Ayer os mostrábamos ejemplos de buenas fotografías con cámaras compactas. Hoy bajamos un peldaño más, y vamos a mostraros un trabajo realizado con la conocida Holga, una cámara lomográfica de formato medio.
La serie que quiero compartir con vosotros es Detroit, del fotógrafo canadiense Ian Willms, que fue galardonada con un segundo premio el año pasado por la Asociación Nacional de Fotógrafos de Prensa. Pese a sus 25 años, Ian es un experimentado fotógrafo independiente, miembro fundador del Colectivo Boreal, y con varios galardones y exposiciones a sus espaldas.
En sus viajes por Norteamérica, Willms ha ido retratando lo que ha dejado atrás el sueño americano, y Detroit es un buen ejemplo de cómo una cámara de estas características puede remarcar más el mensaje: el viñeteo, los contrastes, y la falta de nitidez acentúan la sensación de estar mostrando el sueño de una industria y un tipo de vida que hace años se esfumó.
¿Se podría haber conseguido algo parecido con una poderosa cámara digital, envejeciendo después el resultado? Quizá, pero para este trabajo concreto pienso que fueron vitales la simplicidad y los defectos de la Holga. De esa manera, el autor pudo centrarse en su trabajo y obviar la parte tecnológica, sabiendo que ese efecto casi fantasmagórico iba a estar esperándole tras el revelado.
Yo reconozco que suelo trabajar de manera opuesta, tratando de dejar abiertas todas las posibilidades hasta el final (siempre en digital, siempre en RAW) pero, al fin y al cabo, si el resultado es el esperado, ¿por qué no conseguirlo directamente?
Como curiosidad, para haceros una idea de manejo de esta cámara, pensad que la exposición se ajusta seleccionando entre dos valores (soleado o nublado), y que el enfoque se realiza “a ojo”, a través de una escala de distancias.
Galería de Imágenes | Web de Ian Willms | Premios Best Of Photo Journalism 2010
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