Siempre digo que los fotógrafos documentales vamos “a nuestro aire”, como lobos solitarios, pero a los lobos, como bien sabemos, se les da bien vivir en manada. Es lo mismo que ocurre con el colectivo Calle35. Compartir un rato con ellos es darse cuenta de la singularidad de su propuesta. Miradas muy diferentes entre si, en un punto de encuentro, donde retroalimentan su pasión compartida.
Me reuní con sus integrantes, todos ellos fotógrafos de calle, entre los cuales se encontraban Mingo Venero, Carlos Prieto, Jordi Beltri, Rafa Badia y Marcelo Caballero. La fotografía de calle escapa a todas las doctrinas y dogmas, es la libertad fotográfica en su máxima expresión, y así lo reivindican desde su colectivo.
El “núcleo duro” como lo llaman ellos, se encuentra en las inmediaciones de Barcelona, aunque tienen integrantes esparcidos por lo largo y ancho del planeta. Varios son sus socios fundadores, aunque no es un grupo cerrado y admiten nuevos integrantes previo envío de portfolio. Tuve la suerte de asistir al visionado de uno de ellos de una futura integrante, y flipamos con sus fotos. Una vez dentro del colectivo, te encuentras en un ambiente lleno de libros de viejos maestros de la fotografía, que van rulando entre los integrantes, donde aprenden, comentan y cultivan su manera de mirar.
Cada mes están “obligados” a presentar algunas fotos al grupo, donde todos y democráticamente, eligen la mejor para publicarla en su página web. Así, dicen que no se estancan y su pasión sigue creciendo y creciendo, sus miradas también.
Espacio público compartido
Desde Calle35 reivindican el uso del espacio público compartido, como bares, restaurantes, museos, parques, playas de áreas metropolitanas, como escenarios de las fotografías que realizan y realizamos. Estamos en unos tiempos donde, en ocasiones, se trata a los fotógrafos como intrusos que poco tenemos que aportar, donde la ley nos presiona, nos ponen trabas para plantar un dócil trípode para hacer una fotografía nocturna, donde la libertad de documentar un momento que nunca más ocurrirá, parece peligrar. Hacen falta más fotógrafos en las calles, miradas al visor, por favor. La vida debe ser vivida, pero también merece ser recogida. Reivindicar y documentar la vida, se manifieste como se manifieste, merece el mayor de los respetos.
Es importante interiorizar que el fotógrafo de calle fotografía lo que conoce, lo que tiene cerca, el escenario en el que se mueve, donde la luz transformará la escena en tal hora, y sabe donde colocarse a la espera de que “algo suceda” y sucede, ya lo creo que sucede.
Sentido común
Un fotógrafo de calle no solo pasa suavemente, casi sin hacer ruido, nunca agrede a los “actores” que fotografía sin previo aviso. Hace click con sentido común. El escenario, la calle en si, es tan importante como los actores, la geometría que forman todas las piezas del puzle, es la clave. Es fotografiar por puro placer y sin necesidad de mostrar el trabajo con urgencia, como si fuera un encargo. Es salir a la calle a sorprenderse, a jugar con la luz, a impregnarse de ella, a respirar la vida. Desde el colectivo Calle35 ponen mucho énfasis en que la fotografía de calle no tiene nada que ver con la fotografía de viajes, donde hay que desarrollar un tema en concreto, como un lugar, un monumento, etc. Fotografiar la calle es totalmente diferente, sales a tu espacio, a lo que ya conoces, a ver qué te encuentras, pescas y cazas. Lo que cuentas y cómo lo cuentas, ya depende de quien hace el click.
Para quienes estén interesados en practicar 'street photography' es importante pasar desapercibidos en la mayor parte de las ocasiones, aunque hay fotógrafos que les encanta interactuar con los “actores” en busca de reacciones simpáticas, aunque son los menos y los más atrevidos. Usar una cámara pequeña nos hará aún más invisibles. Saber esperar y tener paciencia es otra cuestión a tener siempre presente. Las mejores imágenes siempre están esperándonos, no hace falta correr, camina despacio, con la cabeza fría y la mirada ardiendo en su propio brillo. Y lo que tenga que suceder, sucederá.
Foto portada | Luis Camacho
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