Anna Bosch Miralpeix es una de los cinco seleccionados en Las becas FotoPres La Caixa con su proyecto Bubble Beirut, un trabajo documental acerca de la clase más acomodada de Beirut. Hablamos con la autora sobre fotografía, la región del Líbano y la escena fotográfica Catalana.
Encuentro una dicotomía muy interesante en tu trabajo como fotógrafa. Realizas una labor importante en Cataluña relacionada con la formación y el impulso de la fotografía, siendo una de las creadoras del Colectivo fotográfico Ruido Photo y del CFD. Sin embargo tus proyectos fotográficos los desarrollas fueras de España, estando centrados en América. ¿Es pura casualidad?
Fue un shock descubrir esta clase social, que vivía al margen de la precariedad en que vive el país
Se trata de compaginar mis dos facetas. Por una parte, está mi vertiente como fotógrafa. Para mis proyectos necesito conocer otras realidades y eso a menudo significa viajar y pasar estancias más o menos largas aislada de mi entorno natural. Pero también hay una faceta que me gusta, la de dinamizadora, que está ligada a Barcelona, y al colectivo de fotógrafos que hemos ido compartiendo vivencias y aprendizaje juntos. Eso se expresa ahora en el Centro de Fotografía y Medios Documentales (CFD), un lugar que es escuela, pero también muchas más cosas. Así que, resumiendo, el equilibrio de ahora quizás es un poco difícil a veces, pero me permite seguir creciendo no sólo como fotógrafa sino también como impulsora de proyectos.
Tu cámara ha servido para mostrar la dureza de la vida en Latinoamérica, donde plasmas en distintos proyectos la relación entre Estados Unidos y Latinoamérica a través de la inmigración, la búsqueda del sueño americano y los planes que se frustran dentro de las clases sociales más humildes. Sin embargo, en este nuevo proyecto, llevas tu cámara hacia opulentas familias del Líbano. ¿A qué se debe este cambio de clase y de continente?
Mi primer gran proyecto como fotógrafa en América fue Sin Norte, que era una especie de secuela de un proyecto previo sobre inmigración, llamado “En el camino”. Así que el “cómo” lo decidí yo pero el “qué” venía impuesto de alguna manera por formar parte de un proyecto más grande. Fue una experiencia increíble y me quedé con ganas de conocer más la zona y por eso fui a Tijuana y más tarde a Sonora.
Con Las Flores del Rancho cambié el lenguaje: no utilizaba mis fotos sinó las que tomaron las mujeres inscritas en el taller de fotografía participativa que organicé, aprovechando mi experiencia como dinamizadora. A partir de ahí, me planteé cuál podía ser el siguiente cambio o evolución.
La verdad es que aterricé en el Líbano porque necesitaba acortar mis viajes por cuestiones laborales: llegué básicamente por curiosidad y ganas de conocer más el mundo árabe. Uno de mis contactos allí me permitió conocer la élite del país. Yo había visitado ya las partes deprimidas, los campos de refugiados, los barrios controlados por Hezbolá... así que fue un shock descubrir esta clase social, que vivía al margen de la precariedad en que vive el país. Fue cuando supe, que el cambio formal que estaba buscando para evolucionar como fotógrafa era poder retratar un cierto vacío. Capturar la delicada situación del país a través precisamente de los que viven ajenos a la constante amenaza de conflicto. De hecho, me he dado cuenta que en todo mi trabajo como fotógrafa siempre me ha interesado investigar los vacíos.
Normalmente es más sencillo acceder con una cámara a los problemas y miserias de las personas que los padecen que enfocarla hacia quienes probablemente tengan algo que esconder. ¿Cómo consigues acceder a la vida de las familias que retratas en el Líbano?
Sí, esto es algo que realmente he comprobado, esa dificultad de retratar personas muy ocupadas y muy pendientes de saber cómo se les representa. Un primer contacto fue relativamente sencillo, forma parte de su ser, son gente poderosa de alguna manera, así que es normal que la gente se interese por ellos. Entonces se dejan retratar pero como ellos quieren. Mi trabajo ha sido intentar ser cada vez más invisible para ellos. Hay personas que conozco desde el primer viaje que no he consigo retratar de forma natural y es básicamente porque están acostumbrados a posar delante de la cámara. Insisto, sé que cansarse de la cámara no se van a cansar, es cuestión de tiempo. Por eso creo que el tiempo en este proyecto ha jugado a mi favor, volver a vernos cada x tiempo inspira confianza. Nos sólo para ellos, también para mi ver que se alegran de verme y que se interesan por mi proyecto
He leído que te interesan estas familias porque se aíslan y esconden en sus mansiones y su opulencia, ignorando una situación de tensión en el Líbano que puede acabar en conflicto armado. ¿Qué representan para tí estas familias? ¿Por qué te atraen?
