Robert Capa solía decir que “Si tus fotos no son lo suficientemente buenas es que no te has acercado lo suficiente”, y aunque la cita sigue siendo absolutamente válida en la actualidad, los avances de los últimos años reduciendo el tamaño y peso de los teleobjetivos sin sacrificar su calidad nos permiten completarla con una coletilla final: “quizás no tenías el objetivo adecuado para el trabajo”.
Un angular puede establecer un relación de complicidad entre el fotógrafo, el sujeto y el entorno que le rodea, pero no siempre se da esta simbiosis ideal. Algunos sujetos son esquivos, asustadizos, son incapaces de olvidar nuestra presencia, están demasiado lejos o en un entorno con demasiadas distracciones que no aportarían nada a la foto. En estos y otros muchos casos, un teleobjetivo puede ser nuestra salvación.
Desenfocar el fondo
Cuanto mayor es la distancia focal, más se reduce la profundidad de campo. Si te gustan los fondos desenfocados y un buen bokeh, definitivamente necesitas un teleobjetivo. Eliminarás distracciones y resaltarás el sujeto, algo ideal para retratos pero que también proporciona resultados espectaculares en naturaleza y deportes.
Llenar el encuadre
Otro secreto a voces para centrar la atención del espectador en lo que queremos transmitir con nuestras fotografías. Llenar el encuadre, una regla de composición particularmente efectiva en retratos que no es fácil de cumplir con un angular sin intimidar a nuestro pobre protagonista. ¿Te han apuntado alguna vez con una cámara a 20 centímetros de la cara? No es divertido. Un teleobjetivo evita eso.
Comprimir la perspectiva
Una concurrida avenida, la hilera de farolas o árboles de un paseo, una ciudad con unas montañas nevadas en el horizonte, la luna, una puesta de sol o cualquier cosa que podáis imaginar y que queráis acercar para alterar la realidad a vuestro antojo, a veces con resultados espectaculares. Cuanto mayor sea la distancia focal, mayor será el efecto, logrando que cosas que están separadas por una gran distancia parezcan encontrarse una junto a la otra.
Nitidez superior
Nada como un buen teleobjetivo para descubrir hasta qué punto podemos conseguir fotos extremadamente nítidas sin trampa ni cartón. Unid eso a su capacidad para desenfocar el fondo y obtendréis una combinación explosiva.
Y por supuesto, acercarte sin estar más cerca
De todas, la ventaja más evidente de un teleobjetivo: permitirnos acercarnos a lo que queremos sin movernos del sitio, ya sea por la necesidad de guardar las distancias, fotografiar la escena sin que sus protagonistas adviertan nuestra presencia, o una simple cuestión de encuadre y perspectiva. Respecto a esto último destacar que, como ocurre con los gran angulares, los teleobjetivos ofrecen un montón de oportunidades para hacer fotografías originales incluso en los lugares más trillados, solo que sin distorsiones, de un modo más natural.
Imágenes | Miguel Michán
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