Edificios abandonados, estancias solitarias llenas de silencio y huellas de un pasado lejano forman parte de una fascinación convertida en pasión fotográfica. Es innegable el atractivo visual de los tesoros ocultos que suponen lugares y edificios ahora en ruinas.
La belleza de lo abandonado posee una magia atractiva que es la que lleva a cada vez más exploradores urbanos a la búsqueda de rincones en decadencia. Conocido como URBEX o UE (Urban Exploration), esta tendencia busca documentar el estado de edificios y lugares, un romanticismo que lleva a muchos fotógrafos a convertirse en verdaderos exploradores. Incluso en agrupaciones y cada uno con sus rutas, con esos lugares marcados en un mapa secreto donde dan rienda suelta a una fotografía que podríamos definir como de arquitectura pero que es mucho más. O la menos diferente.
Misterio y secretismo
Esos fotógrafos no se mueven por intereses arquitectónicos. Es más bien una forma de preservar el encanto de un edificio abandonado, el misterio que les lleva a fotografiar lugares perdidos. Hacen fotos, disfrutan de la soledad y la decadencia de sus paredes ajadas pero eso sí, no suelen revelar la ubicación de estos lugares. Algo que aumenta el misterio y estimula la pasión por descubrir nuevas localizaciones. Y el motivo no es otro que evitar la llegada masiva de curiosos, turistas o personas que pueda ocupar o destrozar esos lugares.
Existen multitud de ejemplos que podemos encontrar muy cerca. Especialmente en grandes ciudades o en poblaciones con un pasado prolífico, o incluso junto a carreteras y caminos que ya han perdido el tránsito en favor de otras opciones: desde hospitales a naves industriales, de túneles y catacumbas a casas abandonadas… son algunos de los escenarios más interesantes para los exploradores urbanos. Eso sí, cuanto más abandonado, deshabitado y desconocido mejor. Son como tesoros que los exploradores se afanan en capturar fotográficamente.
Lugares populares gracias a la fotografía de exploradores urbanos
La pasión de algunos exploradores urbanos es tal que no se conforman con su entorno más cercano y les llevan a viajar a otros países en búsqueda de nuevos lugares perdidos. Pueblos fantasmas en África o zonas industriales abandonadas en la Europa del Este son algunos ejemplos de destinos atractivos para muchos.
Algunos de esos sitios son hoy emblemáticos y muy fotografiados. Como Kolmanskop, un pueblo abandonado en pleno desierto de Namibia y que fue una ciudad minera. Hoy es localidad fantasma engullida por la arena.
O el barco abandonado que es ahora un bosque flotante en Homebush Bay (Australia):
También fascinante es Chesapeake Bay en Maryland (EEUU), una vieja isla inhabitada desde hace casi un siglo del que apenas queda solo una casa en pie:
O la fascinante y peligrosa Prípiat, una auténtica ciudad fantasma al norte de Ucrania, en Chernobyl. Peligrosa por la radiación y por los presuntos fenómenos paranormales que allí se producen supuestamente.
Que hace poco fue grabada a vista de drone por Danny Cooke:
Normas y recursos
Para descubrir más de estos lugares no hay más que pasarse por dos foros destacados como son AbandodedPorn y Urbanexploration en Reddit, donde miles de colaboradores aportan sus fotos, incluso destapan lugares secretos. O visitar agrupaciones destacadas como Urbex Photography y otros como Derelict Places (donde documentan muchos lugares del Reino Unido) o Forbidden Places.
Aunque lo cierto es que Flickr es una auténtica mina para descubrir grupos, lugares y fotos. Por supuesto, también la web Opacity del experimentado Tom Kirsch o el holandés Jascha Hoste, que también comparte su trabajo en Instagram.
Eso sí, los más experimentados incluso aconsejan: investigar el lugar, su historia, pasar muchas horas ahí, observar con calma, fotografiar… para conseguir una conexión con el sitio. Las reglas del URBEX son claras: no toques nada, solo deja las huellas de tus pies y haz fotos. Además, le añade más misterio y ayuda a la creatividad fotográfica.
No hace falta disponer de un equipo especial, aunque un trípode y un objetivo luminoso se antojan como básicos. Además de sentido común claro, porque a veces entrar en determinados lugares no es seguro, sobre todo si vamos solos. El resto son ganas de aventura, de dar rienda suelta a la curiosidad y dejarse embaucar por la belleza de lo abandonado.
Foto inicial | Michiel Van Balen
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