Más de una vez habrás presenciado una escena impresionante que has querido captar con tu cámara. Una puesta de sol por ejemplo. Pero al ver los resultados en la pantalla te das cuenta de que no tiene nada que ver con la realidad, que los detalles que tú apreciabas y que hacían la escena tan bonita no están en la foto, en la cual sólo se aprecia parte de lo que observabas. Esto ocurre porque nuestros ojos funcionan de forma distinta a como lo hace una cámara de fotos. Y de eso hablaremos hoy.
En algo si que hay similitudes entre el ojo y la cámara, pero sólo en la forma de captar la luz. Ya hemos visto en capítulos anteriores como funciona una cámara y sus partes. Por lo que estamos en condiciones de decir que: el objetivo por donde entra la luz, equivale en nuestros ojos a la córnea y la pupila; el diafragma de la cámara se corresponde con el iris, encargado de dejar entrar más o menos luz en el ojo; la lente del objetivo es a su vez el cristalino del ojo, necesario para enfocar a varias distancias; y el material fotosensible, o sensor del ojo, es la retina, donde se encuentran las células fotorreceptoras.
Y ahora veamos las diferencias entre lo que vemos con nuestros ojos y lo que la cámara puede hacer, que es lo importante.
En escenas con alto contraste nuestro ojo se puede adaptar fácilmente y podemos apreciar las zonas oscuras tan nitidas como las zonas iluminadas. En el caso de que nos encontremos en una habitación a oscuras y la única fuente de luz provenga de una ventana, podemos apreciar los detalles que hay tanto dentro como fuera de la ventana con la misma nitidez. Esto no lo puede hacer una cámara, por lo que debemos escoger que zona queremos que salga bien iluminada en nuestra foto, si la más oscura o la más iluminada. Ya hablaremos de técnicas para conseguir en estas situaciones una foto donde todo esté bien iluminado.
En esta foto opté por exponer bien la parte más iluminada. Como véis lo demás queda en negro, si hiciéramos lo contrario, la ventana quedaría en blanco total.
Ante los cambios de luz nuestro ojo se comporta de manera excepcional, pudiendo aumentar su sensibilidad de forma rápida y precisa. Mientras que con una cámara, la sensibilidad depende del sensor y la ISO(sensibilidad) que estemos usando. Antes era un embrollo andar cambiando de película según la luminosidad de la escena, pero ahora con las cámaras digitales el cambio de sensibilidad del sensor se puede hacer con relativa comodidad y rapidez.
Nuestra visión es selectiva, si dirigimos nuestra atención a un objeto, lo veremos enfocado, mientras que el resto de la escena que lo rodea no la apreciamos tan nitidamente. Centramos siempre nuestra visión en lo importante, evitando así la distracción de lo que no nos interesa. Además, nuestro ojo está enfocando constantemente; allá donde posemos nuestra vista, veremos con nitidez. Pero la cámara no discrimina, y capta todos los elementos presentes en la escena sin diferencias. Así que para evitar fotografías cargadas de elementos que distraigan, tenemos la posibilidad de enfocar una zona a la que deseamos dar importancia y dejar el resto fuera de foco, para que al mirar esa foto, de forma automática, desviemos nuestra atención a la zona más nitida. También debemos tener en cuenta el encuadre que escojamos, intentando dejar fuera de cuadro todo elemento no deseado y que pueda competir en atención con aquello que queremos resaltar.
Este es un ejemplo de desenfoque selectivo; enfocamos la zona donde queremos que se centre la atención del espectador. Fotografía de LordFerguson
Cuando hablemos sobre encuadre y composición entenderéis mejor cuales son las posibilidades que nos da la fotografía para dirigir la atención del espectador y expresar con más exactitud lo que buscabamos en el momento de disparar. Espero que por ahora os queden claras las limitaciones que tenemos a la hora de representar mediante nuestra cámara el mundo que vemos con nuestros ojos.
Ver 8 comentarios