Siempre os estamos contando las enormes ventajas de utilizar una réflex para grabar vídeo por su enorme versatilidad y calidad profesionales a un precio mucho inferior. Si bien esto es cierto, tras leer el artículo de PoetZero probablemente cambiará nuestro punto de vista.
Está claro, que a pesar de todo, una réflex de 1000 Euros, probablemente grabe vídeo mejor que una videocámara de 1000 Euros. Además, sus ópticas intercambiables nos lo harán tener muy claro a la hora de nuestra compra.
Por contra, hay nueve aspectos en los que una réflex flaquea bastante, pues hay que tener en cuenta que no son cámaras nacidas para grabar vídeo, sino cámaras de fotos adaptadas para grabar vídeo.
Ergonomía
Para empezar, tenemos que tener en cuenta que las réflex digitales son cámaras de fotos, no videocámaras. Por eso, la manera natural de sujetarlas está pensada para hacer fotografías, y no grabar vídeo. Son demasiado pequeñas, muy poco pesadas y la disposición de los controles no está pensada para grabar un vídeo cómodamente. A pesar de todo, hay compañías como Zacuto, redrock Micro y Cinevate que venden kits que “introducen” nuestra réflex en la carcasa de una videocámara para que podamos apoyarla en nuestro hombro. A pesar de todo, estos kits pueden valer más que la propia cámara, así que no es muy rentable su uso.
Moiré y Aliasing
El principal problema que tienen las réflex es que, a pesar de su enorme sensor con tropecientos megapíxeles, una grabación en Full HD sólo necesita 2 de ellos (1920×1080 puntos). En el caso de Canon, en la captura del vídeo, tan sólo se toma una de cada tres líneas de la imagen que luego se comprimen horizontalmente para volver a combinarlas en un último cuadro final. Lo peor de este proceso es que perdemos muchísima calidad, acentuando las irregularidades naturales y distorsionando las imágenes. En la siguiente ilustración podemos ver cómo funciona el proceso:
Shutter Rolling
Este es otro fenómeno que se da a la hora de grabar vídeos donde se hace un barrido horizontal y existen líneas verticales, que éstas se tuercen. Esto es debido a que la información del sensor se lee píxel a píxel (por lo que existe un retardo) y no de una vez, por lo que en los movimientos rápidos vamos a apreciar este efecto. En las cámaras de vídeo, este problema está mucho mejor controlado debido a que éstas incorporan procesadores especiales y una corrección específica por software. En el siguiente vídeo podemos ver este efecto muy claramente en una Nikon D90:
Resolución
Aunque parezca irónico, debido a la alta resolución de los sensores APS-C, la resolución de vídeo según RED (una empresa dedicada a la construcción de equipos de cine, directa competencia de las réflex que graban vídeo) en una Canon 5D Mark II se queda en 1,4 K (por lo que se supone que se escala el vídeo) en vez de los 2 K que debería ofrecer. Sin embargo, los sensores de RED llegan hasta los 4 K sin problema. Aunque viniendo estos datos de la directa competencia, deberíamos tomarlos con mucha cautela.
Compresión del vídeo
Las cámaras réflex graban vídeo (por norma general) en H.264, un códec con una alta compresión. Para grabar vídeo si no vamos a editarlo o para reproducir, es un códec buenísimo, ya que el tamaño de los archivos se reduce considerablemente. Sin embargo, a la hora de la edición, necesitamos archivos con una compresión mínima donde se conserve la máxima información posible (no se si existe un equivalente al RAW en vídeo). Lo peor del códec H.264 que utilizan el HDV y el AVCHD es que necesitan una máquina muy potente para poder ser editados debido a su alta compresión.
Pobre calidad de audio
Aunque a algunas réflex se les pueda añadir un micrófono externo, el que viene de serie es de muy baja calidad (incluso mono algunas veces). En modelos como la D90, a los que no se les puede añadir ningún tipo de micrófono externo, nos podemos olvidar de utilizarlas para un trabajo profesional que requiera de una grabación de audio.
Por otro lado, las cámaras de vídeo, ya incorporan de serie un micrófono de alta calidad, y además podemos añadirle uno externo si necesitamos unos niveles de calidad superiores.
Los objetivos no están concebidos para grabar vídeo
A pesar de lo que se diga de la versatilidad de poder cambiar de objetivos, tenemos que tener presente que éstos fueron concebidos para hacer fotografías. Aunque tengan estabilización de imagen, motores de enfoque ultra rápidos, y otras características asombrosas; éstas no están pensadas para el vídeo. Para empezar, su principal problema es el ruido que hacen. A la hora de hacer una fotografía, ésto no importa, pero si grabamos vídeo, necesitamos que los sistemas electrónicos sean silenciosos, y el autofocus y estabilizador de imagen no lo son.
Por eso las cámaras profesionales de cine utilizan objetivos manuales y mayoritariamente de focal fija. Además, los objetivos con control de diafragma no nos permiten hacerlo de manera gradual, sino por pasos, por lo que esto quita muchos enteros a la hora de grabar un vídeo. Sin embargo, las cámaras de vídeo domésticas sí que tienen estos automatismos (aunque quedan bastante bien insonorizados y lejanos del micrófono).
Límite de grabación
Aunque últimamente las cámaras nos permiten grabar clips más largos, aún existen limitaciones en cuanto a esto. Por ello, aún son imposibles de concebir las réflex para grabaciones prolongadas. Además, las cámaras de vídeo graban en cintas o discos duros cuya capacidad es mucho mayor que la de las tarjetas de memoria.
La explicación a este fenómeno es muy sencilla. Todo se debe al lastre del prehistórico FAT32, que no permite archivos más grandes de 4 GB. Por ello, en función de la compresión y tamaño del vídeo, la cámara nos permite más tiempo o menos de grabación. En el caso de grabación de vídeo a 1080p, esto equivale a unos 12 minutos de vídeo.
Sin embargo, si bajáramos de resolución, podríamos grabar durante mucho más tiempo, pero el tiempo siempre está limitado a 29:59 minutos. ¿Por qué? Muy fácil, por la culpa de los impuestos. Toda cámara que pueda grabar más de 30 minutos de vídeo seguidos en Europa se considera una cámara de vídeo, y éstas tienen que pagar unos impuestos superiores a las de fotos. Por eso, para evitar costes adicionales en el producto final, los fabricantes establecen esta limitación.
De hecho, las cámaras que mejor se desenvuelven para grabar vídeo son las Panasonic Micro Cuatro Tercios, las cuales ofrecen autofocus y grabación ilimitada de tiempo, cosa que el resto no ofrecen. La limitación de los 4GB desaparece debido al formato de la tarjeta de memoria, que no es FAT32. En Europa seguimos con la limitación de los 29:59 minutos, pero en el resto del mundo ofrecen una duración ilimitada (hasta que la tarjeta de memoria se llene).
No nos engañemos
Si bien la calidad que ofrecen estas cámaras puede ser muy alta si ajustamos la situación y el entorno, muchas veces vemos en Internet algunos vídeos grabados con estos equipos, y nos pensamos que nosotros con nuestra cámara “a pelo” vamos a conseguir resultados iguales. Nada más lejos de la realidad. Si vemos el making off de vídeos o producciones de gente como Laforet & company nos daremos cuenta de la cantidad de material profesional que hay detrás, donde lo más cutre (por decirlo de alguna manera) es la cámara en sí.
Vía | PoetZero – Foto Actualidad
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