El 4 de septiembre de 2008 moría Françoise Demulder, una de las mejores fotógrafas francesas, víctima de un cáncer. Han pasado 10 años desde entonces y su figura se recuerda estos días. Ella es la autora de una de las fotografías más estremecedoras de la guerra del Líbano en 1977 y de algunos de los retratos más significativos de los líderes políticos. Es momento de recordar a Françoise Demulder.
Françoise Demulder nació en París en 1947. Aunque su vida parecía que iba a ser tranquila en Francia, ella apostó por la lucha contra la guerra y a favor de la justicia y la libertad. Estudiante de filosofía y con una pequeña carrera de modelo, decidió ir con un billete solo de vuelta a Vietnam a principio de los 70 con su entonces pareja, el fotógrafo Yves Billy. No había nada previsto en ese viaje que terminó marcando su vida.
La guerra de Vietnam empezó en 1955. Duraría hasta 1975 cuando los últimos norteamericanos fueron expulsados del país, algo que solo Françoise Demulder sería capaz de fotografiar. Pero no nos adelantemos y vamos a ver qué cambió en la cabeza de nuestra fotógrafa para terminar convirtiéndose en una de las fotógrafas de guerra más importantes del siglo XX, aunque su nombre hoy no sea recordado.
Cómo se convirtió en fotógrafa de guerra
En aquel viaje a Vietnam todo cambió en su cabeza. O quizás solo encontró la excusa perfecta para convertirse en lo que fue. Para buscarse la vida y poder conocer más a fondo la realidad de un país envuelto en una guerra política encontró una solución: hacer fotografías para venderlas luego a Associated Press por 20$. Fue la guerra de la imagen. La más vista, la más retransmitida... y la que provocó que los fotoperiodistas lo tuvieran cada vez más complicado en las sucesivas confrontaciones. Se dieron cuenta de que la imagen puede terminar lo que los políticos empiezan.
Pero volvamos a Françoise Demulder. Se dio cuenta de lo que podía hacer con una cámara entre las manos. Así que empezó a profundizar en el arte de la fotografía en la mejor escuela del mundo, la cruda realidad. Se especializó en lo que pedía la sociedad en aquel momento cuando estabas en Vietnam y querías acabar con la realidad, la fotografía de guerra. Y con su carisma pudo moverse por todo el país con ayuda del ejército norteamericano, que entonces no dudaba en ayudar a la prensa gráfica.
Así aprendió los rudimentos de uno de los trabajos más duros que existen dentro de la fotografía. Quizás no es la mejor forma pero a algunas personas les basta con la práctica. Quizás tardaba más en conseguir el disparo pero en esta profesión está visto que la intuición funciona. Desde luego no a todo el mundo, pero a Françoise Demulder le sirvió.
De hecho cuando todos los extranjeros tuvieron que salir del país ante la inminente victoria, ella fotografió, el 30 de abril de 1975, la simbólica llegada de los tanques del Vietcong a Saigon. Solo hubo un profesional en aquel momento y fue ella. Allí empezó su fulgurante carrera, con el apodo de Fifi, que según cuentan las crónicas le puso el mismísimo Arafat. Una de sus frases más conocidas es:
Odio la guerra pero me siento obligada a documentar que el inocente es siempre el que sufre, mientras que el poderoso se vuelve más y más rico.
Ganadora del premio World Press Photo 1977
A finales de los años 70 las mujeres se hicieron un hueco en la profesión: la propia Françoise Demulder, Catherine Leroy y Christine Spengler empezaron a llamar la atención a las agencias por la calidad de sus fotografías. Entonces se empezó a apostar por la calidad de la mirada. No importaba quién estaba detrás de la cámara.
De Vietnam fue a todos los países de Asia sudoriental y Medio Oriente. Cubrió eventos en Cuba, Pakistán y Etiopía... La fotografía que le dio fama internacional la hizo en 1976 y le dieron el prestigioso premio en 1977. A lo más jóvenes seguro que les suenan las guerras en Oriente Próximo. Conflictos que llevan más de lo que nos gustaría pensar.
Françoise Demulder estaba en Beirut, documentando el principio de la guerra civil libanesa. En la fotografía observamos a una mujer palestina suplicando a un soldado de las Falanges Libanesas armado. El fondo es sobrecogedor y somos incapaces de imaginar un buen final para los que salen. El pueblo siempre como víctima de las guerras por peleas políticas y de religión. Ese disparo certero, más justo que el que pueda conseguir cualquier pistola, llamó la atención del jurado del concurso más prestigioso de fotoperiodismo.
Se convirtió en la primera mujer en ganar semejante premio. Aunque nunca fue reconocida como una de las grandes, como si sucede con Christine Spengler, por poner un ejemplo, marcó el camino para abrir la profesión y demostrar que solo importa la mirada:
Cuando Françoise Demulder vino a Ámsterdam para recibir su premio a la Foto Mundial de Prensa del Año en 1977, le dijo al periódico holandés Het Vrije Volk que había entrado en la zona cristiana el día que la Falange decidió "limpiar" el barrio de Karantina. Los cristianos iban de casa en casa en el barrio palestino. Le dispararon a todos los que estaban allí. Había 350 civiles que huyeron de sus casas llorando. Los palestinos salieron con banderas blancas en sus rifles. Pero los falangistas seguían disparando, sin importar a quién golpeaban. Nunca antes había experimentado un odio tan fanático". Según Demulder, solo la niña y su hijo en el fondo de la imagen sobrevivieron a la masacre.
Françoise Demulder murió en 2008, después de cinco años de enfermedad en los que llegó a perder la movilidad de sus piernas. Llegó a salir en la novela 'A walking guide' de Alan Cowell e inspiró a Michael Alan Lerner para el personaje de la fotoperiodista de 'Deadlines'(2004). El día de su muerte la ministra Cultura de Francia señaló que Francia había perdido 'a una mujer notable, una gran fotógrafa y una reportera de guerra de un coraje excepcional. artista y testigo de nuestros tiempos'.
En Xataka Foto| #NoSinFotógrafas, una campaña que pretende promover la igualdad efectiva de la mujer en el ámbito de la fotografía
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