En variadas ocasiones hemos hablado de cámaras estenopeicas o pinhole, un ámbito de la fotografía eminentemente artesanal. Y la mejor demostración son las cámaras que fabrica con sus propias manos este fotógrafo y artesano ruso, auténticas joyas artesanales con las que, por supuesto, también practica la fotografía en uno de sus modos más tradicionales.
Como decíamos en el titular, sus cámaras están hechas con la madera de árboles que el mar Báltico arrastra hasta la playa cerca de la que vive Sergey. Él las recoge y aprovecha que el mar las ha alisado para convertirlas en las bonitas cámaras que veis, adornándolas con otros elementos como piedras y conchas que encuentra en la misma playa o pintándolas a mano (cómo no). Así, cada una de sus modelos es único y singular.
Para Sergey “cada cámara es única a su manera. Cada oportunidad para construir una es como un nuevo desafío para crear algo nuevo. Esto es quizás lo que más me inspira. Es imposible repetir lo que ya se ha creado, por lo que cada vez se trata de una nueva obra escultórica”. Además, Sergey cuenta que siempre le gustó trabajar la madera y que, antes que hacer cámaras, había fabricado todo tipo de artesanías con la madera que arrastraba el mar.
Al mismo tiempo, había intentado hacer cámaras estenopeicas, porque la fotografía también ocupaba un lugar en su vida desde que a finales de los 90 cayó en sus manos una vieja Zenit-E que apenas sabía usar. Sin embargo, sus primeros modelos de cámaras eran muy simples, como una que hizo con una simple caja de jabón.
Ahora sus cámaras utilizan película química en formato medio, tanto de 6x6 como de 6x9 pulgadas. Así, sus cámaras no sólo están bien hechas sino que hacen fotos estupendas como algunas de las que os mostramos. Unas imágenes que están (cómo no) inspiradas por el mar y tienen un look muy especial dado el tipo de cámara con el que están hechas (que suele requerir largas exposiciones).
Y es que, como sabréis, estos modelos se caracterizan por no tener objetivo y se basan simplemente en una cámara obscura en la que entra luz por un dimitido agujero de su frontal impresionando una película química. Así, el resultado en este caso son fotos de rocas de la playa y paisajes marinos que desprenden una tranquilidad casi de ensueño.
Por cierto que si estáis interesados en estas cámaras os gustará saber que Sergey las vende en su página web. Ahora mismo se puede conseguir una desde 120 dólares más 30 del envío a España; Osea unos 134 euros al cambio actual.
Sergey Lebedev | Página web | Instagram
Fotografías de Sergey Lebedev reproducidas con permiso del autor para este artículo