Alfred Cheney Johnston o más conocido, simplemente como Cheney, nació en la Nueva York el 8 de abril de 1885. A la edad de 18 años, Alfred se matriculó en la Art Students League de Nueva York. En 1904 se trasladó a la Academia Nacional de Diseño de Nueva York entonces ubicado en la calle 109. Allí estudió para ser un ilustrador lo cual le llevó a trabajar con numerosas modelos que posaban desnudas para él.
Es importante destacar este hecho. Ya que la ilustración juega un papel muy importante en la vida de Cheney. Pues si algo podemos decir de la fotografía de Alfred Cheney Johnston es que resulta sensual y glamourosa entendiéndose en el concepto de la época de la década de 1920, claro está, aunque, en mi opinión, muchas de sus fotografías siguen manteniendo ese grado de sensualidad y glamour en la actualidad.
Charles Dana Gibson, creador de lo que se denomina Gibson Girl, fue el maestro del joven Johnston. Por otro lado su formación en Bellas Artes le cualifica para llevar sus fotografías en aquella época a un nivel de recreación verdaderamente importante. Cheney no se conforma con colocar a sus modelos frente a un fondo como otros fotógrafos hacían, es capaz de construir todo una escena ambientada alrededor de ellas que se palpa en cada una de sus tomas.
Cheney y el cine de los años 20
En un mundo donde las noticias no llegan como ahora, las fotografías tenían una gran importancia en todos los ámbitos. Medios escritos de todos los tipos se peleaban por conseguir las exclusivas más sonoras de un nuevo arte que nacía: el cine. Eran los años 20 en los Estados Unidos y las grandes estrellas del cine mudo estaban en alza, pocos años después el cine sonoro sustituiría la mayor parte de las producciones y muchas de esas estrellas desaparecerían.
Pero, ¿quién se encarga de darlas a conocer? Quién se encargaba de provocar sensualmente y 'a lo loco' a toda esa sociedad espectante por ver espectáculos: Un hombre y su cámara se encargaron de gran parte de ello: Alfred Cheney Johnston. Cheney junto al empresario Florenz Ziegfeld se encargaron de publicitar uno de los espectáculos teatrales más longevos de Broadway.
Ziegfeld fue quizás el empresario del mundo del espectáculo más famoso de Broadway, sus Ziegfeld Follies que se celebraron cada año desde 1907 a 1931 estaban inspirados en los espectáculos del Folies Bergère de París y combinaban el vodevil clásico con un vestuario exuberante y su ingrediente especial: unas bellísimas protagonistas que el mismo Ziegfeld se encargaba de escoger personalmente, las Ziegfeld Girls.
La iluminación de Cheney
Sus fotografías resultan sensuales y capturan tanto la belleza física como la esencia glamurosa de aquellas mujeres convirtiéndolas, posiblemente, en algunas de las imágenes más atractivas de la historia moderna del retrato clásico, me atrevería a decir.
Por supuesto para lograr todo aquello cuidaba muchísimo la iluminación de los retratos que hacía. Una iluminación que llenaba la escena. Esa cuidada técnica de iluminación junto al vestuario son, en mi opinión, las claves de lo que resumía William Faulkner sobre el Arte:
El objetivo de todo artista es detener el movimiento, que es la vida, por medios artificiales y mantenerlo fijo para que cien años más tarde, cuando un desconocido lo mira, se mueve de nuevo, ya que es la vida.
Atendiendo a dicha definición podemos considerar a Cheney como uno de los grandes, sin duda alguna. Ese cuidado por la luz, indica que las obras de Cheney resultan eran muy pictóricas, como no podía ser menos dada su formación en Bellas Artes.
Cheney retrataba aquellas muejeres de forma sensual pero también para dar publicidad y fama al espectáculo de las Ziegfeld Girls. Muchas de las mujeres que querían retratarse por él querían sentirse como alguna de aquellas chicas. Comentaros que por aquel escenario pasaron Ann Pennington, Marion Davies, Paulette Goddard, Barbara Stanwyck, Josephine Baker o Doris Eaton Travis.
Los vestidos drapeados, una de las claves de su éxito
Una de las habilidades (y aciertos) de Cheney fue la utlización de vestidos drapeados en sus modelos. El drapeado es una técnica de moda y costura que consiste en recoger la tela para que haga pliegues. Esta era la forma en la que se vestían los romanos, aquellas togas famosas si recordáis de los libros de texto.
La utlización de esos vestidos drapeados le valió el sobrenombre de 'Mr. Drapes', pues gracias a ello lograba que, aunque las modelos no estaban desnudas, a los ojos de los espectadores éstas así lo parecían. Jugar con esa dualidad y el morbo fue una de las claves de su éxito en aquella década de 1920.
Caída y olvido de Cheney
Casi al mismo tiempo, muchas de las estrellas incipientes de aquel Hollywood de los años 20 y 30 comenzaron a desfilar por la cámara de Cheney. Cheney tuvo una carrera muy lucrativa, de esa forma, pero efímera. Duró hasta que llegó el crack del 1929 y perdió gran parte del dinero que había logrado hasta entonces. También aquellas estrellas del cine mudo desaparecieron rápidamente y la gloria que le daban esos retratos desapareció también. Todo el mundo pareció olvidarse de él.
Su carrera se difuminó poco después y nunca logró levantar demasiado la cabeza. Varios estudios abiertos y cerrados. Hasta que durante la década de los sesenta trató de donar su trabajo a varias organizaciones de Nueva York y Washington pero nadie se interesó. Murió, poco después, en 1971, en Estados Unidos apenas se hablaba de otra cosa que no fuera la guerra de Vietnam y política. Su muerte pasó desapercibida.
No es hasta finales del siglo XX cuando algunos fotógrafos reconocen la mirada y la influencia en sus propios trabajos utilizando ambientes de estilo vintage. Lo cual denota la influencia de este gran fotógrafo olvidado en muchos de los trabajos de ese estilo actuales.
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