El proyecto se convertirá en un libro donde las fotografías se complementan con una serie de reportajes, escritos por el periodista Àlex Gutiérrez
Representan una parte del Líbano que no se conoce y eso me pareció interesante desde el principio. Me centro en familias o en historias concretas y en estar lo más cerca posible, aunque la idea no es tanto contar sus vidas. Mi intención es mostrar de la mejor manera posible el contraste dentro / fuera de la burbuja en la que viven las élites libanesas que para mí es algo que se puede extrapolar a muchos entornos y muchos sistemas de vida.
Representar el dentro / fuera de algo y poder entenderlo como que la necesidad de que no hay una cosa sin la otra. El proyecto se convertirá en un libro donde las fotografías se complementan con una serie de reportajes, escritos por el periodista Àlex Gutiérrez. Son relatos que explican un día en la vida de esas personas, para darle un carácter más narrativo al conjunto.
¿Cuál es la situación geopolítica y económica actual del Líbano? ¿Cómo crees que será en el futuro?
En 2014 hubo elecciones en el Parlamento pero todavía, a día de hoy, no han elegido presidente. Según acabo de comprobar en la página de Amnistía Internacional, actualmente hay unos 1,2 millones de refugiados de Siria, lo que equivale a alrededor de una de cada cinco personas de la población del país. Se ven en las calles pero también se notan con el tráfico de coches en las carreteras principales de entrada y salida de la capital. Tengo amigos sirios en Beirut, es otra realidad. No hay prácticamente turismo y hay un largo etcétera de cosas que no funcionan como la electricidad, la cortan tres horas al día en Beirut y en los pueblos aún más tiempo. En verano cerraron el principal vertedero cerca de Beirut y las basuras todavía se acumulan en las calles. No hay un buen transporte público aunque si una amplia red de autobuses que te llevan hasta Síria...
Yo ya no sé que pensar, porque el miedo a que pase algo peor se siente y yo lo he percibido en todos los viajes, seis desde 2011. Es verdad que hay atentados puntuales, represalias de unos y otros, pero en Beirut la vida sigue, se han acostumbrado a vivir con el miedo, por eso muchos de ellos dicen que viven al día y que por eso les gusta tanto salir, gastar y divertirse. Hay una anécdota de un grupo de bañistas del Sporting Club (un club náutico de Beirut) que durante el verano de 1982 seguían yendo a tomar el sol mientras volaban cohetes encima de sus cabezas. Cuando se acabó la Guerra se hicieron unas camisetas que ponía “Alive and tanned” (vivos y bronceados).
Cuando no haces fotografías, eres docente. Explícame un poco en que consiste tu trabajo y cómo te lo planteas.
El CFD Barcelona es un centro de fotografía y medios documentales dónde es verdad que la principal actividad es la escuela, que es de alguna manera la herencia de la escuela de RUIDO, pero hacemos muchísimas cosas más desde que abrimos en primavera del 2012: exposiciones nuevas cada dos meses, actividades relacionadas que van desde charlas, proyecciones y ciclos, como también generamos proyectos que nos permiten explorar e interactuar con nuevos formatos.
Somos un equipo de seis mujeres y lo llevamos todo bastante a pulmón. Un parte de mi trabajo está en administración, otra parte en temas relacionados con el local y los coworkers, algo de comunicación, cada vez menos en el departamento de escuela propiamente y más dedicada a proyectos y exposiciones. En los próximos meses trabajaremos en un proyecto que nos han ofrecido desde Médicos del Mundo, a la vez que estamos preparando un proyecto de intercambio europeo juvenil muy parecido a algo que ya hicimos hace dos años con estudiantes napolitanos. Por tercer año consecutivo vamos a realizar unas jornadas de Fotografía Participativa.
Anna Bosch Miralpeix | Anna Bosch
Centro de Fotografía y Medios Documentales | CFD Barcelona