Pocas veces hablamos sobre fotógrafos que han dedicado su obra a la arquitectura, sin embargo son muchos quienes se entregan a este género, sobre todo me siento identificada puesto que muchos de nosotros comenzamos retratando los paisajes arquitectónicos, quizá hasta que perdemos ese miedo a las personas, a retratarlas.
Pero Gabriele Basilico estuvo, digo estuvo porque por desgracia nos dejó en 2013, muy ligado a la arquitectura ya desde sus inicios. Este fotógrafo milanés estudió en el Instituto de Artes de Milán, para después cursar arquitectura en la Universidad Politécnica de esta misma ciudad, lo que le llevó más tarde a especializarse en el género de arquitectura dentro de la disciplina fotográfica.
Son muy interesantes en el compendio de su obra las fotografías tomadas en los puertos de ciudades europeas como Génova, Amberes, Barcelona, Róterdam o Hamburgo entre otras, cuyos espacios portuarios han sido y son realmente importantes para el desarrollo de la economía. Gracias a esta labor documental, tenemos muchos de estos espacios retratados bajo su prisma en blanco y negro.
Imágenes, casi todas las tomadas durante su carrera, muy organizadas compositivamente hablando, en ciertas ocasiones muy simétricas, muy asépticas pero al mismo tiempo potentes gracias al empaque que da la arquitectura. Y también muy bellas en términos de soledad del paisaje. Transmite esa quietud de los amplios espacios, muchas veces vacíos, contenedores de historias mudas, de silencios. De ahí que esa pizca aséptica sin embargo se vuelva poética frente a la fría Escuela de Düsseldorf.
Decía sentirse arropado en las ciudades pero desnudo en la naturaleza, a mí me parece que uno se siente un poco desnudo ante estas arquitecturas, y que él se desnudaba en cuerpo y alma en ellas. Las fotografías deben ser el reflejo de quien las toma, en su obra sin ninguna duda se vislumbra su alma, su pasión por conectar los lenguajes entre la arquitectura y la fotografía, su profundo amor por estas dos artes.
Fue uno de los fotógrafos más reconocidos de su generación en Italia, premiado en numerosas ocasiones, como en 1996 cuando se le entregó la Osella d’Oro de la Bienal de arquitectura de Venecia. Figura clave que nos trajo un hermoso y triste reportaje de las ruinas de Beirut tras la guerra del Líbano, y que coqueteó con una fotografía más conceptual gracias a una serie, donde a modo de dípticos, nos presentaba una sillas de diseño junto a las nalgas de una mujer y sus marcas tras haber estado sentada en ellas.
Os recomiendo bucear entre las fotografías alojadas en Google, y os dejo con la reflexión de la arquitectura como tema en la fotografía, si se puede o no reflejar el alma del fotógrafo a través de los paisajes arquitectónicos o si hay otros géneros que se prestan mejor a ello. Con su obra y su recuerdo nos quedamos.