Bill Cunningham ha muerto este fin de semana, resultado de un infarto a sus 87 años. Nacido en 1929 en Boston, ha sido uno de los fotógrafos de moda más importantes de los últimos años por su trabajo para el The New York Times. Sus fotografías son el documento más fiable de cómo la calle crea y hace evolucionar la moda a través de los años.
Cunningham fue el segundo de cuatro hijos de una familia irlandesa católica ubicada en Boston. A causa de su obsesivo interés por la moda, en su adolescencia dió rienda suelta a sus inquietudes creando sombreros. Tras esto, empezó a trabajar en unos grandes almacenes y posteriormente fue becado para Harvard, dejándolo a los dos meses. En palabras del fotógrafo, "creían que era un iletrado. No tenía esperanza ahí. Yo era una persona visual".
Bill Cunningham, pescando la moda a pie de calle
Viajó a Nueva York para trabajar en la publicidad, y eventualmente acabó haciendo lo que siempre hizo: salir a la calle para pescar la moda. Esta actividad se alargó durante toda su carrera, y no solo retrató la moda a pie de calle, sino que con el paso de los años se convirtió en un archivo documental de la moda.
Cunningham era un cirujano que se dedicaba a analizar y extraer de la sociedad las tendencias que triunfaban a pie de calle. Su trabajo es una suerte de análisis a lo largo de las décadas de cómo la moda, como medio de expresión individual y personal, ha cambiado y evolucionado.
Chaqueta azul y una bicicleta
Su 'modus operandi' lo convirtió en todo un icono. Ataviado con su chaqueta azul (eran las que usaban los barrenderos de París) con sus bolsillos llenos de carretes, recorría Nueva York con su bicicleta para encontrar los modelos más punteros paseando por las aceras. Desde las deportivas propias del movimiento hip hop en el Bronx y Harlem hasta los pomposos trajes de la aristocracia neoyorkina en las galas a las que invitaban a Cunningham.
A pesar de que nunca le faltaron ofertas de empleo, prefirió ser freelance a tiempo completo. Su cita más célebre es “si tú no les coges el dinero, ellos no te pueden decir que es lo que tienes que hacer”. Tenía un aire asceta y humilde que le hizo huir siempre de los focos de atención: él quería fotografiar, no ser fotografiado.
Cualquier fotógrafo puede ver su trabajo y apreciar una falta en la técnica bastante destacable. No hacía uso de las técnicas fotográficas para conseguir resultados sorprendentes, pero era el más regular y auténtico al no preparar sus fotografías, por lo que el valor documental de su trabajo supera con creces su carencia de técnica. Eso no quiere decir que no tuviera su proceso de trabajo o simplemente improvisara sus fotografías, y de hecho podemos ver todas estas 'detrás de las cámaras' en el documental que protagonizó en 2014 titulado 'Bill Cunningham New York'.
A través del The New York Times podemos ver vídeos que recopilaban semanalmente sus trabajos y que él mismo comentaba. Un auténtico documento que quedará guardado para la posteridad como un tesoro de su autor.
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