje (digital o analógico, eso es lo de menos).
A mí en concreto se me vienen a la mente un par de nombres: Misha Gordin y Gilbert Garcin, que es el fotógrafo que os quiero presentar hoy, un auténtico fuera de serie en esta materia.
Este francés nació en la ciudad de los ilustres hermanos Lumière, La Ciotat, en 1929. Se pasó la mayor parte de su vida vendiendo lámparas en Marsella, como si el "vender luz" fuese una premonición de lo que vendría, ya que tras jubilarse decidió dedicar todo su tiempo a ese asombroso arte que consigue escribir con la luz.
Ganador del concurso del club de fotografía de Aubagne, cuando tenía 65 años, el azar quiso que tuviera la posibilidad de seguir un curso en Arles con Pascal Dolesmieux, maestro que le enseñó todos los trucos del oficio.
Gilbert empieza entonces a dar rienda suelta a su creatividad, es capaz de imaginar mundos imposibles y fascinantes, mundos que además consigue plasmar en sus fotografías de manera brillante.
Según cuenta el propio Garcin, se pasó una grandísima parte de su vida acumulando imágenes interesantes en su mente y era el momento de dejarlas salir a la luz, nunca mejor dicho.
Con tal cantidad de "material" en su cabeza, se sumerge plenamente en el proceso creativo cargado de ideas y recursos. Como además ya está jubilado, no lo hace por dinero ni como medio de vida sino por puro placer y pasión, hecho que le permite ser totalmente libre.
Para crear estas imaginativas composiciones, Gilbert construye meticulosamente sus micromundos como maquetas y se fotografía a sí mismo de modo que posteriormente se pueda integrar en ellos. Añade a la escena su foto recortada, siempre ataviado con su traje y su sombrero. Algunos retoques y detalles, y ya tiene su foto final construida.
En total, unas treinta horas de trabajo es lo que requiere de media una de sus imágenes finalizadas, tiempo que nos hace conscientes de la dedicación que requiere esta disciplina, aunque bajo mi punto de vista y a juzgar por los resultados tampoco me parece una cifra excesiva.
Todo un ejemplo de creatividad y buen hacer que, incluso con medios mucho más limitados que los actuales, nos hace soñar y viajar por mundos fantásticos.
Copyright fotografías | Gilbert Garcin