Entrar en la fotografía móvil después de muchos años disparando con sistemas más ‘tradicionales’ es un reto para muchos fotógrafos. Debido a eso, la opción fácil es rechazar los smartphones como un nuevo sistema fotográfico que siempre está con uno. Sin embargo, al experimentar cada vez más con este tipo de sistemas, se aprenden muchas cosas y se disfruta de nuevas perspectivas en la fotografía.
Con la pandemia, mi exploración móvil aumentó. Gracias a ella he podido explorar otras visiones y nuevas herramientas. Por eso el gusto por ella va en aumento. Así que, acá os comparto mis tres cosas favoritas de usar estos sistemas.
Sin mucho peso, sin llamar la atención
La inseguridad en Latinoamérica es común para muchos de los fotógrafos de este lado del océano. Debido a eso, salir a hacer fotografías es más complicado que hacerlo en España u otros países de Europa. Se está más limitado a planear bien cada salida fotográfica y a estar usualmente en grupos para evitar el robo de los equipos. Si bien no es algo del día a día, siempre hay una probabilidad alta.
Por eso el celular se transformó en una herramienta cómoda y perfecta para explorar fuera en la ciudad. Esto me ha permitido ver la ciudad de nuevas formas, recorrer mi país de manera más fácil y tener más confianza al realizar capturas fuera de la casa o el estudio.
Así mismo, el peso fue un factor clave pues no cargar con el equipo usual invita a caminar y explorar más tiempo por fuera. Si bien soy de equipo ligero, la maleta siempre tenía un par de objetivos, baterías y algún que otro accesorio adicional.
Listo para cada momento
Soy fanático de capturar cosas que me parezcan curiosas. Esto puede ser un momento que esté viviendo, la luz de la escena e incluso una flor. Debido a que no suelo sacar mi sistema principal del estudio, eso implicaba perder escenas, mirarlas y decir que hasta ahí llegaron.
A medida que fui experimentando más con la fotografía móvil, esos momentos han aparecido más seguido. O, mejor dicho, la mirada fotográfica de mis alrededores se está expandiendo cada vez más, permitiendo encontrar nuevos momentos para capturar. Ese incentivo de explorar es algo que a veces nos falta a los fotógrafos y por ello siento tan valioso esta participación de hacer tomas con mi smartphone.
Desprenderse del equipo
Dar clases virtuales y no estar siempre cerca del estudio es un reto y una magnífica forma de cuestionarse sobre la fotografía. Cuando hay estudiantes al otro lado de una pantalla sin recursos económicos para comprarse un sistema (así sea de entrada) y sin la posibilidad de acceder a los equipos de sus instituciones, la frase de “la mejor cámara es la que tenemos a la mano” se hace más cierta.
Este fue mi principal motor para explorar cada vez más en este nuevo mundo. ¿Se puede hacer retrato? Intentemos. ¿Producto? Intentemos. ¿Naturaleza y paisaje? Pues intentemos.
Ese constante intentar y entender se vuelve un aprendizaje en conjunto que nos invita a entender mejor los conceptos. Así mismo, nos hace buscar cómo trasladarlos sin importar el sistema o el equipo fotográfico que tengamos.
Si vosotros también estáis explorando con estos sistemas, ¿qué es lo que más os ha gustado? ¿Qué es lo que no os gusta para nada?
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